
QUEBRADO. Pulido habló en la sala antes de conocerse el fallo y dijo que Toscano Cartez era su amigo. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO

Falta de instrucción, negligencia y mala suerte. Los ingredientes de este cóctel llevaron a la tragedia en la tarde del 26 de mayo de 2007 cuando el policía vial Néstor Antonio Pulido mató a su compañero Jorge Gabriel Toscano Cartez con su pistola reglamentaria. Ayer la Justicia condenó al policía a tres años de prisión de ejecución condicional, y además lo inhabilitó durante 10 años para ejercer cargos en el ámbito de la seguridad. Al terminar la audiencia, los familiares de la víctima insultaron a Pulido, pero el incidente no pasó a mayores.
Pulido estaba descansando en un altillo de la sede de la Policía Vial, en calle Mendoza 1.245, con otros tres agentes, cuando llegó Toscano Cartez. "El me agarró de atrás para hacerme una broma y la pistola se me cayó. Traté de agarrarla y, no sé cómo, él me apretó la mano y el tiro se escapó", relató Pulido el lunes ante los jueces. El policía aseguró que meses antes había sufrido un asalto, por lo cual, a pesar de que reglamentariamente está prohibido, llevaba una bala en la recámara de su arma reglamentaria. Los cuatro testigos que declararon durante la audiencia coincidieron en que se había tratado de un accidente.
Pulido llegó a juicio imputado de homicidio con dolo eventual (cuando el sujeto se representa la posibilidad de un resultado que no desea, pero cuya producción ratifica en último momento, según la definición de Raúl Goldstein en el Diccionario de Derecho Penal y Criminología), que prevé penas de entre ocho y 25 años de prisión. Durante la audiencia quedó en claro que se trató de un accidente, y así lo expusieron tanto el fiscal de Cámara Edmundo Botto como el querellante Darío Casiva, quienes solicitaron que se aplique el mínimo de la pena. "Es un caso muy complejo, en el que evidentemente se actuó con negligencia, pero no creo que haya habido intención de matar", afirmó Botto. Por su parte, el defensor Jorge Lobo Aragón afirmó que su cliente actuó con impericia, pero no con dolo (sabiendo lo que sucedería), por lo que lo consideró un homicidio culposo.
Antes de pasar a deliberar, los miembros de la sala IV de la Cámara Penal, María del Pilar Prieto, Horacio Villalba y Carlos Norry, le dieron la oportunidad al policía de decir sus últimas palabras. "Esto fue un accidente, una desgracia de la que jamás me voy a poder recuperar. El era mi amigo, mi compañero y nunca tuve intención de matarlo", dijo al borde del llanto.
Finalmente los jueces consideraron que efectivamente se había tratado de un homicidio culposo, y condenaron al policía a tres años de prisión de ejecución condicional, por lo que permanecerá en libertad.







