Tal vez usted sea un genio
El mundo no lo sabe, pero yo soy mejor que Messi. Tal vez no jugando al fútbol (probablemente habría que desenredarme las piernas si trato de quitarle la pelota), pero seguro que en ajedrez le pego un baile y lo dejo desolado como beduino en alta mar. Y eso que nunca fui un pichón de Kasparov ni mucho menos. 

Le digo más: a lo mejor usted también podría humillar a Messi. ¿Y sabe por qué? Porque tal vez usted sea un genio. El problema es que no lo sabe. O mejor dicho, no sabe en qué. Quizás en su interior subyace un talento incomparable, que no ha tenido oportunidad de descubrir porque las circunstancias lo han empujado en otra dirección. Es más: puede que usted sea muy bueno en lo que hace, pero en otra cosa que jamás se le ocurrió sería lisa y llanamente un Fangio al volante. Partiendo de esa suposición, podríamos decir que la diferencia entre Messi y los que jamás jugaremos un Mundial no es la genialidad, sino la coyuntura.

Ya lo dijeron aquéllos dos filósofos que en realidad eran uno, Ortega y Gasset: “yo soy yo y mi circunstancia”. Es así, somos esclavos de nuestro contexto. Si Maradona hubiese nacido en Sri Lanka en lugar de Villa Fiorito, tal vez se hubiese ganado la vida domando elefantes o tendiéndole la cama a turistas adinerados, con lo que la “mano de Dios” jamás hubiese ocurrido. En sentido contrario, podríamos pensar que tal vez exista un jugador más habilidoso que Ronaldinho, más cerebral que Iniesta y naturalmente más agraciado que Cristiano Ronaldo, pero en este momento está arriando cabras en alguna montaña de Nepal, a más de 3000 kilómetros de algo parecido a una pelota. 

Piense: ¿y si fuera usted un eximio pianista cuyas manos jamás se han acercado a un piano? ¿Y si fuera capaz de avergonzar a Tiger Woods, pero la vida le ha dado un taladro en lugar de un putter? ¿Y si las horas que se pasa atendiendo el negocio le impidieran revelarse como el artista que nació para ser? Tal vez tenga suerte y algún día descubra su don oculto, con lo que alcanzará fama y fortuna con un poco de esfuerzo. O tal vez no, y siga siendo un Hendrix desperdiciado detrás de un mostrador. 

Le sugiero que la próxima vez que se mire en el espejo, piense. Ese que está ahí bien podría ser un campeón del mundo, un prodigio universal al que sólo le faltó suerte para descubrir su arte y ganar millones de dólares por aparecer en publicidades de 15 segundos.

Temas Lionel Messi
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios