Paulina y “Marita”: similitudes y diferencias de dos causas judiciales emblemáticas

Paulina y “Marita”: similitudes y diferencias de dos causas judiciales emblemáticas

Paulina Lebbos y María de los Ángeles Verón: estos nombres estremecen a los Tribunales. Ambas víctimas están ligadas a repercusiones estruendosas. Sus causas reflejan coincidencias y diferencias llamativas, y se presentan como dos caras de una misma búsqueda de justicia

05 Marzo 2016

Las causas “Verón” y “Lebbos” convulsionaron las instituciones: son más que dos expedientes del fuero penal de Tucumán. A su manera, cada uno de esos casos consiguió trascender los pasillos de los Tribunales para convertirse en emblemas de la búsqueda de una justicia que aún no llega para Paulina Lebbos y que llegó a medias para María de los Ángeles “Marita” Verón, cuyo destino sigue siendo un arcano.

Puertas adentro de los Tribunales, ambas causas son sinónimo de lo mismo: investigaciones deficitarias con consecuencias imprevisibles. Diez años después de la desaparición de Verón, el juicio oral y público más largo que se recuerde en la historia del Poder Judicial local terminó en escándalo. Las condenas absolutorias dictadas por la Sala II de la Cámara Penal generaron un caos: todavía hay quienes dicen que la Provincia bordeó la intervención federal y que ese riesgo obligó al ex gobernador José Alperovich a anunciar que, en adelante, haría lo que Susana Trimarco, mamá de la víctima, quisiese. A finales de 2013, la Corte ofreció otra sentencia a la presidenta de la Fundación María de los Ángeles. El proceso que derivó en condenas parciales tramitó en paralelo a las batallas judiciales que emprendieron los tres autores de las absoluciones, Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano, para evitar la destitución promovida por Trimarco. De esos camaristas, sólo el último mantiene su vocalía: sobre él pende un proceso de enjuiciamiento político judicializado, que quién sabe si alguna vez llegará a ser celebrado.

Diez años después del homicidio de Lebbos, cuyos restos aparecieron en el piedemonte a la altura de Tapia, existe un pedido de elevación a juicio pendiente de discusión en la Cámara de Apelaciones en lo Penal de Instrucción y un sólo acusado en prisión preventiva: Roberto Gómez, quien presuntamente habría usado el celular de la víctima luego de que esta desapareciese. Los detalles sobre el crimen de Paulina siguen siendo borrosos en contraste con lo que aparece más probado: el encubrimiento. Por la posible comisión de este delito están imputados el ex jefe de Policía, Hugo Raúl Sánchez; el ex subjefe de Policía, Luis Nicolás Barrera; el ex subjefe de la Regional Norte, Héctor Rubén Brito; el ex secretario de Seguridad, Eduardo Di Lella y el policía retirado Hugo Waldino Rodríguez.

Al igual que el caso “Verón”, el expediente “Lebbos” repercutió en la estructura del Poder Judicial. En 2014 y acosado por las denuncias, las críticas y los pedidos de destitución, el ex fiscal Carlos Albaca presentó la renuncia y se jubiló con el beneficio del 82% móvil. Junto a él y en las mismas condiciones se fue Luis De Mitri, ex jefe de los fiscales y defensores oficiales. Entrambos hubo reproches cruzados: a De Mitri se le achaca haber “dejado hacer” a Albaca, que durante siete años mantuvo el caso “Lebbos” con cerrojo hasta para Alberto Lebbos. El secretismo y la inacción del ex fiscal en ese expediente derivó en otro pedido de elevación a juicio, que aguarda la decisión de la Justicia. Desde el año pasado, la Corte Suprema de Justicia de Tucumán tiene en su poder la sentencia que, previo juicio oral, condenó al ex comisario de Raco, Enrique García, y al policía Manuel Yapura por la falsificación de declaraciones testimoniales y de las actas relativas al hallazgo del cuerpo de Paulina.

Honestidad brutal

“Las similitudes vienen desde el principio. Tanto Paulina como ‘Marita’ tenían una situación sociofamiliar parecida: eran mujeres de 23 años que habían sido madres a temprana edad”, reflexiona Carlos Garmendia, abogado de Trimarco, en el bar de la Fundación. El letrado recuerda que en las horas posteriores al asesinato de Lebbos, la mujer se presentó en el despacho de Alejandro Noguera, ex primer fiscal del caso separado por De Mitri luego de ser fotografiado saliendo de la casa de Alperovich. Según Garmendia, Trimarco advertía entonces un modus operandi policial semejante al que había entorpecido o enchastrado la pesquisa “Verón” y quería prevenir al Ministerio Público. Este diario intentó chequear esa versión, pero ni la mujer ni Noguera quisieron hablar. En el entorno de este último no recuerdan una reunión en tales términos. “La impunidad fue más brutal en el caso de Paulina: a Susana nunca le negaron el acceso al expediente. El interés en evitar el esclarecimiento del crimen partió de arriba para abajo en ‘Lebbos’ mientras que en ‘Verón’ fue al revés”, opina Garmendia.

Las pérdidas de sus hijas transformaron la vida de sus progenitores. El padre de ‘Marita’, Daniel Verón, y la madre de Paulina, Rosa María Racedo, fallecieron luego de los crímenes. Desesperados, cada cual a su manera y con los golpes ¿inevitables? del sistema, Lebbos y Trimarco iniciaron el camino de denuncia que los convirtió respectivamente en líderes de la lucha contra la trata y contra la impunidad. Ambos desafiaron fuerzas que parecían inexpugnables: el clan Ale en el supuesto de Verón y el oficialismo en el de Lebbos. En el medio y cuando ya la política había tomado debida nota de sus reclamos, el papá tomó distancia de la mamá y viceversa (el comentario público de Trimarco que puso en tela de juicio la llamada pista “de los hijos del poder” desató la polémica en 2013). La activista antitrata gozaba ya de la atención de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner: Lebbos, por el contrario, jamás logró que la inquilina anterior de la Casa Rosada lo recibiese, y con el tiempo recrudeció la crítica hacia Alperovich y sus aliados nacionales. Su perfil hipercrítico atrajo a fuerzas políticas opositoras -entre ellas, el Partido Obrero- y a dirigentes que hoy forman parte del Gobierno de Cambiemos, como el radical José Cano, coordinador del plan Belgrano; Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, y Laura Alonso, actual jefa de la Oficina Anticorrupción.

Hoy nadie duda de que, con los matices y excepciones de siempre, la política usó o intentó usar los casos “Lebbos” y “Verón” para sus propios fines. ¿Podía ser distinto en la Argentina atravesada por la grieta del kirchnerismo-antikirchnerismo? Más allá de esos intereses extrajudiciales, lo cierto es que las instituciones provinciales sólo se activaron cuando la Nación se involucró en los casos. Lo que resulta evidente respecto de “Verón” fue más sutil en “Lebbos”: bastó el informe de un abogado de la Secretaría de Derechos Humanos, Bernardo Lobo Bugeau, para descorrer el manto de impunidad que había echado Albaca. Con la participación del fiscal Diego López Ávila, la investigación principal llegó a la incriminación de Gómez, y de los demás policías y ex funcionarios de Seguridad del alperovichismo. Las pruebas destrozadas por el paso del tiempo impidieron avanzar en otras hipótesis como la pista “hijos del poder”: con este fundamento, López Ávila pidió el sobreseimiento -que aún no fue concedido- de Gabriel Alperovich (hijo del ex gobernador) y de Sergio Kaleñuk (hijo del fallecido secretario privado del mandatario, Alberto Kaleñuk).

De aquí a 100 años

Las causas “Lebbos” y “Verón” convulsionaron las instituciones. Trimarco consiguió que el Congreso de la Nación y la Legislatura provincial sancionaran leyes contra la trata y la prostitución; que la Justicia Federal detuviese a los hermanos Rubén “La Chancha” y Ángel “El Mono” Ale por un supuesto lavado de activos; que Alperovich removiese a Mario López Herrera, ex ministro de Seguridad Ciudadana, y a la cúpula policial, y que se abstuviese de designar a candidatos a jueces que no gozaban de su beneplácito, como Gustavo Romagnoli, que fue vetado 10 veces por ser sobrino de Cergio Morfil, ex abogado histórico de los Ale. Además, Trimarco logró que aumentaran los allanamientos en prostíbulos y subsidios públicos significativos para su ONG, que en 2014 se trasladó a una sede nueva en un terreno cedido por el Estado, con acto de inauguración encabezado a la distancia por la ex presidenta Fernández de Kirchner.

El caso “Lebbos” surtió efectos igualmente expansivos: prueba de ello son la controvertida Ley de las 4 AM -restricción de horarios nocturnos derogada al final del alperovichismo- y el destierro de los remises. La tragedia de Paulina también acabó con la carrera de Pablo Baillo, ex ministro de Seguridad al momento del crimen, y animó la conformación de la Comisión de Familiares de Víctimas de la Impunidad que todos los martes marcha en la plaza Independencia. Gracias a ese grupo que no se da por vencido, en 2014 sucedió lo imposible: los parientes de Pamela Laime, otra mujer joven asesinada en 2000 con tres hachazos en la cabeza proferidos por autores desconocidos, pudieron identificar sus restos y darles sepultura. Lebbos asimismo logró la sanción de la Ley de Testigos Protegidos, aunque la administración anterior se retiró sin reglamentarla (ello quiere decir que nunca fue aplicada). Esta es una cuenta que el padre de Paulina sigue cobrando a la gestión de Juan Manzur, lo mismo que la reglamentación de las normas de asistencia a las Víctimas de Delitos y a Adictos, y que el registro de casos impunes.

Pese a las responsabilidades que aún quedan por deslindar y a las verdades que a lo mejor se hayan perdido para siempre, los casos “Lebbos” y “Verón” se entrelazan en una ruta que pone en evidencia las falencias de la estructura encargada de castigar los delitos. Estos procesos tortuosos y torturantes interpelan a policías, magistrados, legisladores, funcionarios del Poder Ejecutivo y políticos, y conmocionan a la sociedad. Y son emblemáticos porque dan cuenta de un fenómeno más amplio, que involucra a otras víctimas de crímenes irresueltos. Tal vez de aquí a 100 años sean considerados los puntos de partida para una mejor justicia. Esta sería, al fin, la máxima reivindicación posible para los martirios de “Marita” y Paulina.

COINCIDENCIAS

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

Paulina Lebbos y María de los Ángeles Verón llevaban vidas de clase media provinciana. Ambas tenían 23 años cuando fueron borradas de la corteza terrestre. Dos niñas quedaron huérfanas: Micaela Verón y Victoria Lebbos. Sus respectivos crímenes encuadran en la categoría de violencia contra la mujer. 

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Héctor Brito

Este policía era jefe de la Brigada General de Investigaciones cuando sucedió lo de “Marita”. Horacio Verón, hermano de la víctima, dijo que Brito le exigió dinero para actuar. En 2006, cuando apareció el cuerpo de Lebbos, Brito era jefe de la Regional Norte: dos policías de Raco lo acusan de haber falsificado pruebas.  

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LA POLICÍA

Lebbos sostiene que la Policía recibió la orden de encubrir a los responsables del crimen de su hija y que esa directiva partió del ex gobernador José Alperovich (los casos por encubrimiento abonan esa teoría). Trimarco dice que su hija fue víctima de un clan, la familia Ale, que gozaba de protección política y policial.  

PESQUISAS DEFICITARIAS

Los casos “Lebbos” y “Verón” padecen la misma “enfermedad” judicial: se trata de investigaciones penales repletas de flaquezas, que originaron numerosas críticas a la actuación del Ministerio Público. Con los años, ambos expedientes se volvieron “inmanejables”. Son miles y miles de fojas, y dos rompecabezas incompletos.

LA NACIÓN

El Gobierno nacional desempeñó un rol decisivo en ambos expedientes. El respaldo del kirchnerismo allanó el camino hacia la revocación parcial del fallo absolutorio del caso “Verón”. Un abogado de la Nación, Bernardo Lobo Bugeau, firmó el informe que expuso las anomalías perpetradas por el ex fiscal Carlos Albaca en “Lebbos”. 


DIFERENCIAS

LOS RESTOS

Los familiares y amigos de Paulina Lebbos sí pudieron velar y sepultar sus restos. En cambio, el círculo afectivo de María de los Ángeles Verón aún guarda esperanzas de que la víctima aparezca con vida. En los últimos años hubo numerosas excavaciones y medidas destinadas a “rescatar” a Verón, pero todas resultaron infructuosas.   

EL ALPEROVICHISMO

Los casos “Lebbos” y “Verón” se relacionan con la política provincial desde ángulos distintos. Mientras que Alberto Lebbos siempre se mostró hipercrítico con el ex gobernador José Alperovich y su gabinete, Susana Trimarco recibió el apoyo incondicional del ex mandatario, sobre todo después del fallo absolutorio de 2012.  

EL KIRCHNERISMO

El caso “Verón” fue un estandarte del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. La ex jefa de Estado promovió la lucha contra la trata de Susana Trimarco y esgrimió su historia judicial para intentar la “democratización de la Justicia”. La ex presidenta mantuvo una posición  opuesta respecto de Alberto Lebbos, a quien nunca recibió.

EL ESTILO DE LUCHA

Trimarco se plantó contra la trata desde la Fundación “María de los Ángeles”, activismo que fue reconocido a nivel internacional. Lebbos combatió la impunidad por medio de las marchas de los martes; de la comisión de familiares de víctimas de crímenes impunes, y de la denuncia en la prensa y en las redes sociales. 

EL JUICIO 

El caso “Verón” fue debatido en forma oral y pública en 2012. Luego, la Corte revocó en forma parcial el fallo absolutorio, decisión que aún no quedó firme. El caso “Lebbos” tiene un requerimiento de elevación a juicio pendiente de definición. El año pasado hubo un juicio por encubrimiento cuyas condenas fueron apeladas.

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