Aristóteles, Perón y el avión sanitario

Aristóteles, Perón y el avión sanitario

Aristóteles, Perón y el avión sanitario

“Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra”, bravuconeó el 7 de noviembre pasado el ex intendente de Banda del Río Salí, Darío Monteros, ya con el traje puesto de ministro del Interior, en el flamante gabinete del gobernador Osvaldo Jaldo.

El axioma tribunero del bandeño “arrastra” las influencias de su líder, Juan Domingo Perón, quien en agosto de 1943, en un discurso en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, planteó por primera vez una de sus frases emblemáticas, repetidas hasta el hartazgo por sus herederos políticos, aunque pocas veces cumplida: “Creo que las reivindicaciones, como las revoluciones, no se proclaman, se cumplen sencillamente. Y ese cumplimiento que nos llevó siempre a preferir los realizadores a los teorizantes, fue la consigna rígida a la que ajustamos nuestra acción estatal. He sido fiel a ella, porque entiendo que mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar”.

En ese entonces, Perón era secretario del Departamento de Trabajo en la dictadura cívico militar (uniformados con el apoyo de radicales y socialistas) que encabezaba Pedro Ramírez y que había derrocado dos meses antes a Ramón Castillo, y cuando aún faltaban dos meses para que el Departamento se convirtiera en Secretaría de Trabajo (noviembre del 43) y Perón ascendiera a secretario.

Monteros parafraseó a Perón hace tres meses en referencia al uso oficial que tendría el avión sanitario de la Provincia durante la gestión de Jaldo, en un intento por diferenciarse de José Alperovich y de Juan Manzur, muy cuestionados por el uso abusivo, discrecional y privado que le dieron a esa aeronave. “Ahora el avión sanitario cumple esa función en un 100%. Gobernador y funcionarios tomarán vuelos comerciales. Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra”, promesó el ministro.

Y al final no fue el 100%

El avión Lear Jet 60, matrícula LV-CKA, propiedad de la provincia de Tucumán, despegó del aeropuerto Benjamín Matienzo el lunes 29 de enero a las 14.05 y aterrizó en Aeroparque Jorge Newbery de la Ciudad de Buenos Aires a las 15.36, con tres pasajeros a bordo, además de la tripulación: los diputados nacionales Gladys Medina, Elia Fernández de Mansilla y Agustín Fernández. Los legisladores jaldistas viajaron a la capital un día antes de que se realizara la maratónica sesión para el tratamiento en general de la Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, más conocida como “ley ómnibus”. Luego, ya se sabe, por orden del gobernador, votaron a favor de la aprobación de la norma impulsada por el presidente Javier Milei.

El avión oficial regresó esa misma jornada a la provincia. Al día siguiente, el martes 30, partió a las 14.03 hacia Buenos Aires, donde arribó a las 15.33 con varios pasajeros, entre ellos estarían Jaldo y Monteros, quienes fueron a seguir de cerca el debate de la mega ley.

Es por eso que a los decretos de esos días los firmó el vicegobernador Miguel Acevedo, entre ellos al que removió al gremialista César Torres de la Secretaría de Trabajo.

Dos horas y media después el LV-CKA carreteaba de nuevo por la pista tucumana, donde durmió dos días.

El jueves 1 de febrero despegó a las 15.13 con destino al aeropuerto Domingo Faustino Sarmiento, de la ciudad de San Juan, para trasladar a una paciente de 78 años oriunda de esa provincia, que se encontraba internada en el Hospital Avellaneda, con una infección urinaria y un cuadro de sepsis, además de antecedente de EPOC con hipertensión arterial y descompensación severa.

En vez de regresar a Tucumán, el avión oficial despegó a las 16.53 del aeropuerto sanjuanino hacia Aeroparque, donde llegó a las 18.14.

En el aeropuerto dicen que vieron a Jaldo y a Monteros, quienes regresaron a la provincia el viernes 2 de febrero, donde aterrizaron a las 9.31.

El Lear Jet 60 pernoctó una noche y regresó a Buenos Aires el sábado 3. Despegó a las 5.49 y aterrizó en Aeroparque a las 7.16. Apenas una hora después emprendió el retorno a Tucumán, esta vez con los tres diputados nacionales.

Legal no es legítimo

“La única verdad es la realidad”, afirmaba Aristóteles, otra de las célebres frases que se le atribuyen a Perón y que no le pertenecen. La fraseología del fundador del peronismo está repleta de citas que erróneamente se le adjudican a su persona.

Los vuelos no sanitarios se denominan “vuelos de Estado” y son legales -distinto de legítimo-, según la Ley N° 8.350, sancionada en 2010: “Dispónese que las aeronaves del Estado Provincial estarán afectadas a su utilización para traslados oficiales y sólo excepcionalmente para traslados privados”, establece en su primer artículo.

Esta semana el avión provincial realizó otros seis vuelos no sanitarios, entre el lunes y el jueves. Tres desde Tucumán hacia Buenos Aires y otros tres desde Aeroparque hacia el Benjamín Matienzo. Todos “vuelos de Estado”. No es posible señalar que también trasladando a los tres diputados “neomileístas” al Congreso para participar de la sesión que terminó cayéndose, además de otros funcionarios provinciales. Lo que sí se podría confirmar es que se trataron de viajes políticos de peronistas libertarios o de tucumanos pragmáticos, como argumenta el gobernador, que supo jurar por José Alperovich como “el mejor gobernador de la historia”.

Hay coherencia en Jaldo. Alperovich fue un liberal populista, o un capitalista clientelar, o un conservador pragmático que hizo demagogia con muchísimo dinero público.

¿Existirá el jaldismo más allá de la interna con Manzur? Cuando se termine de extinguir la llama de su adversario, Jaldo deberá inventar su propia mística y encontrar nuevos enemigos. Una fórmula antigua y maniquea que sigue funcionando. Así se amalgama el kirchnerismo, sobre la falsa dicotomía de un Robin Hood simulado contra enemigos inventados. El relato concibe demonios para que existan dioses. Sin los malvados que quieren devorarse el hígado argentino, Néstor Kirchner habría sido sólo un flaco de mal carácter con mocasines, y Cristina una provinciana rencorosa con ropa muy cara, una morocha narcisista con carteras de 30.000 dólares.

Palabras como hojas

A las palabras se las lleva el viento. Más que un lugar común es una antigua imprevisibilidad de la política, que hace que la palabra de los hombres valga nada. Pero cuando proviene de un funcionario hace que todo valga más nada: las leyes, la seguridad jurídica, los proyectos, las aspiraciones, los ideales, el mañana. Sin la palabra empeñada no hay futuro.

Se debería erradicar el guarismo 100% del discurso político. Un vaso puede estar 100% lleno de agua, y ni aún así, porque para la física es unos céntimos menos; podemos estar 100% muertos, y ni aún así para un budista, pero cuando un político afirma que ocurrirá el 100% de algo podría ser el 50, el 20 o el 100% negativo.

Un avión como el Lear Jet o similares cuesta entre 3 y 5 millones de dólares, usado y en buenas condiciones, y entre 12 y 15 millones nuevo.

Con seis meses de ahorro en amiguismos y burocracias varias -“gastos superfluos” prefieren decir los encorbatados de la lengua y de la vida-, la provincia podría solucionar esta necesidad, central para cualquier distrito de casi dos millones de habitantes.

Un Estado con el peso demográfico, político, económico y estratégico de Tucumán debería contar con una flota de unos cuatro aviones y helicópteros para distintos usos oficiales, desde acudir rápido a una reunión trascendente, apagar incendios, o asistir urgencias sociales y sanitarias, hasta pisar más fuerte en agendas nacionales e internacionales. El problema es que en esta desvencijada idiosincrasia tucumana, su utilización está sujeta a caprichos feudales y rústicos, como Alperovich usando el avión para ir a ver un partido de Atlético en otra provincia.

Jaldo eligió desde su jura imprimir un sello diferente a la gestión de Manzur, una de las más ineficientes desde 1983, y de la que él fue protagonista y aplaudidor.

Está haciendo ajustes en el despilfarro y el clientelismo -aún incipientes y seguramente escasos- pero todavía adeuda una profunda y completa rendición de cuentas. Su pasado lo condena. ¿Lo hace ahora porque aprendió y se volvió más sabio? ¿Lo hace ahora para acomodar la corrosiva demagogia a esta prolongada tragedia política y social? ¿Lo hace ahora porque el desastre que heredó de Manzur no le deja opciones?

Jaldo aún cuenta con el promocionado y convenido crédito de los primeros 100 días de gobierno, tesis incomprobable, pero que la sociedad en general acepta. Debería empezar por eliminar la mención del guarismo 100% de los pronósticos y promesas de gobierno. Ya no está en campaña, ni en batalla frontal con Manzur. Ahora es 100% gobierno y es cuando ese 100% ya no cabe en el relato que se lleva el viento.

Aristóteles decía que “el castigo del embustero es no ser creído, aún cuando diga la verdad”, y además que “no basta decir solamente la verdad, más conviene mostrar la causa de la falsedad”.

Porque el guionista griego de Perón también daba clases de civismo y de periodismo cuando enseñaba que “saber es acordarse”.

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