Música, harina, albahaca, agua y alcohol son los ingredientes de los febreros en las calles de La Rioja. El última día de enero empezó en Chilecito la Chaya, un festejo que se extiende hasta los feriados de Carnaval y que se vive en todos los rincones del interior y de la capital riojana.

La Chaya tiene su origen en una tradición diaguita y se inicia con el desentierro del Pujllay o diablo carnavalero, un muñeco que simboliza el espíritu festivo de la época, y su posterior quema y entierro hasta el próximo año. Durante todo febrero, varios festivales se mezclan con las chayas organizadas en casas de reconocidos músicos del medio local, como Pancho Cabral o Camilo Matta, y familias chayeras que transmiten la costumbre de generación en generación.

Esta celebración resalta los valores folklóricos tradicionales del Carnaval traducido en la chaya riojana. Se festeja cantando vidalas y bebiendo aloja espumante. Los chayeros recorren las calles y le ponen término a la fiesta arrojándose almidón y danzando bailes populares. Además de los espectáculos folklóricos, se hacen presentes la poesía, la artesanía, la danza y la gastronomía típicas.