
Totalmente imbuido en la campaña electoral nacional, en los últimos días el gobernador José Alperovich se esforzó por mostrar que no sólo se interesa por captar el sufragio de los sectores más humildes de la población, sino que salió a seducir al votante de ingresos medios y altos con una imagen de gestor eficiente. Así, como nunca desde que asumió la gobernación en 2003, se lo vio muy activo interesándose en los problemas empresarios y se preocupó de realizar anuncios positivos, que habrá que ver si derivan en resultados concretos.
A pocas semanas de las elecciones generales, en las que Alperovich intentará aportar un gran caudal de votos a la impredecible candidata oficial a la Presidencia, Cristina Fernández de Kirchner, el gobernador tucumano desarrolló una agenda empresaria digna de un gran estadista (atrás parece haber quedado el bochorno que protagonizó cuando decidió no apoyar económicamente a la Expo Tucumán 2007, que organiza la Sociedad Rural). En la Casa de Gobierno, presentó potenciales inversores externos para construir un hotel cinco estrellas y el bendito centro de convenciones, tras la fallida gestión con Casino Club. También decidió ocuparse personalmente de propiciar cambios en la Ley de Biocombustibles, de manera que los ingenios puedan elaborar alcohol para naftas cuando entre en vigencia la norma, en 2010. Luego, llevó a su despacho a las autoridades de TN&Platex (propietaria de la textil tucumana Pol Ambrosio) para que estas informen -de mala gana, por cierto- que habían comprado Algodonera San Nicolás, que posee una planta en Tucumán. También recibió a las autoridades del ingenio Ledesma, de Jujuy, y, para esta semana, prepara el espectáculo principal: el miércoles, sentará en la Casa Rosada a los popes de la industria azucarera con el presidente Néstor Kirchner. Usualmente, las modificaciones a una ley -como la de Biocombustibles, en este caso- no hubieran sido una excusa para un encuentro con Kirchner, que demostró en varias oportunidades que no siente un gran aprecio por los empresarios, y menos si provienen de una industria tradicional como la azucarera. Pero mientras sirva para captar voluntades electorales, todo vale, evidentemente.
En principio, durante el encuentro se hablará sobre biocombustibles y nada más. Tal vez el Presidente felicite a los empresarios del sector por haber cumplido a rajatabla el acuerdo para evitar que suba el precio del azúcar, que se vende a $ 1,60 el kilo en góndola. ¿Se animarán los azucareros a plantearle en la cara a Kirchner la necesidad de que ese precio suba? ¿Acompañará Alperovich un reclamo de este tipo, que tiene gran impacto en los ingresos económicos de la provincia? Un examen para la dirigencia tucumana, pública y privada.