Los poetas y este suplemento

Los poetas y este suplemento

Por estas páginas pasaron muchos de los más destacados poetas de nuestro país. Desde una Alejandra Pizarnik adolescente (tenía 17 años cuando envió Los ojos del aire al director de este suplemento) a Jorge Luis Borges en su plenitud. También dejaron su huella prestigiosos poetas extranjeros, como el griego Odysseas Elytis, con un poema publicado algunos años antes de ganar el premio Nobel. A continuación reproducimos textos aparecidos en LA GACETA Literaria a lo largo de las décadas. LA DIRECCIÓN.

POETAS. Estos fueron algunos de los escritores que pasaron por el suplemento. POETAS. Estos fueron algunos de los escritores que pasaron por el suplemento.
18 Marzo 2012
LOS OJOS DEL AIRE - 1956
Por Alejandra Pizarnik

Sucede que me olvido
de ser culpable

tal vez por eso
blancos cadáveres
bailan en mi corazón

y el destino huye
y la muerte vaga por las calles
en busca de mis manos


¿QUIÉN ERES TÚ? - 1958
Por Juan L. Ortiz

¿Quién eres tu, di, de llanto antiguo,
alada sobre un arroyo antiguo, en el soplo antiguo
de una melancolía casi de ángel
con las perlas, que no sabemos, de este aire?

¿Quién eres tú, oh niña, y qué rocíos
los de esa flauta?
¿Y qué hálito es el tuyo, di,
que nos une, al final, del otro lado ya del aire,
en un solo hilo de tiempo, altísimo,
sobre las gotas de un abismo?


POEMA VERTICAL - 1964
Por Roberto Juarroz

La sinceridad disimulada de la noche
guía las gotas de la lluvia
hacia la atención ejemplar de las cosas
y una sílaba antigua,
una gota de hombre,
humedece las paredes porosas del pensamiento.

Mariposa de piedra viva
que recoge el color de una estrella apagada
para renunciar la felpa ardiente
donde el pensar es pasto de las cosas,
torre de alimento
para el hambre intersticial y alerta.
Pensar es como amar.


SIN FIN, EL TIEMPO - 1964
Por Alberto Girri

Desasosiego 
cuando al intuir
la paradoja de su naturaleza,
su retrógrado poder,
los errores que mi existencia comete
aparecen como réplicas, equivalentes
de los cometidos con mi muerte,
y soy leyenda, en el tiempo
soy aquel guerrero
que perdiera todas las campañas 
porque en sus honras fúnebres
alguna oración fue mal leída.


LEJOS - 1969
Por Manuel J. Castilla

¿Qué diente de la tierra
la deshace por dentro?
¿a qué recuerdo se va yendo?

Cuando anochezca rosa 
saldrá la luna desde el cementerio
con toda la mujer
hueso por hueso.      


DOMINGO 19 C - 1971
Por Odysseas Elytis

Blancos jirones del cielo en medio de
la noche
voy y tengo cerca el perro de la luna.

Un desconocido Gabriel me hace señas. 
- de acuerdo, moriremos todos; pero
¿para qué?

Miro hacia lo alto, como a una estrella, la
ventana del norte
que olvidamos abierta con la luz encendida.
Los otros duermen o provisoria o
Eternamente
Yaciendo, con el rostro descubierto hacia
El cielo.

Voy y vengo cerca mis días contados.
- de acuerdo, sí, pero esta vida no tiene fin…


LA LUNA - 1976
Por Jorge Luis Borges

Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.
  

EL PRESAGIO - 1983
Por Olga Orozco

Estaba escrito, en sombras.
Fue trazado con humo en medio de dos alas de colores,
Casi una incrustación de riguroso luto cortando en dos el brillo de la fiesta.
Lo anunció muchas veces el quejido escarchado del cristal debajo de tus pies.
Lo dijeron oscuros personajes girando siempre a tientas,
Porque nunca hay salida para nadie en los vertiginosos albergues de los sueños


MANIFIESTO - 1987
Por Amelia Biagioni

Yo me resisto,
en la calle de los ahorcados,
a acatar la orden
de ser tibia y cautelosa,
a asirme a la seguridad,
de acomodarme en la costumbre,
de usar reloj y placidez,
aventura a cuerda,
palabra pálida y mortal
y ojos con límites.


EL TIEMPO CIRCULAR - 2002
Por Juan José Hernández

La cabeza de Avellaneda degollado y su halo
de moscas pertinaces en una plaza provinciana.
El íntimo cuchillo en la garganta de Laprida:
cruento bautismo de su destino sudamericano.
Las huellas de las pezuñas del tirano 
en el abanico rojo de Camila O'Gorman.
Las orejas en salmuera de un enemigo
enviadas por Urquiza de regalo a su hermano.
Las manos tronchadas de Ernesto Guevara
asesinado por la CIA y el ejército en Bolivia.
La momia itinerante de Evita capitana
con su rodete de oro, tan callando.
Las leyes de obediencia debida y punto final
en beneficio de los genocidas.
El jardín que le robaron a Anna Frank,
y el de flores obscenas de Alejandra Pizarnik en el Moyano.
La estrella de David y el triángulo rosa
pisoteados en Auschwitz.
Y también Mohamed Ibrahim, el niño palestino de cuatro años,
muerto en Sidón, tras el ataque de un comando israelí:
¿Todo ello habrá de repetirse
en la rueda del tiempo circular, inexorable?
Preferible el vacío, la compasiva nada.

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