Carlos le pone muchas ganas al baile y es un gran melómano. Escucha cantantes o grupos de otras épocas, como Palito Ortega o Los Iracundos, con su madre y con su abuela. Enzo es el rapero que acapara la atención al inicio de cada show. Iván es el guía del grupo; cuando empiezan las coreografías él se pone delante de sus compañeros y los demás tratan de imitar sus movimientos. Nico es un gran bailarín, y Franco hace reír a todos cuando se compenetra con el cuarteto. Fernanda -una de las cuatro mujeres de la formación- es la que mejor se mueve; menea las caderas y no pierde el ritmo nunca. Cuando suena alguna canción ella está lista para bailar y afirma que le sobra experiencia: cursó talleres de danzas árabes y de folclore. Yamila tiene lo suyo: es elegante, alta, y su rostro se ve relajado cuando sigue al pie de la letra las coreografías. "Tiene carisma", sugirió su profesora, Betty Escobar.
Cada uno de estos jóvenes tiene una discapacidad intelectual que afecta el nivel cognitivo. Pero no fue un impedimento para armar un grupo coreográfico cuyo principal objetivo es ser tratado sin diferencias.
Los chicos son alumnos del servicio de educación integral secundaria especial del instituto Edapi (Escuela de Educación Especial e Integración Escolar). A partir de un programa de inclusión ellos participan en las semanas de los colegios.
La primera experiencia se llevó a cabo el 4 de este mes en el Tulio. Anoche subieron al escenario del María Auxiliadora. El próximo martes competirán en el bowling de Yerba Buena, y el 30 de octubre estarán en el San Francisco. Además, ya cuentan con otras invitaciones fuera de la capital tucumana.
Nervios y satisfacción
La emoción, la adrenalina y la hospitalidad sobraron durante ese primer encuentro en el Tulio. Fue todo un éxito, a tal punto que ahora todos los alumnos del Edapi quieren sumarse al grupo autodenominado "Edapi Revolution".
"Me emocioné mucho después de la coreo en el Tulio y lloré. Estaba nerviosa, pero contenta a la vez", comentó Fernanda Almaraz, de 20 años. Para Carlos Mauricio Rocha todo fue muy divertido y distendido. "A mí me salió rebien; bailé como Aníbal Pachano. Y nuestras próximas presentaciones serán espectaculares", se jactó Carlos, el más alto de la alineación, mientras sus compañeros se reían de la comparación.
Viviana Herrera de Mansilla, fundadora y directora de Edapi junto con Rossana Cipri, comentó que esta propuesta surgió a partir de los nuevos lineamientos de educación especial, que están fundamentados en el concepto de inclusión.
"Este año decidimos seguir adelante con la idea de que los chicos participaran en las semanas de los colegios presentando una coreo. Entonces se nos ocurrió formar el grupo y contactamos a Lucas Mata, que es coreógrafo y además, está vinculado con nosotros porque tiene un hermano -Hernán- que es alumno de Edapi. Él enriqueció mucho este proyecto", relató Herrera de Mansilla.
A Edapi concurren cerca de 160 alumnos, de 6 a 25 años, con necesidades educativas derivadas de una discapacidad. Allí estudian niños y jóvenes con síndrome de Down o con un retraso mental leve.
El instituto brinda tres servicios: educación primaria especial, secundaria integral especial y el servicio de integración escolar.
Las clases de coreografías comenzaron este año y no fueron un arduo trabajo para Mata. "La música los ayuda a liberarse, los alegra, y pueden expresarse a través de los estilos que más les gustan. Se mueven más con el cuarteto, pero algunos prefieren el folclore. Suben al escenario y parece como si bailaran de toda la vida", comentó Hernán, que es bailarín de la Academia de Ritmo Latino. También resaltó la importancia de que este proyecto de integración sea reproducido por otras instituciones de este tipo. Adriana Romo, la madre de Hernán y de Lucas, no oculta su emoción al verlos trabajar juntos. "Esto es algo impresionante para mí -se emociona-, un orgullo como familia".
En el escenario
No hay pánico escénico antes de cada coreografía. Tampoco se ponen nerviosos al subir al escenario. Se animan a todo porque están contentos y felices. Sus profesores se sorprenden al verlos bailar. Consideran que son muy valientes al pararse frente a tantas personas, con las luces y los aplausos generosos dirigidos a ellos. Cuando sus maestros les preguntan qué esperan de su público, ellos contestan con seguridad: "que la gente grite cosas lindas", "que nos aplaudan", "que nos saquen fotos", "que les tiren besos a las chicas".
Al final de cada coreografía, el ritmo y el volumen de la música se levantan, al igual que un cartel que dice: "Edapi Revolution. Somos igual a vos".