Tucumán también exporta tango

¿Es Buenos Aires la única cuna de oro del tango? ¿Solo allí puede sentirse realmente la sensualidad de sus compases, la intensidad de su ritmo? No. En Tucumán, donde históricamente el folclore se ha impuesto como la música predominante, cada vez son más los artistas que se profesionalizan en la interpretación del 2x4 y contribuyen así a hacerlo más federal. Prueba de esto es la pareja de bailarines que conforman Martín Concha Méndez (32) e Inés Alvo (29), ambos nacidos en nuestra provincia y amantes de la milonga. El talento de ambos ha tenido un importante reconocimiento: fueron invitados por la Continental Tango Company al IV Festival Internacional Perútango.

Al encuentro -que tendrá lugar en Lima, del 7 al 11 de diciembre- asistirán solo dos parejas argentinas: ellos y los porteños Silvia Guzzo y Gabriel di Sábato. También irán representantes de Venezuela, Uruguay, Colombia y Perú. "La invitación al festival surgió durante un viaje por Bolivia, adonde hicimos una exhibición. Allí conocimos a personas de distintos países que tenían nuestra misma pasión y con las que compartimos clases, milongas y salidas. De ese intercambio maravilloso surgieron ideas y ganas de pasar más tiempo juntos. Y así fue como nos hicieron esta oferta", explicó Alvo a LA GACETA.

En Perú, la pareja local no solo presentará su número en un gran espectáculo, sino que también dará clases maestras para principiantes y avanzados. "Es un orgullo llevar nuestro baile a ese país. Sabemos que para la mayoría de los participantes el tango argentino es palabra mayor, y eso nos pone muy ansiosos. Además, el hecho de que sea un festival y no una competencia generará un ambiente más cálido", agregó Concha Méndez, cuyo primer encuentro con este género se produjo hace 12 años.

Según él mismo cuenta, su arranque fue el menos ortodoxo imaginable, en una mutual de jubilados. "Yo bailaba folclore desde pequeño, pero siempre tuve curiosidad por el tango. Así que me acerqué a una mutual, donde di mis primeros pasos junto con un grupo de jóvenes", explicó. Alvo, en cambio, descubrió el ritmo luego de dedicarse 10 años a las danzas españolas. "Luego de ello estuve alejada del baile y más tarde probé con salsa, hasta que surgió la idea de tomar clases de tango. Pensaba asistir solo a una y al final decidí pagar el mes completo. A la segunda semana comencé a ir a milongas y después me di cuenta de que no podía pasar un día sin bailar".

Más goce que estética
Los bailarines -dan clases juntos en el espacio cultural El Paraíso- coincidieron en que el modo de enseñar a bailar tango está cambiando. "Los viejos maestros transmitían estructuras más rígidas de danza. Actualmente la mayoría de los talleres está a cargo de gente joven, que no copia pasos sino que trabaja con técnicas. También se está superando esa creencia de que, durante el baile, el hombre guía y la mujer se deja llevar. Ahora se aprende que ambos componentes son activos: uno propone y el otro acepta y complementa".

Alvo y Concha Méndez -que necesitan ayuda para viajar, la semana que viene- tienen bien en claro cuál es la imagen que quieren dejar en Perú: la de una pareja que goza con lo que hace. "Nuestra propuesta es buscar el disfrute y la comodidad antes que la exhibición perfecta. Dejamos en segundo plano la estética porque, cuando las personas están más preocupadas por mostrar, se pierde el sentimiento. En cambio, cuando uno siente el momento es casi una garantía que lo que muestra es lindo", indicó él.

Casi como un deseo lanzado al aire antes de viajar, Alvo expresó su anhelo de que tanto las autoridades de la provincia como el público en general apoyen cada vez más iniciativas como las que ellos emprenden. "Se ve una apertura de la gente, pero debe ser mayor. Es solo una cuestión de conocer más".