Un mar de textos anclados en la diversidad

Un mar de textos anclados en la diversidad

06 Abril 2014

CRÓNICA

UN MAR DE CASTILLOS PERONISTAS

CRISTIAN ALARCÓN

(Marea - Buenos Aires) 

Cristian Alarcón es una cita obligada a la hora de hablar del género crónica en Latinoamérica. Sus múltiples ocupaciones lo encuentran como editor de Anfibia, docente universitario, director de proyectos varios, orador y coordinador de jornadas periodísticas internacionales, y director de la colección Ficciones reales de Editorial Marea. En ella acaba de editar Un mar de castillos peronistas, una serie de textos que fueron publicados en la revista Debate desde 1992 en adelante.

Si bien -como dice en las palabras introductorias-, Alarcón reniega de la idea de una antología (“volver sobre los pasos del periodismo, auscultar lo viejo”), la recopilación en formato libro no los estropea, sino que los expulsa de la finitud bajo la que fueron concebidos: la prensa y su presión por la hora de cierre.

En el prólogo, Guillermo Saccomanno habla de Alarcón como un “fugitivo existencial por elección”; destaca “lo multicultural, lo multiétnico, lo diverso” de estas “aguafuertes nerviosas que nunca resbalan en el pintoresquismo”; y atisba atinadamente a Un mar de castillos peronistas como “el más confesional de sus libros”, una “autobiografía intelectual”.

Hay una continuidad temática entre texto y texto, como si los tópicos no se agotaran, sino que necesitasen seguir desplegándose capa por capa. Así como también se extinguirían las categorías al intentar definirlos: pueden ser relato breve, crónica, artículo, memorias o diario de viaje.

La sustancia a cincelar para que la historia sea contada puede ser un grupo de gimnastas de Parque Lezama o de meditación, un viaje a Las Grutas en familia o a Sierra de la Ventana, la historia detrás del asesinato de Facundo Cabral; vuelos a Medellín, Barranquilla o Barcelona; su Chile natal, los rastros de la dictadura pinochetista y las revueltas estudiantiles; el asesinato de un joven mapuche en Río Negro, el grupo de HIJOS, el tráfico de órganos, las guerras urbanas, el activismo trans o las huellas del Frente Vital (protagonista de su libro Cuando me muera quiero que me toquen cumbia). Excursiones, fiestas, amigos, epifanías, pasado, amor, resentimiento, misterio, tiempo libre, celebración popular, extranjerismo, patria y pago chico.

Lo dice Alarcón: “algo hay en el viaje y la aventura que marca y talla, que define y decide”. Una y mil realidades, la interpretación de esas mil realidades, vistas desde la óptica del intelectual inquieto, un hombre que bebe de la savia del oficio.

© LA GACETA

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Hernán Carbonel

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