Lejos han quedado aquellas viejas campañas publicitarias que promovían el consumo de tabaco cómo la formula para el éxito, pero los jóvenes aún no pueden dejar este hábito que se cobra más de 8 millones de víctimas al año, según datos de la Organización Panamericana de Salud (OPS). En nuestro país, más del 13% de las defunciones anuales se producen como resultado del tabaquismo.

Comprometerse a dejar de fumar en pandemia

A la luz de las graves consecuencias de esta adicción, la Organización Mundial de la Salud (OMS) instituyó el 31 de mayo como el Día Mundial sin Tabaco, para llamar la atención del mundo sobre esta epidemia y concientizar a las nuevas generaciones sobre los peligros que corren. La pregunta que conviene hacernos es: ¿por qué siguen fumando?

Agustina Gómez (25) fuma desde los 15. Recuerda que empezó con el tabaco porque sus amigos lo hacían. “Fumar con ellos me hacía sentir parte. Yo no fumaba mucho y, con los años y las responsabilidades fue aumentando la cantidad”, cuenta. “Asumo que lo hacía por estrés o ansiedad, y a veces por aburrimiento”, reflexiona. Y dice “hacía”, porque hace pocos días está intentando dejarlo. “Me sentía mal al fumar, tenía dolor de pecho y me faltaba el aire”, dice.

Similar fueron los inicios de Facundo Alejandro Zahara (25): “fumo desde los 17 de manera irregular, luego fui aumentando. Cómo la gran mayoría, comencé a fumar por el entorno. Nobleza obliga decir que en el mío tampoco es modalidad fija fumar, es algo que se hizo y se hace de manera social. Actualmente continúo haciéndolo por una cuestión más ligada a la ansiedad y el efecto de la nicotina en ella”, admite.

Milagros Rengel (19) fuma hace siete años y dice que todo empezó como un hobby, pero después se volvió la forma de sobrellevar algunos traumas y la depresión. “Sigo fumando porque es una manera de sacar el estrés que me causan algunas situaciones”, enfatiza.

Andrea Estefania Assad (25) lleva cerca de 10 años con esta dependencia. “Comencé cuando era adolescente, mis amistades lo hacían y terminé probando; no me gustó pero lo seguí haciendo. Pensé que podría dejarlo cuando quisiera y terminó siendo una adicción”, se lamenta. “Tengo cigarrillos para cada momento del día, por ejemplo a la mañana después de desayunar como digestivo, después de las comidas, cuando estudio, cuando me estreso, en algún descanso, con el mate siempre... Es costumbre, creo”, ejemplifica.

Adicción

Las consecuencias del tabaco están a la vista, lo sabemos. Grandes valores artísticos del país y el mundo han fallecido como víctima de la adicción. Casos, sobran: Sandro de América o Cacho Castaña, ambos víctimas de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). O el recordado Ramón Valdez, de El Chavo del 8, fallecido de cáncer de pulmón. Y la lista podría seguir: Humphrey Bogart, Gary Cooper, Cantinflas, John Wayne, entre otros tantos.

Entonces, ¿dónde radica la imposibilidad de abandonar el vicio? ¿La adicción? ¿La costumbre? Los jóvenes responden: “tengo muy en claro lo nocivo que es pero no puedo dejarlo, o eso creo. Cuando me siento un poco mal trato de disminuir la cantidad pero es muy difícil”, cuenta Assad. “No creo que sea la adicción en si, a lo largo de los años he dejado durante meses de fumar. Siempre dije que para mí el tabaquismo estaba ligado al nivel de estrés que tenía en el momento”, indica Zahara. “Siempre creí que dejaría el cigarro cuando quisiera, pero lo intenté ya varias veces y no pude; creo que es más la costumbre que la adicción en si. El entorno influye muchísimo”, agrega Gómez.

¿Qué falta?

Aunque son conscientes de los problemas de salud que el consumo de tabaco puede producir a futuro, los entrevistados coinciden en que la mayor dificultad para dejar de fumar es la falta de voluntad. Pero eso no es todo: algunos consideran que también es necesario que sus niveles de ansiedad bajen, poder dejar de lado traumas y problemas personales e incluso encontrar algo sano que reemplace al cigarrillo frente a situaciones de estrés.

La realidad es que el tabaquismo es un problema muy presente en la juventud, a pesar de las campañas preventivas y la información existente. “Nos falta mucho para concientizar, empezando por la educación sobre el tema y transformar el entorno que nos bombardea todo el tiempo vendiéndonos ese producto. Una imagen desagradable en un paquete de cigarros no hizo dejar de fumar a nadie, hay que concientizar de una manera más firme y que de verdad nos llegue”, subraya Agustina.

¿Y con la covid?

Desde que se conoció que el virus afectaba a los pulmones y que los tabaquistas tenían mayor riesgo frente a la enfermedad, las alarmas se encendieron para muchos que optaron por dejar de fumar. “Me asusté un poco al principio -cuenta Assad-; en ese momento fume mucho menos”. En la misma línea opina Rengel, que admite haber intentado dejarlo por miedo a que sus pulmones no puedan soportar la enfermedad.

“Estaba al tanto de las complicaciones pero no disminuí el consumo”, asegura Gómez. Parecido fue el caso de Zahara, que concluye: “no puedo decir que se me encendieron las alarmas, de hecho yo transite la enfermedad, y durante la misma dejé de fumar. El covid me dejó como secuela una bronquitis, que supe esperar hasta que se cure y, de ahí, cuando lo necesite y me sentí bien, empecé a fumar en menor medida, como cuando comencé”.

En el inconsciente colectivo

“Los jóvenes prueban el cigarrillo primero para experimentar, pertenecer a un grupo, sentirse mayores. Durante muchos años nos han incorporado esto a través de las publicidades, en el insconsciente colectivo: ‘fumá porque vas a ser exitoso, vas a tener más amigos, más suerte...’”, considera la doctora Ariela Tarcic. médica neumonóloga y referente del programa provincial de Lucha Antitabáquica. “El joven se cree inmortal y a medida que pasa el tiempo se genera este circulo vicioso, que produce una adicción muy grande por medio de un circuito de feedback. El paciente fuma porque siente placer, porque se libera dopamina, y fuma para no tener el displacer de la abstinencia -expone-; así es cómo el joven, que empezó queriendo experimentar, genera una adicción”.

Si estás pensando en dejar de fumar, podés comunicarte al 0800-444-999 y pedir turno con cualquier médico de Cesación Tabáquica del programa provincial de Lucha Antitabáquica. El tratamiento es completamente gratuito.