Alfaro, sacerdote y docente

Alfaro, sacerdote y docente

Fue una destacada figura del clero de Tucumán.

LUIS B. ALFARO. Su sobrino, el doctor Gregorio Aráoz Alfaro, aparece en su escritorio. En la pared, se ve el gran retrato del sacerdote. LUIS B. ALFARO. Su sobrino, el doctor Gregorio Aráoz Alfaro, aparece en su escritorio. En la pared, se ve el gran retrato del sacerdote.
Una distinguida figura en el clero y de la cátedra de Tucumán, fue el presbítero Luis B. Alfaro. Había nacido en esta ciudad en 1833, hijo de don Luis Alfaro y doña Virginia Figueroa y Arze. Se ordenó sacerdote en Córdoba y pasó a Salta. Allí actuó junto al Obispo José Eusebio Colombres, su pariente: lo admiraba y, a la muerte del fundador de la industria azucarera, editó un folleto sobre su personalidad.

En la vecina provincia fundó una escuela pública, y cooperó con su primo, el canónigo Pascual Arze y Zelarayán, en la instalación del futuro "Seminario de la Inmaculada y San Buenaventura". Dicho centro empezó a funcionar en su casa. Luego, en 1863, el obispo Rizo Patrón lo oficializó, y designó a Alfaro como su primer rector.

Por haberse adherido a la postura del prelado en su conflicto con el gobernador salteño Cleto Aguirre, Alfaro fue arrestado. Logró fugarse y se refugió en Bolivia. En el convento franciscano de Tarija, en compañía de fray Mamerto Esquiú, se entregó al estudio y obtuvo el doctorado en la Universidad. En 1869 volvió a Tucumán y de inmediato tomó a su cargo la construcción de la iglesia de La Merced. Logró ver levantado el templo, que se demolería años después para erigir el actual. Concentrado en esa tarea, no aceptó el nombramiento de canónigo doctoral en la Catedral de Salta.

Catedrático del Colegio Nacional de Tucumán, fue designado vicerrector del establecimiento en 1874. Tuvo asimismo notable actuación en la epidemia de cólera. Hombre de gran talento y actividad e inspirado orador sacro, murió en nuestra ciudad en 1888.

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