"El límite es la falta de dinero"

"El límite es la falta de dinero"

Según los consultores de Buenos Aires, la transparencia es una deuda.

26 Abril 2009
 En esencia, las campañas electorales son una forma de comunicación política persuasiva entre los candidatos y los votantes: sus temas, mensajes e imágenes tratan de convencer a los ciudadanos de la idoneidad de un candidato.
El ritmo de los tiempos electorales cambió. El cronograma fija, para la votación del 28 de junio, que las campañas pueden comenzar oficialmente el próximo miércoles; es decir dos meses antes del día de los comicios. Sin embargo, no hay dirigente que no trate de instalar su nombre en la sociedad.
Desde hace semanas, los partidos y los candidatos organizan reuniones, actos, mitines, conferencias e incluso se reparte folletería en la vía pública como lo hizo la senadora de FR, Delia Pinchetti.
Esta estrategia constante de comunicación política se denomina como el fenómeno de la "campaña permanente". El consultor argentino Felipe Noguera, autor de "La campaña permanente" explica los alcances de este nuevo concepto. "Un político moderno debe tener una mayoría diaria: es como si todos los días estuviese en campaña, aún cuando esté en el poder. Tiene que estar escuchando permanentemente a la población, por medio de las encuestas. Tiene que estar explicando sus iniciativas, sus visiones y sus objetivos finales", afirma.

Maquinarias electorales
Esta suerte de electoralismo continuo denuncia otras situaciones. Para Julio Burdman, director del Observatorio Electoral Latinoamericano, muestra la transformación de los partidos en pura maquinaria electoral. "En Argentina tenemos leyes que regulan la duración de las campañas, pero son constantemente desobedecidas. El único límite existente es la falta de dinero -advierte-. En todos los distritos, los propios oficialismos -señala-utilizan la inauguración de obras como excusa para realizar actos electorales fuera de término".
Sergio Borenztein, director de la consultora Poliarquía, sostiene que este proselitismo perpetuo revela que la democracia que viven los argentinos es meramente electoral. "No es una democracia de fuerte institucionalidad, de amplia participación ciudadana, de mecanismos de transparencia ni de control de gestión", asegura.

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