El suboficial de reserva naval Miguel Ángel Reinhold (66 años) tiene desde hace 21 años en su propia casa de Concepción un museo con elementos de guerra y otros utilizados en las Islas Malvinas.

También se nutre de cartografías, fotos, libros y óleos que ilustran buques y anfibios. Es un salón de 12 x 5 metros levantado en el fondo del inmueble ubicado en Tupac Amaru 440, del barrio El Ceibo.

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Este sitio de memoria malvinera depende de la Asociación de Infantes de Marina, con personería jurídica del edificio central del Comando en Jefe de la Armada. Es el único del norte y sin fines de lucro. Lleva el nombre de Museo Infantería de Marina Argentina Héroe de Malvinas “Suboficial Primero Julio Saturnino Castillo”.

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Se trata de un héroe que murió el 14 de junio de 1982 en la más encarnizada batalla contra los ingleses que libraron las tropas argentinas en monte Tumbledown. “Castillo era del pequeño pueblo de Malacara, de Santiago del Estero”, precisa Reinhold.

El único de la región

“En la imposición del nombre de este combatiente santiagueño prevaleció el hecho de que es el único infante de marina de esta región. Aunque Tucumán tuvo soldados caídos en combate, ninguno fue integrante de la fuerza que se homenajea en este museo. De todos modos estos hombres de nuestra provincia también son reconocidos en este espacio”, explicó el anfitrión.

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“Soy suboficial de reserva y me retiré de la Marina para trabajar en la fuerza de seguridad de aquí. Tengo un sentimiento especial por la Armada y por mi patria. Es lo que me empujó a elucubrar este proyecto, que en 2006 tuvo el primer respaldo del fallecido suboficial de Marina Segundo Antonio Cuello, de Villa La Trinidad. Él me proveyó de algunos elementos”, contó.

A pulmón

El museo fue tomando forma con el tiempo y finalmente fue inaugurado el 21 de noviembre de 2010. Al acontecimiento asistió una comisión de suboficiales de la Armada. Estos contribuyeron a reforzar el proyecto con numerosos instrumentos dados de baja de la fuerza.

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“Fue muy emocionante reencontrarme con ex compañeros de estudio. Y también me alegró el estímulo que me brindaron para seguir adelante con esta idea”, apuntó Reinhold. El museo fue reinaugurado con más componentes el 18 de septiembre de 2012. Para esa oportunidad asistió el alto jefe naval Almirante Luis Alberto Carabajal.

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Entonces también quedó habilitado un espacio de recepción destinado a los visitantes que llegan de paso. En los distintos sectores del salón se exhiben proyectiles de distintos calibres, mochilas, granadas de mano, equipos de comunicación, cascos, borceguíes y bolsas de equipos utilizados durante la guerra de Malvinas. Miguel Angel destacó, con orgullo, que él es egresado de la promoción 40 de la Escuela de Suboficiales de Marina de Punta Mogotes (Mar del Plata).

“Todo esto fue hecho a puro pulmón. De a poco fue adquiriendo forma. No fue fácil. El apoyo brindado por ex combatientes y camaradas fue muy importante. Si hubiera habido algún tucumano héroe-post-mortem de la Marina sin duda que este museo hubiera llevado su nombre”, aclaró.

Fotos, óleos, cartografía

Reinhold mostró fotos de Castillo y del capitán de fragata de infantería Pedro Edgardo Giachino, primer caído en combate en Malvinas. Recordó que una escuela de Yucumanita (Medinas) lleva el nombre de este militar fallecido.

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En el recorrido también mostró óleos obsequiados por soldados y que ilustran los buques, como el San Antonio y Santísima Trinidad, que transportaron anfibios y soldados hasta el escenario de guerra. En una mesa exhibe una lámina que detalla el despliegue que tuvieron las fuerzas armadas en las islas. Todo el espacio está prolijamente ordenado.

“Es necesario insistir que este lugar funciona sin fines de lucro y que las familias que vienen tienen la oportunidad no sólo de ilustrarse sobre un hecho importante de nuestra historia, sino también de tomar contacto con algunas de las herramientas que utilizaron nuestros combatientes en la gesta de recuperación de nuestras Islas Malvinas”, expresó Reinhold.

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El propio reservista es quien con entusiasmo atiende y despliega para los visitantes todo el conocimiento que reunió sobre la guerra, de la que se cumplen 40 años. En su labor es valiosa la colaboración de su esposa, Aurora del Carmen Díaz. Las visitas son programadas.