Siembra directa: Argentina, vanguardia mundial

Siembra directa: Argentina, vanguardia mundial

Aproximadamente, una de cada cuatro hectáreas en el globo sembradas mediante este sistema se encuentra en nuestro país. Aquí comenzó a utilizarse esta práctica durante la década del 70. Los beneficios en la agricultura -y en la ganadería- son múltiples. En particular, cejó con la degradación del suelo. En Tucumán, esta metodología supera el 95% en lo que respecta a granos.

Siembra directa: Argentina, vanguardia mundial

La introducción de la siembra directa en el país marco un hito en lo que se refiere a producir de manera sustentable diversos alimentos y, a la vez, cuidar el ambiente.

En una entrevista que le realizaron al actual presidente de Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), Marcelo Torres, este indicó que este sistema es el primer paso para una agricultura más sustentable, por dos cuestiones básicas: evita el efecto invernadero y reduce el uso de combustibles fósiles. Se trata de los primeros beneficios, aunque hay muchos más. “Pero pensando en el planeta esos son estratégicos”, decía.

Esta forma de producir nace en la Argentina en la década de 1970, con diversas investigaciones que buscaban remplazar el uso de la agricultura convencional, basada en las labranzas de los suelos, que fue el modelo de trabajo agrícola que la humanidad aplicó desde sus inicios, hace más de 10.000 años. Bajo esta concepción de la agricultura, la labranza era vista como una pieza clave e ineludible a la hora de producir granos y forrajes. El paquete tecnológico reinante de la producción con labranzas incluía prácticas como arar, rastrear y quemar los residuos, dejando el suelo totalmente pulverizado. Sin embargo, y aun reconociendo que sirvió para alimentar a la humanidad en el pasado, la agricultura convencional, por vía de la erosión de los suelos, y por la aplicación de un criterio de explotación, minero o extractivo de los recursos, en muchos casos hizo llegar a extremos de deterioro de magnitud escalofriante.

Se afirmaba que con la labranza se perdía más de 10 toneladas de suelo por tonelada de grano producido, algo totalmente fuera de lugar.

Por suerte llego la siembra directa; y esos problemas empezaron a desaparecer.

Actualmente en nuestro país es una herramienta básica en la producción de granos estivales e invernales, y su implementación fue muy rápida debido a los beneficios que se lograron.

En la Argentina, en la campaña 2021/22, la adopción de siembra directa alcanzó el 90% del área sembrada. De las más de 106 millones de hectáreas cultivadas en siembra directa a nivel mundial, aproximadamente la mitad corresponde a países de América latina; y de ellas, el 50% están en la Argentina.

Entre cereales y oleaginosas, en nuestro país se siembran valores que rondan las 38 millones de hectáreas; y con siembra directa se hace un porcentaje que llega al 90% o más, según los años.

Precisar el porcentaje de adopción de esta tecnología en las diferentes provincias resultaría difícil, porque en las diferentes campañas se dan muchas variaciones. Pero lo destacable es que su aceptación fue mayoritaria; y actualmente muchas provincias producen granos en casi su totalidad de superficie bajo este sistema productivo.

La Argentina actualmente mantiene un liderazgo en el uso de la siembra directa, la tecnología agropecuaria más importante implementada en los últimos años. Su adopción ayudó a revertir la degradación del suelo, permitió la expansión de la agricultura y de la ganadería en áreas marginales, mejoró la rentabilidad de la agricultura y aumentó la sostenibilidad de los sistemas agropecuarios en los diferentes rincones del país.

La agricultura conservacionista -dentro de la cual se encuentra la siembra directa (sistema productivo basado en la ausencia de labranzas, en las rotaciones y en el mantenimiento de los suelos cubiertos por los rastrojos)- cambió el modelo reinante; proponiendo una nueva agricultura capaz de resolver la disyuntiva entre productividad y ambiente.

Al estado del conocimiento actual, se vislumbra como la alternativa productiva que mejor conjuga los intereses, muchas veces contrapuestos, de alcanzar una producción económicamente rentable para las empresas, ambientalmente sustentable, y socialmente aceptada.

Es este sentido, en Tucumán resulta necesario rescatar el trabajo de extensionista que tuvieron los técnicos involucrados en esta nueva herramienta que se implementó hace ya varios años y de la cual nuestra provincia es muy representativo al superar el 95% de aplicación en las siembras de granos.

La siembra directa permite que se disminuya la erosión eólica en un 96%, y la compactación del suelo, mejorando su estructura e incrementando su fertilidad.

Genera una menor emisión de gases de efecto invernadero (Carbono) a la atmósfera. La siembra directa es una herramienta que aumenta la productividad a largo plazo, incorporando nuevas áreas de producción y al final una reducción de los costos en la producción de granos.

Este fue un gran avance que tuvo como protagonistas a los productores, acompañados por el asesoramiento permanente de instituciones como la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y que permitieron en conjunto mostrar sus beneficios e incorporarlos rápidamente al sistema productivo.

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