Hay un par de páginas sobre el literato tucumano Rafael Padilla (1885-1944), en “La novela de un literato”, libro de memorias de Rafael Cansinos-Asséns (1882-1964). Cuenta que un día, en Madrid, con los poetas Isaac Muñoz (1881-1925) y Francisco Villaespesa (1877-1936), fueron a visitar “a don Rafael Padilla, millonario (sic) americano casado con una infanta española”.

El matrimonio habitaba “un amplio y lujoso hotel de la Castellana” y Padilla los recibió “con llaneza cordial y simpática. Es un hombre joven, de aspecto atlético y cara ancha, morena, un poco aindiada. Su esposa, en cambio, es rubia, fina y delicada como una infantina”.

Padilla quería fundar una revista que estrechase lazos entre España y los hispanoamericanos. Villaespesa “toma la palabra, celebra la idea y se encarga de la confección de la revista”, además de “dedicar madrigales a la infanta, que sonríe benévola“. También, a su pedido, Villespesa recita algunos poemas, “con su voz cantarina y su gesticulación histriónica”. Salen “como embrujados de aquel ambiente”, donde fuman cigarrillos egipcios y beben copas de licor.

Apareció la revista y “Villaespesa vivió unos días gloriosos”, ya que Padilla le delegó sus atribuciones: elegía los originales e invitaba a colaborar a sus amigos. Por su lado, Muñoz quedó fascinado con la señora. Hasta le dedicó un librito de versos, “La sombra de una infanta”. Según Cansinos, el director delegado llegó inclusive a fantasear con la idea de fundar un partido que llevase al trono a la infanta y su consorte. Lamentablemente, la revista sólo publicó tres números, porque Padilla y señora se trasladaron a la Argentina. Años después, a fines de setiembre de 1925, Villaespesa visitaría Tucumán.