En julio de 1893, llegó la “peregrinación patriótica” de estudiantes a Tucumán. El discurso oficial estuvo a cargo de Silvano Bores (1855-1903). Recuerda Juan Heller que “después que la prensa lo difundió, a los pocos días todos los repetían de memoria”, incluso los muchachos de colegio. Su autor fue periodista de combate, legislador en la provincia y en el Congreso, diplomático, ministro de Gobierno y gobernador de Tucumán, así como inspirado poeta y soberbio orador. Lo apodaban “El zorzal tucumano”.

Expresaba Heller que Bores “fue uno de los tantos improvisados e indisciplinados luchadores de esa falange que, por exigencias de sangre, de talento y de medio, debió actuar en los más diversos campos de la actividad pública. No era más que un literato, y a pesar de tan deslumbrante y rica abundancia de dones nativos, las letras argentinas no le deben la gloria de un trabajo para el cual le sobraban condiciones”.

“Como a todos los demás, lo atrajo la política y necesariamente fue tribuno; pero tribuno de esta política criolla alejada y casi adversa de la opinión, que cree adormecer y apaga, en el estruendo de las pasiones y en la vanagloria de las palabras, la grande y permanente agitación de la necesidad social”.

Agrega Heller que “sin embargo, fue de los más cercanos a la muchedumbre y era adorado por ella”. Recordaba que, en el Congreso, Bores “arremetió una vez contra el proyecto de (Osvaldo) Magnasco, con tan soberbia y estupenda invención imaginativa, que lanzó como un reto a la emulación de aquel ministro”, suscitando de este un réplica “inmediata, fulgurante y magnífica”.