El chingui chingui de un tema cumbianchero de moda suena al taco en el celular de Matías Escobar. La espera, antes de volar rumbo a Buenos Aires, es bastante amena. En una mesa están los veteranos, y no tanto, de siempre. En otra, un poco más lejos, los nuevos, aunque no tanto. Blanes, More, Barone y el dueño del celular bochinchero amenizaban la espera entre mate y música. En esa mesa, en la que ya se levantó "Villa", sobran alegría, buena onda y mucha pila. Las malas caras, no importa el contexto, no entran en juego, generalmente, en el plantel de Atlético. Y uno de los responsables, aunque no el único, es Matías, que hoy volverá a salir desde el inicio en el 11 titular. Situación que extrañaba, según cuenta, ya que pocas veces estuvo tanto tiempo afuera del rectángulo en su carrera profesional. Su última presentación fue aquel 0-4 tan sufrido contra Racing.
"No esperaba llegar a esta instancia, pero uno siempre trabaja pensando en el bien del grupo y en aportarle su parte al plantel", dice Escobar, cuya función pasa por cuidar el medio de Atlético. "Soy uno tipo que se caracteriza por la entrega física, cuidar los relevos y, cuando se puede, ser opción de pase para los compañeros", se autodescribe con seriedad "Tata".
Cuando suena la palabra broma, sus facciones cambian por completo. "Bueno, no es para tanto. No soy el dueño de la risa de Atlético. Soy, quizás, el que maneja el humor y la música nomás", sonríe Matías, y cuenta quiénes son sus compañeros en el rubro. "Dei Rossi, 'Villa' y Longo acompañan en el asunto", explica, y desata una pequeña carcajada.
Si bien con Héctor Rivoira no tuvo demasiado lugar, salvo contra la "academia", Escobar nunca bajó los brazos. "Ni ahora ni antes me sentí afuera de Atlético. Nunca pensé en eso. Todas las semanas uno trabaja para lo que viene", afirmó antes de despedirse y volver con sus amigos.
"Este es un grupo fenomenal, de muy buenas personas", agradeció con un abrazo simbólico. Y siguió con la música.