Tafí del Valle Rugby Club, una ilusión que reverdece

Tafí del Valle Rugby Club, una ilusión que reverdece

Tras haberse desarmado durante la pandemia, los "chiwankus" quieren volver a volver sobre la cancha y hacer que el rugby local vuelva a florecer entre los cerros.

VUELTA A LA CANCHA. El amistoso de exhibición que jugó Tafí del Valle RC durante el Seven fue su primer partido después de la pandemia. VUELTA A LA CANCHA. El amistoso de exhibición que jugó Tafí del Valle RC durante el Seven fue su primer partido después de la pandemia. Foto: Diego Aráoz (La Gaceta).

Si bien la relación entre Tafí del Valle y el rugby comenzó a principios de la década del 2000, cuando se inauguró el tradicional y exitoso torneo de seven que este fin de semana celebró su edición número 24, la ovalada llegó con intenciones de afincarse recién en 2012, cuando de la mano de Gonzalo Brandán (Cardenales) y Hugo Turbay (Tucumán Rugby) nació Tafí del Valle Rugby Club. Tomando como base inicial la explanada del Complejo Democracia (donde cada año se lleva a cabo la Fiesta Nacional del Queso), el equipo tafinisto fue creciendo con el tiempo en cantidad de jugadores y en sintonía de juego, llegando a competir durante algunos años en torneos con equipos de montaña de Catamarca. Sin embargo, los “chiwankus” (nombre quichua de un ave de plumas negras, típica de la zona) sufrieron el mismo destino que muchos clubes emergentes de la provincia: no pudieron sostenerse a partir del aislamiento obligatorio por la pandemia de covid-19. El entusiasmo decayó, muchos jugadores emigraron a la capital y otros se dedicaron a otras disciplinas o se enfocaron en el estudio o el trabajo.

No obstante, la ilusión de volver nunca se perdió, y a mediados del año pasado, Sergio Cruz (ex jugador del primer equipo) decidió reactivar al club. “Retomamos en agosto del año pasado. Volvimos a juntar a los chicos, y ahora tenemos una nueva camada. La mayoría es residente, así que estamos empezando de nuevo, veremos hasta dónde podemos llegar”, cuenta Sergio, en ocasión del primer partido que los “chiwankus” jugaron tras la pandemia: un amistoso de exhibición en la cancha 2 del XXIV Seven de Tafí del Valle. Al ser todavía pocos para armar dos equipos, el rival fue un grupo de chicos que habían ido a ver el Seven.

Y es que las pretensiones de Tafí del Valle RC encuentran un triple obstáculo. El primero está en la captación: a pesar de la popularidad del Seven que se juega todos los años a fines de enero, el rugby sigue siendo un deporte algo exótico para una comunidad históricamente vinculada al fútbol, como en la mayoría de las ciudades y pueblos del interior. “Sí, no es fácil convencer a los chicos de que se animen a jugar al rugby. Algunos vienen, prueban, se van, después vuelven. Es muy intermitente. Nos toca luchar contra el fútbol, y de hecho tenemos chicos que también juegan al fútbol, pero les gusta más el rugby”, cuenta Sergio.

El segundo obstáculo es tan grande o incluso más que el primero: la migración. “Tenemos un desfasaje con los chicos que terminan el secundario. Muchos se van a San Miguel para seguir estudiando o trabajando, y los vamos perdiendo. Y ahí quedamos con ese problema de no poder mantener en el club a algunos chicos cuando llegan a cierta edad”, explica Cruz.

Prueba de ellos es que Nahuel Galleguillo es, con apenas 22 años, uno de los jugadores de mayor experiencia que tiene Tafí del Valle RC, ya que está desde hace 10 años. “Es complicado porque los mayores se terminan yendo a otro lado, así que estamos todo el tiempo con chicos más jóvenes, que estudian y no siempre pueden ir a entrenarse”, corrobora Nahuel, quien en su momento se sumó a las filas del rugby por curiosidad. “La gente del club fue a la escuela y nos invitaron a sumarnos a los entrenamientos. Mi papá no quería, prefería que jugara al fútbol, pero a mí me gusta más el deporte físico. Igual, lo que más me gusta es el compañerismo y el respeto que hay. Parece un deporte muy brusco, pero no es tan así. Es cuestión de aprender a jugar y a caer. La dinámica que tiene te va convenciendo”, detalla el jugador.

La tercera dificultad es la situación geográfica: al no haber más equipos en las cercanías, los “chiwankus” deben recorrer distancias largas para poder medirse con otros equipos. “En los primeros años jugábamos con equipos de Catamarca, y llegamos a ser campeones de oro en una ocasión, pero en un momento se nos planteó que debíamos decidir si pertenecíamos a la Unión de Catamarca o a la de Tucumán. Elegimos la de Tucumán pese a que también nos queda lejos. Son 107 kilómetros, y eso también es un escollo por el tema del traslado. Si bien la Municipalidad nos brinda apoyo y los padres de algunos jugadores tienen vehículos en los que nos pueden llevar, la distancia no es un tema menor”, explica el entrenador.

Todos invitados

Con el entusiasmo renovado, Cruz espera volver a sumar interesados en formar parte de las diferentes divisiones de Tafí del Valle Rugby Club. Todos son bienvenidos. “En un momento llegamos a tener muchas jugadoras de rugby también. Queremos recuperar eso. Que se sumen chicas, chicos, niños, adultos. Estamos pensando en que cuando comiencen las clases podríamos hacer alguna clínica de rugby en las escuelas para sumar chicos de ocho años en adelante”, anticipa Sergio.

“Me gustaría mucho que se pueda reflotar el club. Estamos tratando de incorporar gente nueva. Hay chicos que están empezando. Estamos tratando de que se acostumbren al juego para que en el futuro podamos pensar en armar partidos y torneos”, añade Galleguillo.

Los entrenamientos de Tafí del Valle Rugby Club son todos los martes y jueves de 19.30 a 21.30 en el Complejo Democracia. “Siempre tratamos de terminar con una tocata, algo recreativo para que los chicos se comprometan más con el juego”, comenta Cruz, e invita a todo aquel que quiera sumarse: “queremos reflotar lo que fueron los ‘chiwankus’ y que vuelva a florecer el rugby en Tafí del Valle”.

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