Monteagudo, el prócer tucumano de la novela “El Diablo” y que enamoró a la autora

Monteagudo, el prócer tucumano de la novela “El Diablo” y que enamoró a la autora

En el auditorio del Colegio de Graduados en Ciencias Económicas la escritora y periodista Florencia Canale presentó ayer su libro “El diablo”. Se trata de una novela histórica sobre el prócer tucumano Bernardo de Monteagudo, hombre de confianza de San Martín y colaborador de Bolívar y O’Higgins.

PUBLICO EXPECTANTE. Canale contestó las preguntas de los presentes, sobre detalles del prócer. Incluso lo que pensaría Monteagudo hoy sobre el FMI. PUBLICO EXPECTANTE. Canale contestó las preguntas de los presentes, sobre detalles del prócer. Incluso lo que pensaría Monteagudo hoy sobre el FMI. La Gaceta / fotos de Diego Aráoz

La enjundia en la descripción del contenido de su nuevo libro “El Diablo”, tiene una conexión directa con ese enamoramiento de la autora sobre el personaje, más allá de lo literario. Florencia Canale presentó ayer su última obra en el auditorio del Colegio de Graduados en Ciencias Económicas, donde explicó los pormenores de una novela histórica sobre el tucumano Bernardo de Monteagudo, y las controversias y hazañas del hombre de confianza del general José de San Martín y colaborador de Simón Bolívar y Bernardo O’Higgins en los procesos de liberación de América.

Sobre el nombre del libro, ella apuntó que así lo llamaban en esa época a Monteagudo: “El Diablo”. “Es una vida que es digna de ser leída. A mi me conmovió y siento que puede también generar las ganas en el lector o lectora; es que fue un hombre que tuvo todas las de perder y se sobrepuso a su destino”.

Al respecto, Canale cuenta que Monteagudo nació en Tucumán el 20 de agosto de 1789, fue un chico pobre y sin ninguna oportunidad de sobreponerse a esa realidad (cuenta en el libro que el pionero revolucionario era hijo de una mulata y el español Miguel Monteagudo, aunque algunos dicen, de un cura), y terminó en el panteón de los hombres más importantes de nuestra Patria.

“Esto fue gracias a una madre, esclava, Catalina Cáceres, que supo que tenía un niño brillante, un chico despierto, y que debía ser educado, que debía aprender a leer y a escribir para sobreponerse a su realidad con estudios”. Y agregó: “la movilidad ascendente de Monteagudo venció lo que hoy sería la brecha entre pobres y ricos, que era enorme entonces, porque era el siglo XIX”.

Ponderó también la capacidad de “este muchacho que se recibió de abogado a los 18 años, en Chuquisaca, donde estudiaba la élite de América, los ricos y los de familia con escudos. Él era pobre y sin linaje, y se recibió con honores”.

Y Canale lo ubica como un ejemplo para los jóvenes, al referirse a que se abrió camino entre los poderosos del Río de la Plata a pesar de su origen. Y también de los sobrenombres despectivos y discriminadores con que lo nombraban: “negro trepador”, “mulato”, “intruso”. “Pero nada lo detuvo, su fuerza y convicción lo lanzaban hacia adelante”.

El héroe clásico

Y otra vez le aflora en la entrevista el enamoramiento por Monteagudo. “Es asombroso, es deslumbrante la vida de este muchacho que logra sobreponerse a la infinidad de obstáculos que se le presentaban..., ese es el camino del héroe clásico. Y muere joven, además. Es el que se cae y se levanta”. Y regresa entonces a reflejarlo como ejemplo para los jóvenes “que ven frustadas sus ilusiones o proyectos y no saben qué hacer y se abandonan”.

¿También cuenta aventuras íntimas de Monteagudo y otros personajes mujeres de la historia?

-Contar su vida amorosa, aún lo más íntimo, no lo baja del pedestal, porque era un hombre. Vivía con las actitudes y acciones de un hombre. Hay amores, desamores, sinsabores, todo tipo de cosas de un ser humano en la novela. Eso sí, seguía detrás de sus ideales y convicciones. Fue claro, un jacobino que no era traidor, algo común en esa época”.

Remarca con énfasis que Monteagudo fue un idealista que ejecutaba sus ideas. “En realidad eran todos. Era el siglo XIX, del romanticismo. No hablo del amoroso, sino del filosófico y político, y “El diablo” era un digno hijo de su tiempo, que se destacó a pesar de los obstáculos y problemas”.

La escritora insiste en reivindicar la figura del prócer tucumano, su influencia en la política y en la revolución. También su personalidad avasalladora en el terreno amoroso. “Era un casanova, un tremendo amante. Tenía todo para dar. Era guapo, era bello, un morocho bello y brillante”.

Precisa que las mujeres caían rendidas a sus pies, y que habría tenido un supuesto amorío con Remedios de Escalada, la esposa de su amigo íntimo, San Martín. Afirma que el tucumano la conoció antes que el libertador de Chile. “Decían que el general fue su gran amor y Monteagudo su gran pasión”.

La presentación

La presentación de la novela “El diablo” se enmarcó en el ciclo de conferencias de LA GACETA, esta vez con un formato innovador. Estuvo a cargo de la periodista de nuestro diario, Alejandra Casas Cau, quien fue llevando la exposición con preguntas referidas al libro y su protagonista, y luego con las de los participantes sobre sus inquietudes al respecto. La actividad estuvo organizada en colaboración con la editorial Planeta.

LA PRESENTACIÓN: Florencia Canale desarrolla los detalles de su libro “el Diablo”, a través de las preguntas de Alejandra Casas Cau. LA PRESENTACIÓN: Florencia Canale desarrolla los detalles de su libro “el Diablo”, a través de las preguntas de Alejandra Casas Cau.

Canale se convirtió en una referente ineludible dentro del género de la novela histórica. Es periodista y trabajó en diversos medios como Noticias, Gente, Veintitrés e Infobae, entre otros. Su primera novela, “Pasión y traición”, fue publicada en 2011 y es un best seller indiscutido que lleva publicadas más de 10 ediciones. Es autora de otros nueve éxitos editoriales.

Al final de la entrevista con LA GACETA, le consultamos si el tucumano era un depredador sexual: “era un hombre que conquistaba mentes y cuerpos. Tenía prestancia y seguridad”.

Y le preguntamos también qué haría ella, tan enamorada de Monteagudo, si lo tuviera hoy al lado: “lo sigo”. ¿Te casarías? “Seguramente”. “Pero él no se querría casar conmigo. No se quiso casar con nadie. A mi me conquistó inmediatamente. Un hombre como Monteagudo quiero”.

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