En la calle Santa Fe 456, frente al parque San Martín y a tan sólo tres cuadras de la terminal de ómnibus, está ubicado el hostal Del Cerro, donde se alojaban las turistas francesas Houria Moumni y Cassandre Bouvier. Es una modesta casona con techos de tejas y un ventanal con vista al parque.

El local está cerrado. Desde el porche se oye el teléfono que no para de sonar, y que nadie atiende. La luz tenue de una lámpara todavía está encendida en la sala de recepción, pero adentro no hay movimiento ni de empleados, ni de turistas. Parece una escena congelada en la que puede observarse un mueble antiguo de madera sobre el que reposa el teléfono. Los vecinos que pasan por el lugar no pueden evitar mirar hacia adentro, como buscando respuestas a tantas incógnitas surgidas tras la matanza de las jóvenes francesas.

Este local, con capacidad para albergar a 35 pasajeros, ahora está cerrado. En la pared, un tapiz artesanal domina el salón, cerca de tres retratos con imágenes campestres. Al frente hay un televisor a la altura del cielorraso y en un extremo reposan tres sillones de color claro con una mesa ratonera en la que pueden verse un par de revistas.

El cierre del hostal sorprende desde ayer, no sólo a los vecinos, sino también a los propios empleados. Una mujer llega al lugar, antes del mediodía. Toca el timbre, pero nadie responde. Espera unos minutos, mientras acomoda una mochila que carga en la espalda. Se llama Adriana. Es una de las empleadas que trabaja de recepcionista. Dice que no recuerda a las turistas asesinadas. "Puede ser que las haya atendido -admite-, pero no he llegado a charlar con ellas como para acordarme tanto, además no soy la única recepcionista". Prefiere no dar detalles. "No sé -dice, cuando se le consulta la razón por la que está cerrado el local-. A mí me llamaron para que venga a trabajar -agrega-, pero no sé más, no sé si estará la encargada". Se refiere a Rosa María Gómez, una mujer que, unos años atrás, se vino de España para instalarse en Salta y dedicar su vida a la actividad turística. Ella no da la cara, tampoco se sabe si está adentro, pero los vecinos la describen como una mujer delgada, de cincuenta y pico de años, de cabello enrulado, castaño claro.

La conmoción por los asesinatos de las turistas francesas está en boca de los salteños. Se habla del caso en las mesas de los bares, en las estaciones de servicio, en las puertas de las iglesias, mientras los taxistas crean hipótesis de todos los tamaños. "Cómo puede ser que, en el hostal, no den aviso a la Policía cuando alguien no vuelve a dormir y, encima, se deja las pertenencias", reniega un chofer de taxi.

Los vecinos del hostal dicen que se enteraron del caso por la prensa. Algunos expresan bronca; otros, impotencia y desazón. "Tienen que agarrar a los culpables. Si yo fuera el padre de las chicas vengo dispuesto a vengarme, porque es tremendo lo que hicieron", afirma Alejandro, que atiende su negocio de comestibles a 10 metros del hospedaje.

El teléfono sigue sonando adentro de la casona. En la guía telefónica el número del local está a nombre de Edmundo Angel Del Cerro, un médico psiquiatra que es dueño del edificio. El apellido del médico es el mismo nombre del hostal. Sin embargo, por vía telefónica, el psiquiatra explica que lo alquiló a Gómez, a través de un contrato fijado entre 2009 y 2012. Así, Del Cerro deslinda cualquier responsabilidad en el caso.

Luego de tocar varias veces el timbre, Adriana, la recepcionista, decide marcharse. El nerviosismo se nota en su rostro. No sabe qué pasará con su fuente de trabajo. El hostal no parece haber sido cerrado por orden judicial. No hay faja de clausura, y un pequeño cartel adherido en la fachada dice: "Establecimiento autorizado. Legajo 27-60365407-8. Ministerio de Turismo, Gobierno de Salta".

Pasado el mediodía, los cuerpos de las turistas llegan a la morgue del hospital San Bernardo. Paradójicamente, las infortunadas visitantes extranjeras son llevadas a ese lugar, ubicado a tan sólo cinco cuadras del hostal. Los familiares quieren finiquitar los trámites de repatriación. Pero el vocero de prensa del Poder Judicial salteño, Marcelo Báez, detalla que todavía faltan algunos pasos previos para permitir el traslado, primero, a Buenos Aires, y después a Francia. Mientras tanto, en el hostal Del Cerro hay tanto silencio como en una morgue.