Es común decir: “hizo un gol de otro partido”, cuando el juego es malo y alguien anota un golazo.  Nosotros, por lo de ayer, podríamos decir: “fue un partido de otro torneo”. Esta vez todo fue diferente, se percibía en el ambiente desde temprano. Tal vez influenciados por el final del campeonato, o por la incertidumbre que generaron los mensajes de los familiares de Cristian Lucchetti, los hinchas coparon el “José Fierro”. Por momentos, nadie recordó que el equipo arrastraba seis derrotas en fila, ni siquiera los jugadores. Y eso fue muy importante en el desarrollo del partido.

Atlético esta vez dejó en el vestuario el traje de perdedor y salió al campo de juego a marcar el terreno. “Espero que nos hagan precio”, bromeaban entre dos plateístas mientras River salía a hacer la entrada en calor.

“Camiseta número uno, Cristian David ‘El Laucha’ Lucchetti...”, irrumpió la voz del estadio, mientras daba la formación local y las palmas de los “decanos” inundaron el Monumental, en lo que fue el primer estruendo de la tarde. El segundo llegó minutos después, cuando Jonathan Cabral abrió el marcador. En la primera etapa tuvo posibilidades de ampliar el marcador, pero falló en los últimos metros.

La intensidad, una de las características preponderantes de los equipos de Marcelo Gallardo, está vez estuvo del lado del equipo de Martín Anastacio. Atlético corrió y puso pierna fuerte todo el partido. Además, hubo fútbol cuando Renzo Tesuri y Ramiro Carrera se encontraron en la mitad de cancha.

Pero River, aún con suplentes, sigue siendo River, Y cuando Gallardo mandó a la cancha a Julián Álvarez, Enzo Fernández y Benjamin Rollheiser el partido cambió. No en el trámite, sino en las sensaciones.

Cada vez que Álvarez tomaba la pelota, daba la sensación de que algo podía pasar. Y Atlético, además, perdonó. Porque Ramiro Ruiz Rodríguez comandó un contragolpe y decidió mal y en la siguiente jugada Álvarez, justamente, la puso “donde duermen las arañas”. Esta vez el gol en contra no golpeó psicológicamente al “Decano”, como en partidos anteriores.

Los 90 minutos se jugaron al ritmo que impuso el local, a pesar que en el final del partido River arremetió y Atlético defendió el 1-1 como si se tratara de oro.

A pesar de haber mostrado una cara totalmente distinta a la que se venía viendo, el “Decano” lo podría haber perdido, pero cuando el combustible se fue agotando apareció el amor propio, la vergüenza deportiva y esas ganas de brindar una alegría a los hinchas que siempre acompañaron en este 2021 olvidable.

A veces, los finales felices no siempre se dan por triunfos. Ayer hubo entrega, convicción y ánimos. Esta vez la cabeza no falló y por eso hubo reconciliación con los hinchas, los silbidos que se escucharon contra Defensa mutaron por aplausos y el clima del final fue pura fiesta. Hubo aplausos, ovaciones y la esperanza intacta de saber que el futuro puede ser mejor.

Será momento de barajar y dar de nuevo, las primeras cartas ya fueron echadas: Juan Manuel Azconzábal asumirá en enero, con él llegarán refuerzos y nuevas ilusiones. Sin embargo Atlético tiene varias cosas por festejar en este año, una de ellas es Martín Anastacio, que en el peor momento deportivo se arremangó y trabajó con el perfil bajo que lo caracteriza. Y demostró estar a la altura.