Un río revuelto por las Ganancias del pescador electoral

Un río revuelto por las Ganancias del pescador electoral

El problema para el gobernante es que la sociedad le dijo “basta!” a tanto despilfarro.

Sergio Massa. Sergio Massa. ARCHIVO

No hay plata. Lo dice Javier Milei y lo repiten los gobernadores de cualquier signo político. La política se ajustó el cinturón por tantos desequilibrios económicos acumulados a lo largo de varias décadas. Vivir de lo que se genera no ha sido la regla general. Siempre se apuntó hacia la opulencia, disimulada con una galopante inflación que golpeaba -y aún sigue haciéndolo- el bolsillo de los argentinos, pero que licúa el endeudamiento público. El déficit asoma en las cuentas públicas. Los tiempos de asistencia financiera de mediano y largo plazo han llegado a su fin. La bicicleta dejó de funcionar. Las provincias ya no tienen margen para endeudarse en el mismo ejercicio mensual y abonar los compromisos a fines de cada mes. El “rojo” fiscal se acumula y eso es un riesgo que implica más emisión (en el caso del Estado nacional) o más impuestos (si se toma en cuenta el mecanismo de financiamiento de las provincias). El problema para el gobernante es que la sociedad le dijo “basta!” a tanto despilfarro.

Tucumán no escapa a la regla general. Hace ocho años, José Alperovich dejó la gobernación declarando que dejaba a su sucesor, Juan Manzur, el equivalente a cuatro planillas salariales. Hoy Osvaldo Jaldo recibió de Manzur un esquema de uso del giro por descubierto del Banco Macro, agente financiero de la Provincia, y de los adelantos del Fondo Fiduciario. Eso implica recibir dinero en los primeros días del mes, pagar los salarios, juntar fondos para después, al final del período, devolver lo utilizado más los intereses que genera la operatoria.

El actual gobernador sabía de este problema, pero no tanto de su profundidad. La herencia es tan pesada como la que recibieron y recibirán sus pares de otras provincias. Rogelio Frigerio, gobernador de Entre Ríos y ex ministro del Interior del gobierno de Mauricio Macri, ha puesto negro sobre blanco respecto de que los anuncios electorales del actual ministro de Economía y candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, han golpeado con fuerza las cuentas provinciales. Frigerio aludió al aumento del mínimo no imponible de Ganancias y la devolución del IVA, dos impuestos coparticipables.
En medio de un río revuelto en el oficialismo, las Ganancias deberían haber sido capitalizadas por el pescador electoral. Las urnas le dieron la espalda a Massa, más allá de los anuncios.

Al presentar el proyecto de Presupuesto 2024, Jaldo ha expuesto, junto con su ministro de Economía Daniel Abad, que esas medidas que contribuyeron a apuntalar la campaña de Massa le costarán no menos de $ 78.000 millones a Tucumán durante 2024. “Una masa salarial nos falta a todos y eso complica el pago de sueldos, el aguinaldo y vencimiento de deudas”, expuso el entrerriano. No le erró en el cálculo. Jaldo sabe que no dispondrá de ese dinero y que al “regalo” que le dejó su antecesor en el cargo le debe sumar la retracción coparticipable. No dice nada públicamente, pero sí lo reconoce en los papeles. La iniciativa para modificar las alícuotas impositivas provinciales contiene un término que lo corrobora: déficit.

Al tranqueño no le quedaba otra alternativa que avanzar con el plan de austeridad, de restricción presupuestaria o de ajuste fiscal, según el prisma con que se mire. Hay $ 220.000 millones menos en el presupuesto del año que viene respecto del que elevó Manzur el 27 de octubre pasado. No es milagro; es la necesidad de adecuarse al momento que vive el país. Nada será gratis, mucho menos cuando la Casa Rosada se tiña de violeta y, en algunas oficinas, de amarillo.

El peronismo tendrá que pedir audiencia cada vez que quiera hablar con Milei. Las transferencias discrecionales serán una herramienta financiera del pasado, que alguna vez utilizó con fuerza Tucumán cuando Manzur era jefe de Gabinete de ministros de la Nación. Hasta octubre, la provincia era el tercer distrito más favorecido por la gestión del presidente Alberto Fernández con un giro de fondos no automáticos por $ 12.394 millones (5,2% del total), una suba real del 17,3% real en la comparación interanual.

No fue casualidad. Massa tenía serias aspiraciones a marcar una diferencia de votos en el sexto distrito electoral más importante de la Argentina. Jaldo obtuvo los sufragios prometidos en la segunda vuelta, pero no pudo detener la ola violeta, mucho menos canalizar el hartazgo de la sociedad contra un Gobierno que acumuló una inflación del 843,4% en casi cuatro años de mandato.
Además, en los 15 meses que Massa lleva al frente del Palacio de Hacienda el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registra una suba del 202,6%, similar a la inflación acumulada durante los primeros 32 meses de la gestión (211,8%), según un diagnóstico de la Fundación Libertad y Progreso.

Jaldo está en boca de los analistas económicos nacionales. No hay foro en los que no se hable de las medidas adoptadas por el gobernador tucumano para ponerse a tono con las políticas que anticipó el líder de La Libertad Avanza. Algunos operadores del mercado consideran que esas acciones que se emprenderán en la provincia le ha marcado la cancha al resto de los distritos subnacionales.

El interrogante que se plantea entre las consultoras privadas es la magnitud del ajuste que están dispuestos a realizar los gobernadores. Eso fue tema de análisis en ambos frentes de mandatarios provinciales, los que responden a Juntos por el Cambio y los que tienen la sigla del Partido Justicialista más sus aliados.
La eliminación de la Unidad de Reconversión Laboral (Unrel), a su vez, ha sido una señal de la nueva administración de la Casa de Gobierno de que las restricciones presupuestarias son cosa seria y que deben ser imitadas por intendentes, por comisionados rurales, pero también por los otros dos poderes del Estado: el Legislativo y el Judicial, que aún no han dado a conocer detalles de cómo se ubicarán en la nueva realidad financiera.
Jaldo ha decidido sentarse en la caja de la misma manera que Milei lo hará en la Nación a partir del 10 de diciembre, cuando asuma como Presidente.

Jaldo es consciente de que los decretos que firmó tendrán consecuencias políticas; de hecho, cada vez son mayores los cuestionamientos internos a la conformación de un gabinete pluripartidario. Lo que importan son los resultados, dicen en su entorno.
El anuncio anticipado de que pagará el medio aguinaldo antes de Navidad ha sido también otro factor diferencial respecto de otros distritos del país. Las dificultades fueron planteadas por Ignacio Torres, gobernador electo de Chubut de Juntos por el Cambio, como también del propio Frigerio, que ayer mismo recibió la respuesta del actual mandatario, Gustavo Bordet, que dijo que están los fondos para saldar esa obligación.
Las dudas también embargaron al gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, que resaltó que, con sus acciones electorales, Massa ha minado el terreno financiero de las provincias. Varios intendentes de Buenos Aires le hicieron saber al gobernador, Axel Kicillof, que necesitarán de su asistencia para poder pagar el aguinaldo.

Los recursos no alcanzan. El endeudamiento vuelve a ser moneda corriente. La Argentina no tiene aún un plan para estabilizar su macroeconomía. La demanda de pesos será creciente en el último mes del año y nadie arriesga a predecir cuánto costará el dólar. La motosierra o el bisturí marcará el tamaño del recorte en el Estado para ponerse a tono a la demanda social que, en las urnas, expresó su deseo de apostar por un Estado más eficiente y menos costoso.

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