La semana “negativa”

La semana “negativa”

Fueron los días donde ejerció su reinado el no. Lo padecieron Alperovich después de la visita de Randazzo y los tucumanos cuando se enteraron de que no vendrá el Papa. Un financista al que la Justicia le dijo que no.

Alberto Lebbos es un opositor. Es molesto. Incomoda. Hace ruido. Lo escuchan. Es aguerrido. Protesta. Se queja. Llora. Persevera. Grita. Se enoja. Ya no es querido entre los que gobiernan. Para muchos de ellos es alguien que merece el ostracismo. No se trata de justificar nada, pero antes que cualquiera de las características señaladas, es un papá al que le han matado la hija…

Lebbos puede -debe- oponerse, molestar, incomodar, hacer ruido, protestar, quejarse, perseverar, gritar, llorar y enojarse. Debería ser escuchado, pero, antes que nada, merece respeto.

El viernes cargó una carpeta -otra más- y fue hasta el edificio que llena de orgullo a Juan Manzur. Hasta allí llegó acompañado por un puñado de personas a las que les preocupan la violencia y la impunidad. Querían hacer ruido. Buscaban que los escucharan. Cargaban la ilusión de que las autoridades del Parlamento del NOA les llevaran el apunte.

Es posible que no hayan tenido tiempo para atenderlo. Tampoco estaba previsto recibir a este hombre. Pero también está claro que llegaron tarde y seguramente la agenda se les complicó. El alcohol y el desvelo tal vez hayan ayudado a que algunos no tengan la claridad necesaria para analizar si Lebbos era algo prioritario. El padre de Paulina es un diplomado en espera. Ha aguardado ocho años para que alguien de la Justicia se ocupe de estudiar y de investigar la muerte de su hija; por lo tanto, esperar unas horas no significa nada en su vida. Lo lamentable es que algunos representantes del pueblo no hayan podido llegar a horario porque tuvieron una larga fiesta la noche anterior. En todo caso, lo hubieran previsto y hubieran acomodado la agenda para comenzar más tarde la jornada. Estos ítems no deben haber figurado en la carpeta de Lebbos, pero fue una muestra más de violencia y de impunidad hacia la sociedad.

Por ahora, el Papa no hace milagros

La falta de respeto a un padre al que las instituciones le dieron la espalda fue un hecho incontrastable. No se trató de esos gestos que suelen abrir trasnochadas discusiones. El papa Francisco tampoco anduvo gesticulando. Sin muchas explicaciones, les pegó un mazazo a las ilusiones tucumanas. Desde el arzobispo Alfredo Zecca hasta la ministra de Educación, Silvia Temkin, pasando por el vicegobernador ad hoc, Regino Amado, y por el responsable del Turismo en la provincia, Bernardo Racedo Aragón, estuvieron frente al Papa en los últimos tiempos sin poder obtener la palabra esperada. Francisco utilizó la excusa propia de un político: “problemas de agenda”. Tres palabras y una verdadera hecatombe. Más allá del acontecimiento del Congreso Eucarístico Nacional, era una oportunidad para instalar a Tucumán en el mundo y para que se pudiera hacer un trabajo conjunto entre distintos sectores de la sociedad. Es el año del Bicentenario y Tucumán podría ser el ombligo sudamericano. Tal vez sea un mensaje de que hay milagros que el Papa no puede hacer.

Los 200 años de la Declaración de la Independencia están a la vuelta de la esquina; sin embargo, el camino para llegar parece tener un embotellamiento. Hasta hace seis meses nadie circulaba en ese sentido y hoy todos se atropellan. Tal vez la suspensión de la visita del Papa sea un bálsamo para no chocar.

Por la misma senda

Durante mucho tiempo Jiménez fue sinónimo de confusión en la Casa de Gobierno. “¿Cuál Jiménez?”, era la pregunta obligada después de oír el apellido. Y, tanto Edmundo como Jorge hacían lo posible por diferenciarse. Después del brulote impresentable que lanzó, el titular de Economía, Jorge, terminó haciendo las paces con dirigentes de la Federación Económica de Tucumán (FET). A ellos los maltrató diciéndoles que cerrasen sus negocios si no les alcanzaba. “A llorar a los velorios”, suelen decir en el barrio. No eran palabras de un ministro. Sin embargo, -¡oh sorpresa!- primó la cordura y este tipo de peleas que suele extenderse meses duró tres días. “Planteamos dar por concluida esta situación y abocarnos a las cosas importantes”; sabias y curiosas palabras de un dirigente de hoy. Pedro Omodeo, presidente de la FET, saltó el puente del desencuentro y salvó a Jiménez, que seguía balbuceando la típica salida del funcionario: “me sacaron de contexto”.

El otro Jiménez no se enredó. Anduvo sin vueltas. No tuvo ni palabras públicas ni desmentidos. Pero sus órdenes quedaron claras cuando en la presentación del proyecto del Código Procesal Penal brillaron por sus ausencias los fiscales Adriana Giannoni, Edgardo Sánchez y el defensor oficial Hernán Molina. El trío había trabajado profusamente en este compendio pero pareciera que al nuevo ministro fiscal no le gustó, ni le gusta, y por lo tanto les negó un espacio de libertad y de creación. Los Jiménez volvieron a juntarse esta semana.

Cambio de frente

Si “Mané” Garrincha lo hubiera conocido a Domingo Amaya, hubiera sido aún mejor “amagador” y gambeteador de lo que fue. El 26 de julio el intendente de la Capital se hamacó hacia el sciolismo y este jueves apareció pegadito al mayor enemigo del motonauta, Florencio Randazzo. El ministro del Interior intentó explicar que su desembarco en la provincia se trataba de un encuentro institucional con la Universidad Nacional de Tucumán y con la intendencia de la Capital, pero en política los gestos valen más que cualquier palabra. Randazzo, que es el ministro que se encarga de la relación con las provincias (así lo dicen las obligaciones de su cartera) ni siquiera pasó a saludar al gobernador, José Alperovich, y no dudó ni un instante a la hora de zamarrear a Scioli, el candidato que eligió el gobernador tucumano. Si sólo venía a una cuestión institucional, no hacían falta sus declaraciones políticas.

Como un náufrago a la deriva, Amaya se aferra con fuerza al tronco del kirchnerismo. Flotando sobre él intenta llegar a tierra firme en los comicios de 2015. Quiere ser el más K de los candidatos. De esa manera pone en el freezer los acalorados proyectos de acciones electorales conjuntas con el PRO o con Cano y su polifacético Acuerdo Cívico.

Puede ser un amague más pero hay “sicoloradistas” que aseguran que el lord mayor ya tiene listo su partido político para ir solo en los comicios próximos. No trascendió el nombre, pero los que saben aseguran que no tendrá la palabra “frente”, pero sí el vocablo “victoria”. Y, cuando de partido se habla, no faltan los que se ponen el mote de candidatos. Así hay un abogado del foro que alguna vez fracasó en sus intentos senatoriales que podría querer repetir esos sueños de la mano de Amaya. Esta semana que ya no es, el intendente jugó fuerte. Camuflado en cuestiones institucionales, profundizó la grieta que lo separa de Alperovich, el hombre que otrora le delegó su poder, y forzó los gestos para que los K miraran con más recelo al sciolista Alperovich. No obstante, Amaya tal vez olvidó que en el tablero hay otros K quizás más poderosos que él. El tío “mc Paco” sigue acercando empresarios y millones a su proyecto “José Francisco López gobernador”.

Cuando regrese de China este ambicioso secretario de Obras Públicas de la Nación se encontrará con algunas sorpresas. Los intendentes de Las Talitas y de Alderetes que le habían jurado fidelidad anduvieron merodeando por el despacho del gobernador y no es de extrañar que muy pronto en esos municipios empiecen a proliferar las pintadas “Manzur-Jaldo”.

“Vos no, Flaco”

En este reino de los adverbios negativos, quien recibió la orden más clara fue el presidente del Concejo Deliberante. En uno de los desayunos disfrazados de reuniones de gabinete en la casa del gobernador, Santiago Cano entendió el mensaje: “vos no, Flaco”. Ya lo había escuchado cuando Alperovich eligió al ministro Pablo Yedlin como candidato a intendente por la Capital, pero esta vez no se trataba de un tema electoral. El gobernador no le quiere facilitar ni perdonar nada a Amaya. Sabe que se viene indefectiblemente un aumento del precio del boleto de ómnibus en el próximo trimestre y no quiere que el intendente se haga el tonto. En otras varias oportunidades al intendente le surgió un viaje inesperado y a la suba la terminó firmando Cano como intendente interino por ausencia de aquel. “Esta vez, no Flaco”, fue la advertencia del mandamás provincial.

Jugadores del andarivel derecho

En el PRO tratan de calibrar la brújula. Cada vez que viene Mauricio Macri, alguna candidatura queda firme, aún cuando después tengan que andar apagando los incendios que dejó a su paso. Así ocurrió después de bendecir la candidatura de Facundo Garretón en la Capital. Cuentan que a fin de mes regresará el ex presidente de Boca. Por las dudas y para que no lo vuelvan a tomar de sorpresa, Manuel Avellaneda está ensayando la sonrisa y cómo levantar el brazo para cuando anuncien que sería el candidato a intendente de Yerba Buena. También suena como uno de los postulantes para gobernador. Pero la “Ciudad Jardín” no sería la única. Advierten que Macri también propondría que el presidente de Huirapuca, Ramiro Betti, se postule en Concepción y que el abogado Miguel Diosquez haga lo mismo en Banda del Río Salí. El jefe de Gobierno de Buenos Aires podría también terminar de convencer a Alejandro Trápani para la intendencia de Tafí Viejo. En Famaillá la mirilla está puesta en Alejandro Sosa; y en Lules, en Máximo Coria.

La sorpresa la tendría guardada Fuerza Republicana. Del arcón habría desempolvado candidatos. Ricardo Bussi intentará reeditar nombres de aquella vieja fórmula que la sociedad tucumana apoyó para que gobierne Tucumán entre 1995 y 1999. Con ese objetivo es que intentará que Raúl Topa vuelva a instalarse como candidato (nacional o provincial). Todos estos movimientos son aplaudidos desde la Casa de Gobierno, que cuanto más se disecciona el espectro opositor, más tranquilos se sienten.

La tercera pata

Randazzo y el Papa sacudieron la realidad tucumana en distintos ámbitos. En la política fue ninguneado nada menos que el gobernador y en la vida tucumana, la provincia se quedó sin el gran justificativo para que todos unidos trabajen por el Bicentenario. La imagen de un financista esposado por las idas y vueltas del dinero fue la tercera pata de una semana convulsa. El gran señor “don dinero” se las trae en el “caso Rigourd”, donde no van a aparecer nunca los grandes ahorristas que pusieron billetes que nunca podrán justificar y que difícilmente puedan recuperar.

Con turbulencias se acerca el final de 2014 que está dejando como enseñanza que el problema de 2016 es 2015. ¿Quién lo hubiera dicho?

Comentarios