"Polarizar no es bipartidismo"

El bipartidismo no está de regreso. Incluso, hoy se sostienen proyectos personalistas, que descartan la posibilidad del bipartidismo, pues habría tantas posiciones como personas se postulen. Pero aun cuando llegaran a candidatearse sólo dos, ello no podría denominarse bipartidismo, porque respondería a una situación efímera. La consideración de un gran número de precandidatos para llegar a la Presidencia muestra que el bipartidismo no es la situación actual. Ahora bien, otra cosa es la polarización; es decir, que el electorado se divida en dos. Esto, que ocurre con frecuencia, puede ser pretendido por un sector, para mejorar su posicionamiento con miras a una elección. No obstante, no puede confundirse con bipartidismo, ya que la polarización responde sólo a fines electorales; del mismo modo que los frentes o alianzas, que agrupan a distintos partidos con iguales propósitos. En Tucumán tampoco se tiende al bipartidismo. Aun cuando en algunos resultados electorales pudieran ser más favorecidos dos partidos, ello se debe sólo a una circunstancia electoral. Particularmente, me parece favorable el pluripartidismo, ya que este permite una mayor participación de la ciudadanía y una mejor representatividad de las minorías, lo que enriquece al sistema.

El país, después de haber pasado por un período de destrucción del sistema institucional, que incluyó a los partidos, inició un proceso de refundación de estos. Como todo proceso, lleva su tiempo. Las próximas elecciones presidenciales se darán en un escenario que no será estrictamente de dos opciones para la ciudadanía, sino de varias. Las tres principales son el Peronismo Federal, el kirchnerismo y el radicalismo (dentro de una alianza). Comenzó un proceso de refundación institucional, que principia por armar partidos que representen pensamientos, que cuenten con ligazones históricas, desde el punto de vista ideológico-doctrinario, en lograr de estructuras vacías que se ponen en marcha sólo por cuestiones electorales. En lo que respecta a Tucumán, habrá que ver. También hay proceso en marcha, que tendrá que ir madurando. Asoman nucleamientos que se oponen a la actual gestión de (José) Alperovich; y todo dependerá de cómo se vayan planteando los objetivos y de cómo se vaya desarrollando el período de precampaña y de campaña. Ahí comenzarán a verse las posibilidades de conformar algún tipo de alianza, que sintetice la oferta electoral. El norte debe ser encarar la Provincia con seriedad, para poder enfrentar los flagelos de la inseguridad y de la droga.

La Reforma Política impulsada por el kirchnerismo y avalada en los hechos por la UCR apunta a instalar un régimen bipartidista, del que estos serían beneficiarios. Es un intento reaccionario que procura poner fin a la división y a la disgregación de estos dos partidos, que se repartieron el poder -junto a los militares- en los últimos 70 años y que fracasaron en resolver el atraso económico, la miseria social, la opresión nacional. Quieren resucitar un régimen. La experiencia de la Alianza y el argentinazo (diciembre de 2001) llevaron a la UCR a una situación terminal. El PJ no salió indemne: en 2003, presentó tres fórmulas presidenciales. Tras el argentinazo, la crisis política, la quiebra económica y la miseria del pueblo no se superaron. Tampoco la disgregación de los grandes partidos, que pretende superarse mediante una acción proscriptiva sobre la izquierda y sobre otras agrupaciones, para forzar la emergencia de un régimen bipartidista. El Partido Obrero enfrenta al Gobierno ?K? y a la UCR cómplice, impulsando la organización independiente de los trabajadores y demás sectores populares para luchar por la derogación de la Reforma Política, la vigencia irrestricta de los derechos democráticos y la satisfacción de las reivindicaciones salariales, laborales y jubilatorias.

En la Nación y en Tucumán se está polarizando la elección y se volverá al bipartidismo. Dado el gran poder hegemónico que acumuló el kirchnerismo, es importante que se dé esta polarización porque ese poder se construyó gracias a la dispersión de fuerzas. Si bien es cierto que la UCR conduce el Acuerdo Cívico y Social (ACS), este espacio debe sumar la mayor cantidad de fuerzas políticas, debe consolidarse y crecer para contrarrestar ese poder. Hay que nuclear más fuerzas, para que no se disperse el voto y podamos evitar la perpetuación en el poder del kirchnerismo y del alperovichismo. No veo fuertes al Peronismo Federal o al macrismo. Siempre habrá otras opciones, pero una polarizará el escenario, con fuerza para llegar al Gobierno. Si en los comicios nacionales se da el balotaje, deberán optar: o votan al oficialismo, o a nosotros. En Tucumán, la UCR, el ACS, es la gran opción: es el único capaz de ganarle al alperovichismo. El oficialismo apuestan a que la oposición se disperse y por eso hay que juntarse. Es decir, la pulseada debe ser (José) Alperovich o (José) Cano; y Cano ganará. Los radicales debemos estar unidos: decían que era imposible llegar al Senado, y en esa elección arrancamos como quinta fuerza; hoy somos la segunda. Se puede ganarle a Alperovich.

El bipartidismo se está convirtiendo en un objeto del pasado; es muy difícil que vuelva a cobrar vigencia. Nació en la década del 70 (abrazo entre Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín) y culminó en 2001, cuando ni la UCR ni el PJ fueron capaces de solucionar los graves problemas del país. En la práctica, el bipartidismo no contribuyó al mejoramiento material y espiritual del pueblo. Por el contrario, su práctica populista frenó el desarrollo de la ciudadanía y agravó las condiciones sociales. Hoy, aunque nostálgicos se esfuercen por recrear esta deformidad de la democracia, no podrán concretarlo. El escenario desde 2001, con nuevos partidos, da lugar a un arco político que, desde la centro-izquierda, se caracteriza por fuerzas emergentes que toman las banderas históricas de la lucha social -dejadas de lado por ambos partidos tradicionales- y le agregan la experiencia frentista. La realidad nacional y local nos enseña que ninguno de estos dos partidos podrá gobernar por sí: tienen que adaptarse a la nueva situación y procurar alianzas. Además, deben respetar el rol de nuestros partidos; hacer lo contrario significará repetir fracasos cuyas consecuencias no la pagan ellos, sino que las sufre el pueblo.

Aunque el sentido de la Reforma Política, la tendencia a la polarización y la falta de recursos de los partidos menores tiende al bipartidismo, este no se vislumbra ni en Tucumán ni en el país. Fue el Acuerdo Cívico y Social el que salió segundo en 2009. Resulta una constante de varias décadas que las coaliciones potencian la Unión Cívica Radical. Si el entusiasmo de sus dirigentes les hace creer que bastan para tomar solos el Gobierno, si convierten a las fuerzas aliadas en meros acompañantes simbólicos, no lograrán el objetivo de llegar al poder. Sólo en la medida en que den participación efectiva en la toma de decisiones, en la preparación de programas, en las candidaturas no producirán una nueva frustración, como pasó con la Alianza. Los aportes del Partido Socialista, de la Coalición Cívica, del sector agropecuario y de la Democracia Cristiana son ingredientes importantes. No es bueno el bipartidismo, porque tiende a una alternancia que no le hace bien al progreso político-social de la comunidad. Los demócratas y republicanos, en EEUU; los conservadores y laboristas, en Inglaterra así lo demuestran. Sólo un sistema pluripartidista alentado desde el Estado sirve al progreso, a una verdadera República y a una democracia participativa.

El bipartidismo ha funcionado en la Argentina como la gran mentira de la política, porque el PJ y la UCR son dos opciones para terminar eligiendo la misma cosa. La única diferencia entre ellos es que los presidentes radicales se van antes de que venza el plazo constitucional y los presidentes peronistas se quieren quedar más de lo que la Carta Magna permite. Pero a los argentinos nos viene yendo mal con unos y con otros. En este contexto hay que hacerle un reconocimiento a los tucumanos, que supieron advertir esta farsa y, en 1987, le dieron 100.000 votos a mi padre (Antonio Bussi). Luego lo distinguieron consagrándolo mediante el voto en todos los cargos que disputó en las urnas. Esto hace que como presidente de Fuerza Republicana, la segunda fuerza política de Tucumán, esté muy tranquilo respecto de que la payasada nacional no se trasladará aquí. La prueba más contundente de que radicales y peronistas son lo mismo es el gobernador, José Alperovich: un ex legislador radical que ahora es el mandatario del peronismo. Por eso es que desde ya advierto que sí se dará el bipartidismo en nuestra provincia, pero que será ?a la tucumana?: la opción será FR o los embusteros.

Desde el regreso de la democracia y la supresión del militarismo no sólo declinó el bipartidismo, sino que el sistema de partidos -donde predominaban claramente el PJ y la UCR- entró en crisis. Y nada hace pensar que se reinstale. Si bien es cierto que los presidentes electos desde 1983 provienen de esos movimientos, no lo es menos que tales organizaciones no representan un sesgo definido ideológicamente. En nuestra provincia podemos hablar de un hegemonismo justicialista, que desde 1945 sólo resultó vencido -en elecciones libres y democráticas- por mi padre, Antonio Bussi, durante la década del 90. Desde 1987 predominó el peronismo aunque el bussismo ganó muchas elecciones; el electorado ubicó a la UCR en tercer lugar. Para desalojar al PJ del poder hay que dejar atrás los prejuicios del pasado y aunar las vertientes no peronistas en una sola oferta electoral. En la Nación, la crisis del PJ y de la UCR se acentuará y, tras la experiencia kirchnerista, la sociedad encauzará el sistema hacia grandes vertientes moderadas, una socialdemócrata y otra conservadora-popular, que se alternarán en el poder de manera civilizada y propia de estados modernos. Eso permitirá que nuestro país reencuentre la senda del progreso y del desarrollo.

La crisis que estalló en 2001 golpeó al bipartidismo, un sistema responsable del modelo político-económico que sumergió al país en una crisis de la cual todavía no sale. Los intentos para reconstruirlo son débiles y vienen fracasando, debido a que marchan a contramano de las profundas transformaciones que se manifestaron en los últimos años en América latina. En todo ese territorio surgieron nuevos partidos, que expresaron la ruptura con el bipartidismo y que llegaron, incluso, a gobernar. En los próximos comicios de 2011, significaría un retroceso que continúen en el poder los que ya gobernaron y fracasaron. El enorme desafío que tenemos por delante es construir una fuerza política que sea amplia, unitaria y democrática, antiimperialista, y que se ubique a la izquierda de los viejos partidos. Una fuerza que construya una alternativa de poder. Desde el Movimiento Socialista de los Trabajadores - Nueva Izquierda hacemos un llamado a Fernando ?Pino? Solanas y a su Proyecto Sur; a Pueblo Unido, a la izquierda en su conjunto, a los movimientos sociales y sindicales a construir ese frente alternativo. Más que nunca, se encuentran dadas todas las condiciones.