La esforzada y noble labor de los bomberos

La esforzada y noble labor de los bomberos

08 Junio 2012
Es, por cierto, uno de los oficios más nobles y solidarios, pocas veces reconocido por la sociedad, especialmente la nuestra. Estos ciudadanos desafían muchas veces la muerte para salvar vidas. Se debaten generalmente en la precariedad de elementos para poder combatir con eficacia los siniestros. Ya en la Roma antigua existía el cuerpo de vigiles, denominados ediles incendiorum extinguendorum, cuya misión era apagar los incendios. Siglos después, el emperador Carlomagno, rey de los francos y de los lombardos, dispuso que cada barrio tuviera un grupo preventivo para tales fines; y una ordenanza de París en 1371 prescribía que cada vecino debía tener un cubo de agua preparado ante cualquier emergencia. En 1898, el gobernador Lucas Córdoba quiso que Tucumán contase con un cuerpo de bomberos, en coincidencia con la provisión de agua por cañerías a la ciudad. El servicio era cumplido anteriormente por los guardiacárceles. La dotación se creó finalmente durante la gestión de Próspero Mena. En 1907 el gobernador Luis F. Nougués hizo construir el local propio en la calle Muñecas.

Hace unos días, dedicamos un amplio espacio a los Bomberos Voluntarios de Alderetes. Uno de sus integrantes, que trabaja en una fábrica textil, afirmó que ellos no se consideran héroes y que en ocasiones, los vecinos los recibieron a pedradas. "Siempre nos dicen que tardamos, o cuando los ayudamos desaparecen, porque creen que les vamos a cobrar", indicaron. Dijeron que la demora se debe a que su jurisdicción es muy amplia, se extiende hasta Garmendia. Los bomberos voluntarios reparten su tiempo entre el voluntariado y el trabajo regular. Las 22 personas que conforman el cuerpo que tiene ya catorce años, se dividen para atender los tres turnos. Y aunque hace tres meses que no apagan un incendio, cuentan que durante la zafra tienen mucho trabajo con la quema de los cañaverales en el este provincial. Entre otras tareas, se ocupan también de auxiliar a vecinos angustiados que perdieron caballos o perros en algún pozo; eliminan panales de abejas o socorren a quienes sufren accidentes en la ruta hasta que llega la ambulancia de la emergencia. El equipamiento de un bombero es bastante oneroso. Por ejemplo, el casco cuesta $1.000, las botas, $1.200 y el traje, $8.000. Estos deben cambiarse cada cuatro o cinco años. Para adquirirlos reciben un subsidio anual, que les tiene que alcanzar también para la nafta de las dos autombombas, las herramientas y los insumos de primeros auxilios.

Se estima que en el territorio nacional son más de 600 los cuarteles de bomberos voluntarios, de los cuales alrededor de una docena están en Tucumán (Tafí Viejo, Yerba Buena, Concepción, Monteros, Aguilares, Alberdi, San Miguel de Tucumán y Lules, entre otros).

La sociedad debería tomar mayor conciencia y apoyar la labor solidaria de estos ciudadanos que sin recibir paga alguna, arriesgan su vida para salvar la del prójimo. Esta vocación de servicio es admirable. Los tucumanos deberíamos apreciarla siempre y darle el lugar que les corresponde a los bomberos, y no pensar sólo en ellos cuando somos presa de un siniestro.

"¡Gloria a aquel que sucumba en la lucha! Valeroso, sublime, esforzado; gloria a aquel que al deber consagrado salva vidas, riquezas, hogar. Bronces hay que sus cuerpos encarnen, Y el recuerdo del fiel compañero en el alma viril del bombero nunca, nunca se puede borrar"

, escribió el gran poeta Rubén Darío.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios