Al debate tucumano le falta tónica

Por Santiago Garmendia para LA GACETA.

Al debate tucumano le falta tónica
28 Enero 2024

George Bernard Shaw decía “el único gran problema con la comunicación es la ilusión de que se ha establecido”. Su postura, a la que suscribiremos, es que es un error dar por sentado que por el sólo hecho de que las palabras van y vienen estamos hablando.

No siempre se da un acuerdo tácito acerca de los términos que empleamos y por lo tanto alucinamos que estamos intercambiando datos, opiniones, recuerdos con otro, Ni siquiera estamos en verdadero desacuerdo cuando lo que prevalece es la lisa y llana confusión. La palabra que usamos es, entre otras, “malentendido”.

Claro que los malentendidos son de muchos tipos, Están los que se hacen evidentes durante la charla y “paramos la pelota” para decir “qué querés decir con …”.. La cosa es que muchas de esas confusiones perviven por lapsos increíbles. Incluso no se debe dudar que algunas nos acompañan desde los fuegos primitivos de nuestros parientes de las cavernas (por parte de padre y de madre). Un ejemplo ilustre es el término “alma”, que para los griegos es simplemente vida, lo que crece y muere. El tratado sobre el alma de Aristóteles es una obra para el Lillo, antes que para la teología. Fueron los exégetas bíblicos quienes han interpretado e impuesto el sentido dualista cristiano. Un alma sin cuerpo era impensable para los griegos. Un griego y un tucumano hablando de la inmortalidad del alma es peor que hablando sobre la eternidad del cangrejo.

En fin, permítanme un ejemplo más coloquial. . La situación fue la llamada de un tío muy querido, algo estructurado, que se autodefine como pasado de moda hace más de cincuenta años. Describe cualquier práctica tecnológica, por caso mandar un correo electrónico, con el asombro y el pesimismo de los que piensan que el mundo está cada vez más perdido. La cuestión es que suena al teléfono el Ingeniero Cacho Roldán.

-Buenas tardes, “Profesor”, ¿cómo anda usted?

-Hola Cacho.

-Necesito su sabiduría en un asunto muy importante.

O sea una boludez, según me tenía acostumbrado con sus ironías y, por simple inducción de las últimas cien preguntas que me hizo.

-Usted que sabe, Dónde puedo comprar un buen “yin” (fonéticamente,/ˈjɪn/, atentos al dato).

Mi interpretación, que di por sentada, era que buscaba un pantalón “vaquero”, que le llaman, Sin embargo su intención era comprar una botella de Gin, bebida de moda.

-Mirá Cacho, para mí todos los yin son iguales.

-!Pero para mí también! Encima veo y hay desde cuatro mil a cien mil pesos…

-Y te quedás corto,,, Pero el asunto es más que nada que te venden la marca.

-¡Claro! Es para mi hijo que viene desde el sur,

-¿Y no trae él uno? - rápido yo.

-No sé,..no creo, pero lo mismo le quiero dar uno cuando llegue, Que le dure lo que le dure, después se comprará sólo él.

-¡Si le va a durar! Mirá andate a una casa de yins del centro y preguntale al vendedor qué tiene y qué conviene, si te tirás un poquito más arriba que el de peor marca. El tema es que para quedar bien no podés comprarlo en Tienda San Juan, ponele. El envoltorio es importante.

-!Desde luego! Es que los vendedores no son lo que eran antes, Son pendejos que juntan unos mangos y pueden vender yin o remeras.

-Y sí, Bah la verdad que no soy tan del yin.

-Tienen nombres raros, Shelby, Bulldog, Heisse, Otro siete no sé qué,

-Es que ya no es como antes, que uno usaba una marca y no cambiaba . Me suenan todos. (¡Dije honestamente!). No gastes menos de diez lucas.

-Bueno profe, muchas gracias, tiene razón. Le digo al vendedor que esté en ese rango.

-Dale Cacho querido, saludos.

-A vos. !Ah, y si quiere Fernet que vaya solito a comprar como corresponde!

-¡Más vale!. Asentí.

No descartemos que nos pase esto mismo, o peor, cuando los argentinos usamos estos días palabras como “libertad”, “cambio” y “unión”.

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