Marcos Aguinis: "a Israel no se lo juzga con equilibrio"

El destacado escritor cordobés, uno de los autores más leídos de nuestro país, habla aquí sobre su último libro, escrito junto al pensador Gustavo Perednik. Sabra cuenta la historia de un joven judío que lucha solo contra el imperio otomano. Se trata de Absalom Feinberg, el hombre que sembró la semilla del Mossad. “Hay un país que en este momento está entre los 38 más prósperos del mundo, que nació de las piedras y que lucha por su supervivencia porque desde antes de su nacimiento se lo quería abortar. Pero la humanidad no lo entiende”, afirma. Aguinis presentará el libro en Tucumán, el próximo jueves a las 20 hs, en el hotel Garden Park. Por Por Dolores Caviglia - Para LA GACETA - BUENOS AIRES

16 Noviembre 2014
En el centro del living hay un florero con rosas amarillas amuchadas, abiertas, grandes, perfectas que parecen derramar su color a todo: a los almohadones, a las sillas, a los adornos, a los cuadros y al sol que entra por el ventanal enorme. Sentado sobre uno de los sillones justo en el medio está Marcos Aguinis, con un jean, una camisa y un chaleco impecables, prolijo, pulcro y bien dispuesto para hablar mucho sobre su último libro y un poco de política.

- ¿Por qué elegiste contar la historia de este personaje?

- La idea se la debo a Gustavo Perednik, un argentino-israelí muy reconocido, que escribió muchas obras y que en una visita al país me narró esta historia. Inmediatamente me entusiasmé. Decidimos contarla. Al principio lo hicimos a la manera de ensayo. Pero después me di cuenta que se hacía pesado y poco interesante. Entonces le dije: “Vamos a reescribirlo todo y a darle forma de novela. Vamos a ponerle suspenso y a desarrollar aspectos que permitan ir a la profundidad de los personajes para saber qué sienten, qué los angustia, qué los oprime”. 

- ¿Cómo llegaron al título?

- Tiene que ver con esa denominación especial que se da a la nueva generación nacida en Israel. Sabra es la fruta del cactus, es muy espinosa por afuera pero dulce por dentro. Y la nueva generación israelí tuvo una mentalidad completamente distinta a la comunidad vieja, que era oscura, temerosa, resignada. Esta generación se puso a trabajar la tierra, se jugó por la ciencia. Es una mezcla curiosa. Absalom Feinberg fue el primer sabra. 

- ¿Cuesta encontrar esa primera frase que da comienzo a la historia?

- Todo el primer capítulo es el problema de cualquier novela. Es la parte que más se trabaja, que más se corrige, que más temor genera, porque allí está la puerta mágica que te hace entrar en el palacio que es el libro. Entonces, el primer capítulo es objeto de revisión permanente. Esta novela comienza con una pregunta, que se repite a lo largo del libro, y que brinda el atractivo que estimula la lectura.

A cuatro manos

- ¿Cómo construyeron el narrador?

- Cuando decidimos escribir la novela, pensamos que hacía falta crear suspenso, tensión narrativa, y que el mejor recurso sería una investigación como la que nosotros estábamos haciendo. Entonces pensé que lo interesante sería que el que investigase pasara las mismas angustias que nosotros. 

- ¿Qué estrategias se precisan a la hora de hacer una estructura como esta, en dos planos?

- Los experimentos literarios nos han enseñado que no tenemos que mantener una sola línea de narración. Al contrario, conviene que haya cortes, interacciones que generen sorpresa y aumenten la curiosidad. Es un desafío poder narrar todo eso y que no se pierda el interés ni la coherencia. 

- ¿Qué condiciones te impone contar lo real?

- Cuando yo escribo una novela histórica, soy muy cuidadoso. Me baso en la información que considero veraz. En los documentos uno a veces encuentra contradicciones y tiene que elegir. Pero lo que yo agrego es lo que supongo que los protagonistas viven en ese momento: cómo lo sienten, qué ven, qué oyen, qué imaginan. 

- ¿Es complicado escribir de a dos?

- Sí. La idea de hacerlo así fue porque nos conocíamos y Gustavo es una persona seria con quien tengo buen vínculo. Pero es complicado porque yo escribía unas páginas, se las mandaba por mail, luego él las corregía; o él escribía y hacíamos el proceso al revés. 

Israel y el antisemitismo

- ¿Por qué Israel está siempre peleando por su independencia?

- Quisimos evitar tocar en el libro el conflicto actual para no generar el concepto del bueno y el malo, para que se lea como parte de la historia. Quizá allí haya claves que ayuden a comprender la actualidad. Es cierto, hay un país que en este momento está entre los 38 más prósperos del mundo, que nació de las piedras y que lucha por su supervivencia porque desde antes de su nacimiento se lo quería abortar. Pero la humanidad no lo entiende. Y como Israel se defiende y tiene poder, es como un sabra, se lo considera el agresor, el malo y no se lo juzga con equilibrio. 

- ¿Por qué ocurre esto?

- Los judíos son el pueblo originario de Palestina. El nuevo judío significó la libertad individual, los derechos humanos, el trabajo, la cultura, la igualdad de la mujer. Todos los valores de Occidente están allí y son una espina que molesta a las tradiciones de los pueblos oprimidos por líderes que quieren dominar. 

- ¿Hay antisemitismo en la Argentina?

- Hay en todo el mundo. Incluso en lugares donde no hay judíos, porque el prejuicio está muy arraigado. La Real Academia Española en su última revisión volvió incluir la palabra “judiada”, que significa para la academia “acción mala, que tendenciosamente se consideraba propia de judíos”.

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