Un zig zag facilita los robos en una calle, dicen los vecinos

Un zig zag facilita los robos en una calle, dicen los vecinos

Los ladrones desvalijaron dos casas de La Madrid 1.400 y trataron de entrar en otras cuatro. Aseguran que tres familias de la cuadra se fueron por la inseguridad. Hay quienes añoran el tiempo del Mercado de Abasto.

NO SE VE NADA. La cuadra hace un codo, lo que impide a los vecinos poder tener mayor seguridad. la gaceta / foto de diego aráoz NO SE VE NADA. La cuadra hace un codo, lo que impide a los vecinos poder tener mayor seguridad. la gaceta / foto de diego aráoz
05 Septiembre 2016
“Hace unos años, cuando estaba el Mercado del Abasto, esto era mucho más seguro. Yo me levantaba al alba para ir a trabajar y ya había gente en la calle, llevando productos. En los últimos años se puso muy fea la cuadra”, denunció Elena Albornoz, una vecina de la calle La Madrid al 1.400. La cuadra -que está a menos de 100 metros del hotel que construyeron donde estaba el Mercado y de los edificios que albergaban a los boliches de la zona- sufrió dos escruches en el último año y otros cuatro intentos fallidos. Uno de ellos, en la casa de Albornoz, hace algunos meses. “Mi tapia era bajita. Dos muchachos la saltaron. Estaban a punto de entrar a mi casa pero pisaron una baldoza floja y mi perra se les fue encima. Quisieron escapar pero los vecinos los atraparon. Eran adolescentes, tenían 15 años”.

El que advirtió sobre esta situación fue la última víctima, Fernando Ríos, el creador de la “heladera social”. El domingo 28 de agosto alguien barreteó su puerta y se llevó dos cajas fuertes pequeñas, un celular, una tablet y cadenitas de su hija. Hasta el momento no tuvo novedades sobre lo que le robaron. La semana pasada, en diálogo con LA GACETA, había advertido que en la zona se estaban volviendo moneda corriente los escruches.

Inquietud cotidiana

“Hay tres familias que se fueron de acá por la inseguridad. No es sólo por los escruches, sino por los motoarrebatos y asaltos que se ven todos los días. No hay un solo vecino que pueda decir que no le pasó nunca nada”, relató Sandra Sleiman. La mujer se había ido a pasar Navidad a Burruyacu con su familia y al volver, descubrieron la puerta barreteada. Los delincuentes, en esa ocasión, no pudieron entrar. En total fueron tres las puertas forzadas en el último año a las que no pudieron vencer. Ante este panorama los vecinos decidieron echar mano a alarmas y a tapias gigantes.

“A fines del año pasado escuchamos un grito espantoso. Cuando fuimos a ver, una de las mujeres de la cuadra nos dijo que alguien le había entrado a su casa. Ellos habían salido a almorzar y cuando volvieron, encontraron todo dado vuelta. Esas personas modificaron toda su casa para que no les vuelva a pasar, incluyendo una pared enorme en el frente”, agregó Albornoz.

Y los que no sufrieron escruches, sufrieron asaltos. “Un domingo a la mañana, me reventaron el vidrio del auto para robarme lo que había adentro”, contó Daniel Ruiz. “Entrando a mi casa, me tiraron al suelo para sacarme la cartera. A mi hija le sacaron la billetera a punta de pistola”, agregó Silvia, quien no quiso dar su apellido.

La explicación

El caso tiene similitudes con el que se vive en Lavaisse al 1.700, donde hubo al menos seis escruches en los últimos meses. Se trata de un lugar donde las familias optan por turnarse para salir y así no dejar la casa sola. Sin embargo, en la La Madrid al 1.400 hay una particularidad a la que le echan gran parte de la culpa los vecinos: todos coincidieron en que la forma de la calle les juega en contra. La cuadra hace un zig zag al oeste de la avenida Alem. Si alguien se para a mitad de cuadra y mira a las esquinas, no puede ver la continuación de su calle. “Esto nos quita visual. Parece un pasaje. Y hasta la misma Policía sabe que esta calle es una trampa porque ellos mismos hacen los controles viales acá. Es de terror. El otro día estábamos con mi mujer en la ventana y vimos cómo asaltaban a unas nenas que volvían del colegio. Gritamos y salimos corriendo, pero no pudimos evitarlo”, explicó Ríos.

LA GACETA intentó comunicarse con las autoridades de la comisaría 3° pero no obtuvo respuesta.

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