Una detención en Banda del Río Salí dejó al descubierto una vez más cómo funcionan las estructuras familiares que se dedican al narcomenudeo. El hermano de una víctima de un enfrentamiento por el dominio territorial, ocurrido hace menos de tres semanas, fue arrestado con más de 100 dosis, armas y dinero en efectivo.

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El caso se inició como sucede con la mayoría de estos hechos. Una vecina que no se identificó llamó a la base de los Vigías de Banda del Río Salí para informar que en el asentamiento 4 de Mayo estaban tres jóvenes consumiendo bebidas alcohólicas y provocando a las personas del lugar.

Un grupo de guardias urbanos, acompañado por un efectivo policial, se presentó y, al requisar a Gustavo Ramón Figueroa, según consta en la denuncia policial descubrieron que tenía una pistola 11.25, 158 papelitos con cocaína y más de $5.000.

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Los policías, que actuaron bajo la supervisión de los comisarios Ricardo Villagra y Fabio Ferreira, solicitaron instrucciones a las autoridades judiciales. El fiscal Carlos Picón avaló el procedimiento y ordenó que quedara detenido por portación ilegal de armas. En tanto, la Justicia Federal dijo que se identifique al tenedor de la droga, pero que no lo privaran de su libertad.

“Es lo mismo que pasa siempre. Lo sorprenden con drogas y sale caminando como si nada. Estamos cansados de estas basuras. Están matando a nuestros jóvenes y nadie hace nada”, explicó Jorge, que prefirió no dar a conocer su apellido para evitar represalias. El hombre, obrero de la construcción, agregó: “esta gente es poderosa. Se sienten intocables y hacen lo que quieren en el barrio. Ellos siempre dicen que no tienen miedo porque nunca caerán. Y eso es lo que está pasando”, añadió.

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Tensión barrial

El acusado es hermano de Pedro Antonio Figueroa, el hombre que fue asesinado en Lastenia el 9 de julio, en un crimen que dejó al descubierto una pelea por el dominio territorial en el barrio 4 de Mayo. Ese día, cerca de las 9, Franco “Cococho” Ocaranza, a bordo de una moto que habría sido conducida por su cuñado, llegó hasta el domicilio de la víctima, que estaba consumiendo bebidas y posiblemente drogas en la puerta de su casa.

Le disparó en la rodilla y luego gatilló otras tres veces su arma, impactando todos los proyectiles en el cuerpo de la víctima. El agresor, al observar que el hombre no había fallecido, se bajó del rodado y comenzó a golpearle la cabeza con la culata del arma y después le aplicó varias patadas en la cara. Ante la desesperación y los gritos de los vecinos, el agresor y su cómplice huyeron.

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El crimen generó un clima de tensión en el asentamiento. “Ese día nadie durmió, estábamos muertos de miedo porque era sabido que de un momento a otro iban a vengarse. Por suerte no pasó nada grave”, señaló Oscar Juárez. El “nada grave” significa que no hubo ninguna otra muerte, pero sí se registraron incidentes. Los familiares de la víctima quemaron la casa del acusado del crimen. La Policía detuvo a una pareja. Uno de ellos fue Gustavo Figueroa, que recuperó la libertad luego de haber sido procesado por daños intencionales.

La calma llegó cuando personal de la Unidad Regional Este detuvo en la zona rural a “Cococho” Ocaranza y a Bruno “Cachito” Álvarez (19). El auxiliar Carlos Berarducci, con instrucciones del fiscal de feria Ernesto Salas López, logró que le dictaran la prisión preventiva a ambos por cinco meses.

Ocaranza tenía pedido de captura, puesto que esperaba ser enjuiciado por el crimen del policía Marcelo Ruezga, registrado en marzo de 2018. El efectivo, que volvía de una reunión familiar, fue atacado en la avenida de Circunvalación y Wilde para robarle la moto. Los asaltantes también hirieron a su pareja de un balazo en la pierna.

Relaciones

El fallecido era el padrastro de Daiana Juárez, la víctima de un femicidio registrado el 10 de mayo en el barrio bandeño 23 de abril. Ese día, la mujer fue asesinada de un disparo de una tumbera en la cabeza. Por el hecho, fue condenado a prisión perpetua su pareja, Braian Joel Ignacio, que responsabilizó a su hijo de tres años de ser el autor del homicidio.

En el debate por ese caso se ventilaron numerosas situaciones. Pero la más importante fue que se probó que Ignacio era un transa de la zona. Incluso, varios familiares de la víctima indicaron que él obligaba a su pareja a comercializar sustancias prohibidas. Las juezas que integraron el tribunal Juana Juárez, Isabel Méndez y Carolina Ballesteros, por pedido de la auxiliar fiscal Luz Becerra, enviaron las copias de todo lo escuchado en el juicio para que se inicie una causa por narcomenudeo en la Justicia Federal.

Sale, según confiaron fuentes judiciales, habría establecido que Ocaranza e Ignacio se disputaban el dominio territorial por la venta de drogas en esa zona de la vecina ciudad. Con el fallecimiento de Juárez y la detención de Ignacio, al frente del “negocio” habría quedado Figueroa, pero no pudo sostenerlo, ya que con la detención de su yerno y el fallecimiento de su hijastra, no habría podido rearmar una estructura y restablecer vínculos con los proveedores.

“Cococho” habría aprovechado esa situación para ir apoderándose de la zona. Figueroa, según la teoría del fiscal, no pudo resistir esa situación y se vio obligado a llegar a un acuerdo con su victimario. Ocaranza le habría entregado una importante cantidad de droga a “consignación” (le daba dosis para que vendiera y después le cobraba) que nunca pagó.