El fallecimiento del reconocido médico Jesús María Amenábar producto de un grave cuadro respiratorio por el contagio de coronavirus covid-19 conmocionó a los tucumanos. 

Cerca de las 13.30, sus colegas del Centro de Salud, donde formaba parte del Área de Cirugía, allegados e incluso vecinos del hospital se acercaron al acceso de calle Balcarce 700.

La noticia que impactó a los médicos en Tucumán: murió Jesús Amenábar; tenía coronavirus

Los restos del profesional partieron hacia el cementerio San Agustín, mientras más de un centenar de personas comenzaba a aplaudir, entre bocinazos y sirenas de ambulancias que resonaban como un último adiós.

Entonces, se conformó una interminable caravana que acompañó a Amenábar hasta su lugar de descanso.

La fila de autos recorrió Barrio Norte, llegó hasta la avenida Mate de Luna, ingresó a Yerba Buena por la Aconquija y escoltó a la familia del también docente de la Facultad de Medicina de la UNT hasta la necrópolis de la "Ciudad Jardín".

ÚLTIMO ADIÓS. Dolor y conmoción a las puertas del cementerio San Agustín, en Yerba Buena. Foto: LA GACETA / Matías Quintana

Los aplausos y el estridente sonar de las bocinas fueron una constante a lo largo de todo el trayecto. Se vieron además carteles de agradecimiento al profesional.

La movilización sorprendió a la Policía, al punto que la comisaría de Yerba Buena tuvo que desplegar efectivos por la "gran magnitud" de la caravana, según quedó reflejado en el parte oficial del procedimiento. 

Parientes, amigos, colegas, pacientes y alumnos de distintas promociones de la carrera escoltaron a Amenábar hasta las puertas del cementerio.

Pasadas las 15.30, tras el sepelio, la familia agradeció en el lugar a todos los presentes por el apoyo, y reveló en un emotivo discurso que Amenábar había leído cada uno de los mensajes que le habían enviado mientras permanecía internado en el Centro de Salud. Así, entre muestras dolor y de gratitud, fueron despedidos los restos del reconocido médico tucumano.

GRATITUD. Con carteles, valoraron las enseñanzas del médico Amenábar. Foto: LA GACETA / Matías Quintana