En 1920, el diario “El Orden” interrogó a varios jóvenes tucumanos sobre la actualidad de la provincia. Entre ellos, estaba el doctor José Lucas Penna (1886-1934). Opinó que “la reforma legislativa más urgente en Tucumán, es la de su régimen impositivo. Hay que suprimir en absoluto los impuestos que encarecen la vida y gravan el trabajo; y la imposición debe encaminarse, franca y valientemente, hacia la riqueza acumulada en contribuciones directas y progresivas”. Consideraba que “nuestra inercia en esta materia, está haciendo que el gobierno federal extienda sus tentáculos insaciables en materias reservadas constitucionalmente a las finanzas provinciales. Ya nos amenaza con el impuesto a la renta, tan esencialmente local”, expresaba.

En otro tramo del reportaje, decía Penna que “en ninguna parte como aquí, se justifica y urge el impuesto progresivo sobre la tierra, la renta y el capital. Aquí la riqueza privada se ha acumulado inequitativamente, al amparo de leyes protectoras y del esfuerzo colectivo, con acción individual nula o escasa. Sin embargo, la riqueza privada no ha tenido esas manifestaciones de altruismo (fundaciones de escuelas, hospitales, universidades) que honran y califican otras sociedades. El impuesto progresivo debe hacer que se devuelva a la colectividad lo que de ella se ha extraído”.

Consideraba que “el mal que aqueja a nuestra administración pública es la falta de idoneidad de los que la desempeñan. El empleo públlco ha sido antes y ahora (mucho más ahora que antes) el precio de servicios electorales”. Consideraba necesario “crear la carrera administrativa, exigiendo requisitos para la designación de los empleados, con garantías de estabilidad y de mejoramiento progresivo”.