En Carlos Casares, el fútbol ya no seduce

En Carlos Casares, el fútbol ya no seduce

Agropecuario dejó de ser el mayor exponente deportivo y los habitantes buscan recreación en otras actividades.

SEGUNDO PLANO. Agropecuario, que se presentará esta tarde en el Ofelia Rosenzuaig, perdió la popularidad entre los habitantes de Carlos Casares. Foto de Marcelo Androetto. SEGUNDO PLANO. Agropecuario, que se presentará esta tarde en el Ofelia Rosenzuaig, perdió la popularidad entre los habitantes de Carlos Casares. Foto de Marcelo Androetto.

“No solo de pan vive el hombre”, según la frase bíblica. Parafraseando: “No solo de fútbol vive Carlos Casares”. Ni mucho menos de Agropecuario, rival de San Martín de Tucumán por la Primera Nacional.

Por el contrario, la institución fundada en 2011 por Bernardo Grobocopatel -integrante de una de las familias sojeras más importantes del país- “no es profeta en su propia tierra”, es mirada de reojo por gran parte de los 24 mil habitantes de Casares.

Es que “Agro” no ha logrado insertarse socialmente en la ciudad del centro-noroeste de la provincia de Buenos Aires que lo cobija, de ahí las tribunas prácticamente vacías cada vez que hace de local en el estadio Ofelia Rosenzuaig, pese a su reducido aforo de unos 8.000 espectadores.

Errores propios, dicen algunos. Prejuicios, aducen otros. Lo cierto es que en este 2024, el “sojero” ya no goza del beneplácito de causar impacto y sorpresa, como cuando en un raid impresionante logró ascender del Torneo del Interior a la segunda categoría del fútbol argentino en apenas cinco años.

¿Errores? "Grobo", como se conoce en la zona a la acaudalada familia, nunca logró articular una alianza, alcanzar acuerdos básicos y satisfactorios para todas las partes con los clubes de la zona, que de buenas a primeras se sintieron “amenazados” por los millones de quién estaba decidido a cumplir el sueño de tener un equipo propio de alcance nacional.

De arranque, Bernardo –primo de Gustavo, conocido como el “rey de la soja”- buscó que su naciente club se fusionara con Huracán, una institución de élite en la ciudad que venía de atravesar una dura crisis y que fue sostenida por la gente del rugby (de hecho, el “Globo” dejó de jugar al fútbol pese a su larga historia).

Mirado de reojo, el intento quedó en la nada. Y comenzó el tironeo con los clubes de la Liga Casarense, que veían cómo Agropecuario les arrebataba juveniles, con acuerdo o sin él. Y además podía tener una nómina mucho más jerarquizada.

El “sojero” sigue compitiendo en la liga local, compuesta por nueve equipos de la zona (entre ellos, uno denominado “Argentina 78”). Pero, está claro, el objeto de deseo de “Grobo” está puesto en pelear el ascenso a Liga Profesional . Y en la obtención de triunfos resonantes como cuando eliminó de la Copa Argentina 2022 a Racing, conjunto del que es hincha.

¿Prejuicios? El origen económico-social de Bernardo parece haber sido un impedimento más que una ayuda para que “agro” gane adhesión entre los casarenses. Se sabe: “Pueblo chico, infierno grande”.

Las “malas lenguas” critican a los “Grobo” por cuestiones de diversa índole, aunque también es cierto que los lugareños reconocen el efecto “derrame” en la ciudad por causa de la actividad productiva de la familia e incluso por los beneficios directos o indirectos que trajo la fundación del club “sojero”.

“Existe un “aire” anti-Agropecuario hasta irracional en algunas formas, en algunas personas, no en todas”, admitió a LA GACETA un periodista de la zona que prefirió guardar el anonimato.

Lo cierto es que hasta ahora Agropecuario está lejos de convertirse en un club social, a diferencia, por caso, del Deportivo Casares, más popular y que hasta ofrece un merendero para chicos de la región.

Atlético, considerado el club de la “élite” de la ciudad, también ofrece espacios que favorecen el encuentro de sus socios, mientras que el “sojero” ni siquiera tiene sede social, apenas el predio donde entrenan sus equipos de fútbol.

Tampoco tracciona simpatías por fuera del fútbol, en una ciudad que, escrito está, es muy aficionada a otros deportes.  Antes que nada, a los “fierros”. Allí está el Autódromo Roberto Mouras –y también el Museo- en honor al piloto que fue su hijo dilecto, el deportista más mimado. Y ahí nomás, en las cercanías, hay un circuito de karting, también muy visitado.

En la actualidad, el speedway –especialidad de motociclismo que se corre en óvalos de tierra- y las Categorías de Centro de autos de Turismo convocan multitudes según la escala de la población de la zona.

Y pese a que a lo largo de toda la Ruta Nacional 5 no existe otro caso de un club de fútbol que esté tan cerca de alcanzar la Liga Profesional, Agropecuario continúa siendo un fenómeno prácticamente marginal. En definitiva, el proyecto del “sojero” dejó de ser novedad, no seduce a la gente de la ciudad.

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