"Uno de los problemas centrales de la Argentina es el cortoplacismo"

"Uno de los problemas centrales de la Argentina es el cortoplacismo"

Dejó la presidencia del Banco Central en el verano de 2010 y contó su experiencia de gestión en Sin reservas, un libro que atrajo a los lectores y desató polémicas. Aquí nos cuenta qué ocurrió en la economía argentina desde entonces, qué piensa de los subsidios y cómo analiza las elecciones norteamericanas.

 DYN DYN
07 Octubre 2012

- Después de su salida del Banco Central, en enero de 2010, publicó Sin reservas, un libro que relataba parte de su gestión pública. ¿Qué cambió fundamentalmente a partir de entonces?

- En enero de 2010 se tomó la decisión de convertir al Banco Central en una caja para financiar los deseos de la Presidenta, sin ningún tipo de control. Un límite al poder absoluto, fue el subtítulo de mi libro, porque de eso se trató. Lamentablemente, se produjo lo que advertimos en ese momento. Decíamos que la utilización de reservas generaría mayor emisión monetaria, desprotección a los ahorristas y atraso cambiario. Con menos dólares baja la capacidad de maniobra del Banco Central. Las restricciones de acceso al dólar han tenido como correlato una caída muy fuerte de la producción. Esto ocurre porque muchos no pueden manejar sus propios inventarios por las piezas que vienen del exterior, cuyo ingreso depende de los designios de un funcionario.

- Barack Obama, con una tasa superior al 8% de desempleo -que históricamente ha sido un límite para las aspiraciones presidenciales-, parece encaminarse con relativa comodidad a su reelección. ¿Cómo analiza el escenario electoral norteamericano?

- Su posible triunfo parece deberse más a defectos ajenos que a virtudes propias. Creo que, antes de los públicos deslices que ha tenido su rival, la plataforma electoral de Mitt Romney estaba muy a la derecha del pensamiento del ciudadano medio norteamericano. Me parece que la presidencia de Obama no ha tenido grandes luces. Estuvo deslocalizada respecto del principal problema, que era la crisis económica, y pretendió atender muchos temas al mismo tiempo. Cuestiones de salud, seguridad social, militares, de género, etcétera, en lugar de atacar a fondo el desempleo, que bajó de un 9% a un 8,2%. El desempleo sigue siendo muy alto y muestra una política económica no suficientemente efectiva para enfrentar un gran problema.

- Usted afirmó que en la Argentina el consumo puede mantener niveles relativamente altos, pero que el empleo es la variable que cayó de manera sostenida en los últimos tiempos y que seguirá cayendo.

- Quiero ser claro en este punto. La caída será gradual y sostenida.

- ¿Cuánto pesa el empleo público y los planes sociales en materia electoral?

- Estimo que hay un núcleo duro que representa un 30% del electorado y que puede sufrir temor, generado desde el Gobierno, de perder lo que tiene. Pero es indudable que cualquiera que aspire a gobernar en 2015 debe garantizar aspectos muy buenos como la asignación universal por hijo, que el Gobierno se niega a sostenerla por ley en lugar de sostenerla por decreto. Esto último implica que puede sacarse de un plumazo. Eso contribuye al temor de su eliminación y a la generación de un electorado más dependiente. Quienes quieran gobernar deberán plantear una economía que genere trabajo que a su vez permita, en un programa de cuatro años, sustituir los subsidios.

- ¿En qué medida cree que la mayor parte de la gente comprende la trascendencia de las políticas de largo plazo, ligadas a los estímulos a la inversión, en contraposición a las más inmediatas, como las que incentivan el consumo?

- Hay poca comprensión en general pero también en el propio empresariado. Uno de los problemas centrales de la Argentina es el cortoplacismo. Pero esto se nota en particular en el Gobierno. Vemos cómo cambian en cuestión de horas las resoluciones de la AFIP o de la Secretaría de Comercio. No hay una visión estratégica. Yo les reclamo a los empresarios, que son los accionistas permanentes de la Argentina, que deben ver más allá de su realidad micro, como lo hace el empresariado de Brasil o de Chile. Pero también es cierto que la economía diaria planteada por la dinámica gubernamental hace difícil comprender acabadamente cómo interactúan el consumo, la inversión y el sector externo.

- En 2010, la Presidenta le dijo que la economía se maneja con poder político. ¿En qué medida cree que esto es viable?

- Disiento con esa receta que genera una economía del apriete que hace que se crezca muy por debajo de su potencial. Con una buena calidad de política económica podríamos estar creciendo al 5%, como ocurre con Colombia o con Chile, y con tasas de inflación debajo del 5%. Perú crecerá este año un 6,4% y tiene un presidente como Ollanta Humala, representativo de una clase política latinoamericana que no es de derecha ni de izquierda sino con sentido común y que busca generar crecimiento con inclusión social.

- ¿Hay un nuevo libro en el horizonte?

- Mi tarea profesional es muy amplia. Trabajo con mi equipo en muchas empresas, asesorándolas sobre la evolución de las principales variables económicas, y también con gobernadores e intendentes sobre políticas públicas. También fui recientemente nombrado miembro del Tribunal de Solución de Controversias de la Organización Mundial de Comercio, con lo cual estoy con poco tiempo para sentarme a escribir un nuevo libro. Pero tengo en mente uno que enfoque cómo debe perfilarse el gasto social para salir de la economía del subsidio y transformarse en una economía del trabajo.

© LA GACETA



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