En cada ocasión que pudo, Helene Kottak se
puso de pie y miró fijo a los tres acusados de la violación y los
homicidios de su hija Cassandre Bouvier y su amiga Houria Moumni. La
señora, que el primer día del juicio oral en Salta leyó un poema sobre
la libertad y reivindicó el derecho de las mujeres "de andar por todas
partes sin ser violadas ni destruidas", adoptó una postura como de
presencia silenciosa pero activa. Helene miró intensamente a Gustavo
Lasi, Daniel Vilte Laxi y Santos Vera como si tratara de comprender qué
había en esos espíritud acusados del horroroso crimen. Ellos,
intimidados, optaron por mirar siempre al frente.
La mirada de una madre
Helene Kottak clavó los ojos en los tres acusados de matar a su hija, Cassandre, y a su amiga, Houria. Lasi, Vilte Laxi y Vera evitaron mirarla.
DE FRENTE. Helene Kottak (derecha) mira a los acusados, como buscando una explicacion. LA GACETA / DIEGO ARÁOZ