La violenta protesta de productores tabacaleros

La violenta protesta de productores tabacaleros

25 Enero 2014
La protesta en la vía pública se ha convertido en la herramienta preferida de la ciudadanía en busca de ser escuchada por las autoridades. Difícilmente pase un día hábil sin que en la plaza Independencia haya una manifestación. Nuestro principal paseo público se ha convertido en una caja de resonancia de los reclamos. Hay otros que apelan a cortar las rutas como modo de presión, y en algunos se suma el componente de la violencia, como sucedió el miércoles en Juan Bautista Alberdi con un grupo de tabacaleros.

Los productores se constituyeron en las adyacencias de sede de la Caja Popular en esa ciudad para reclamar que el Gobierno provincial les iba a dar un adelanto del Fondo Especial del Tabaco inferior al que les había prometido, según ellos. La indignación fue in crescendo hasta el punto que incendiaron dos camionetas pertenecientes a la Subsecretaria de Asuntos Agrarios y Alimentos que se hallaban en el lugar. La policía reprimió con gases lacrimógenos y balas de goma; se registraron varios heridos y seis personas fueron arrestadas. Los Bomberos llegaron cuando los vehículos ya habían sido destruidos.

No era, por cierto, la primera protesta de este sector. El 9 de enero pasado, los productores de la Unión de Tabacaleros de Tucumán bloquearon el paso de los equipos de asistencia técnica del Rally Dakar y el conflicto alcanzó trascendencia nacional. “Levantamos la protesta del Dakar porque el Gobierno nos prometió que nos iba a adelantar un equivalente a $ 0,95 por kilo. Era la mitad de lo que pedíamos”, dijo un dirigente. El PE anunció esta semana que sólo se depositaría $ 0.61 por kilo, es decir, $ 3,7 millones, y se renovó el conflicto.

El gobernador criticó los graves incidentes del miércoles y adelantó que el valor de las dos camionetas incendiadas será descontado del Fondo Especial del Tabaco, “o sea que lo pagarán los productores y no la Provincia”. “No hay derecho a protestar de este modo. Tiene que haber un límite y un orden en los reclamos. Todos tienen derecho a protestar y a pedir, pero no a molestar a los demás y provocar estos desmanes. Esto no lo vamos a permitir más”, sostuvo el mandatario.

Todos los excesos son condenables y la violencia es injustificable. Parece razonable que se les descuente a los productores manifestantes el costo de los vehículos que destruyeron porque, como bien señala el gobernador, todo reclamo tiene un límite.

Pero al mismo tiempo sería interesante analizar por qué se llega a situaciones extremas. Cuando una protesta sale a la calle significa que ese sector social no se siente escuchado ni atendido por la autoridad. En los cortes de rutas que afectan a los ciudadanos, nunca se hace presente ningún funcionario gubernamental para dialogar con los manifestantes. Esta actitud de indiferencia genera mayor indignación. ¿Por qué esperar que la situación se descontrole o desemboque en violencia? La obligación de nuestros gobernantes es buscar soluciones para los problemas de la comunidad -para eso fueron elegidos-. Deben recordar que son servidores públicos.

La violencia nunca es un camino positivo para resolver un conflicto, como tampoco lo es la indiferencia, el autismo, el no dar la cara. La comunicación, el diálogo, la negociación, son las herramientas que están en la esencia de la democracia, a las cuales hay que apelar constantemente. La violencia sólo atrae violencia; aprendamos de una vez por todas a dialogar.

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