Encontró la luz del triunfo al final del partido

Encontró la luz del triunfo al final del partido

Cuando el empate parecía estar sellado, apareció Patricio Rodríguez e hizo feliz al "santo". Video

El partido se moría, al igual que la ilusión de ver a un "santo" ganador. Pero San Martín, en un partido muy flojo, sacó ventaja de un error de Talleres. Cuando nadie lo esperaba o mejor dicho lo soñaba, y después de un apagón que duró poco más de 18 minutos, marcó el tanto que le dio el triunfo y tres puntos que lo ubican en la cima de la tabla. Así de simple.

Mal el equipo de La Ciudadela en el primer tiempo. Mucha marca, mucho despliegue, mucha garra, pero muy poco fútbol. El equipo que conduce Pedro Damián Monzón no tiene ese hombre capaz de generar juego para desequilibrar de tres cuartos de cancha para arriba. Es cierto que el entrenador tuvo que cambiar a las apuradas, ya que la temprana lesión de Patricio Turienzo -se retiró a los 21 minutos del primer tiempo- le complicó los planes y tuvo que modificar todo sobre la marcha.

Gustavo Ibáñez, el eterno "Súper Ratón", intentó ponerse el traje de conductor. A pesar del esfuerzo, no pudo hacerlo porque se perdió en el cerco defensivo que instalaron los cordobeses en La Ciudadela. Así se fue el primer tiempo, con muchas buenas intenciones, pero nada concreto porque el juego se desarrolló lejos de los arcos.

En el complemento la historia cambió. San Martín arrancó decidido a quedarse con el triunfo. Tuvo mayor vocación ofensiva, pero por su afán se descuidó y permitió que Talleres creciera mucho. Perdido en el campo, eligió el peor camino para tratar de equilibrar las acciones: el de la desesperación. Por suerte, el arquero Diego Pave fue el único que se mostró tranquilo y no tuvo problemas en resolver las situaciones que se le presentaron bien complicadas.

El conjunto que dirige José María Bianco se conformaba con el puntito. No mordió los dientes para dar la estocada de gracia y San Martín no lo desaprovechó. Germán Medina robó una pelota, emprendió veloz carrera y envió un centro preciso. Patricio Rodríguez apareció para empujarla y vencer a Michael Etulain. No quedó claro si lo hizo con la cabeza o con la mano, pero lo cierto es que sirvió para que San Martín sumara de a tres. Y eso es lo que importa.

Mal el equipo de La Ciudadela en el primer tiempo. Mucha marca, mucho despliegue, mucha garra, pero muy poco fútbol. El equipo que conduce Pedro Damián Monzón no tiene ese hombre capaz de generar juego para desequilibrar de tres cuartos de cancha para arriba. Es cierto que el entrenador tuvo que cambiar a las apuradas, ya que la temprana lesión de Patricio Turienzo -se retiró a los 21 minutos del primer tiempo- le complicó los planes y tuvo que modificar todo sobre la marcha.

Gustavo Ibáñez, el eterno "Súper Ratón", intentó ponerse el traje de conductor. A pesar del esfuerzo, no pudo hacerlo porque se perdió en el cerco defensivo que instalaron los cordobeses en La Ciudadela. Así se fue el primer tiempo, con muchas buenas intenciones, pero nada concreto porque el juego se desarrolló lejos de los arcos.

En el complemento la historia cambió. San Martín arrancó decidido a quedarse con el triunfo. Tuvo mayor vocación ofensiva, pero por su afán se descuidó y permitió que Talleres creciera mucho. Perdido en el campo, eligió el peor camino para tratar de equilibrar las acciones: el de la desesperación. Por suerte, el arquero Diego Pave fue el único que se mostró tranquilo y no tuvo problemas en resolver las situaciones que se le presentaron bien complicadas.

El conjunto que dirige José María Bianco se conformaba con el puntito. No mordió los dientes para dar la estocada de gracia y San Martín no lo desaprovechó. Germán Medina robó una pelota, emprendió veloz carrera y envió un centro preciso. Patricio Rodríguez apareció para empujarla y vencer a Michael Etulain. No quedó claro si lo hizo con la cabeza o con la mano, pero lo cierto es que sirvió para que San Martín sumara de a tres. Y eso es lo que importa.

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