Un verdadero soplo de aire puro es hallar que iniciativas como la del campeonato Sub 14 de voley, que acaba de concluir en Tucumán, logran llegar a buen puerto. Aunque en cualquier torneo los resultados son los que mandan, esta vez la faz organizativa fue lo que se destacó. Y con ello, quedó para el deporte de la provincia la inocultable satisfacción de la tarea cumplida, algo que bien pueden refrendar las más de 700 personas de todo el país que participaron, entre jugadores, entrenadores y allegados.
No fue casual el trabajo dirigencial que se vio en este certamen. Con voluntad e imaginación, las cosas salieron adelante; se dejó conformes a los visitantes y no se generaron pérdidas. Sucede que, después del papelón que se vivió con el basquetbol -como consecuencia del suspendido Campeonato Argentino-, la provincia quedó en la mira en cuanto a su seriedad para albergar encuentros de esta envergadura.
La prueba fue superada con creces. Primero, por el acierto de abrir el juego y designar sedes en distintos puntos. Así, los partidos se disputaron en Banda del Río Salí, Aguilares, Famaillá, Concepción y San Miguel de Tucumán. De paso, se les dio la oportunidad a las autoridades de los clubes sede de ir haciéndose una idea de qué cosas deben ser atendidas en torneos de estas características. Los chicos fueron hospedados en complejos, escuelas, entidades y hoteles; comieron bien, fueron trasladados con seguridad a los sitios donde debían jugar y pudieron disfrutar de una sana competencia.
Lo más sorprendente del caso es que los aportes para solventar este esfuerzo salieron en su mayoría de la actividad privada. Esta vez, la mano oficial se limitó a ser un acompañamiento prácticamente simbólico. Y otro hecho llamativo fue que la diagramación de la estructura del encuentro y la puesta en escena fueron llevadas a cabo por un grupo no demasiado numeroso de personas.
En provincias como la nuestra, donde las actividades que quieren emprenderse invariablemente asignan un carácter de sine qua non a los aportes oficiales, lo sucedido con el voley debe tomarse como una demostración de que ese no es el único camino.
Los pedidos de auxilio económicos que los clubes de fútbol emiten periódicamente y la organización de competencias automovilísticas, entre otras actividades, tuvieron y tienen en el apoyo del Gobierno su talón de Aquiles. Y muchas otras actividades piden asistencia en temas tan variados como trofeos, movilidad y alojamiento, por citar algunos. Lo particular del caso es que esa ayuda, que se pide y no siempre llega, generalmente determina el éxito o no de un encuentro.
Se sabe que no se puede ser dirigente por interés económico ni por obligación. El secreto del asunto pasa por la vocación. Mucho se cuestiona la tarea que estas personas llevan a cabo. En un escenario deportivo que cambia permanentemente, el cambio en el manejo de las instituciones obliga a una visión más íntegra de la tarea. Lo importante hoy es renovar el perfil de la gente que cumple este rol. Buscar la excelencia y planificar adecuadamente son obligaciones ineludibles.
Lo sucedido esta vez bien podría ser tomado como un tema que haga reflexionar a los dirigentes de cualquiera de las disciplinas que se practican en Tucumán. El voley mostró que se puede organizar competencias sin los mentados aportes; el asunto ya no constituye una utopía. Y se logró sin levantar la voz; con un trabajo que comenzó a principios de año y se aceleró semanas antes del torneo, fundamentalmente, porque cada responsable tenía funciones bien definidas.