Javier Milei tiene con qué sustentar su costado místico. Ahora, en el que quizás sea el peor momento de su gobierno, un ángel con sede en Washington ha salido en su auxilio. Bastó que el secretario del Tesoro de Estados Unidos dijera que hará todo a su alcance para ayudar al país para que el horizonte económico-financiero se despejara: bajaron el dólar y el riesgo país, mientras subían las acciones y los títulos públicos. ¿Será que las fuerzas del cielo de las que siempre habló el jefe de Estado atienden en la tierra de Donald Trump?
Tras las elecciones en la provincia de Buenos Aires, el 2 de septiembre, todo había comenzado a desmoronarse y el experimento libertario parecía encaminarse al incendio. Economistas, gobernadores e inquilinos del Congreso empezaban a hablar de un modelo que no solo hacía agua ahora, sino que arrastraba largos meses de desaciertos. Milei parecía encerrado en su laberinto de soledad y puentes políticos rotos, hasta que esta semana jugó un 1 de basto para calmar al dólar y un 1 de espada para derrumbar el pesimismo bursátil.
...Ve la vaca y llora
La decisión de llevar a cero las retenciones para el agro hasta el 31 de octubre busca inyectar dólares en el mercado. Muy probablemente consiga que se liquiden hasta esa fecha unos U$S 7.000 millones -el tope que fijó el Gobierno- de los cerca de U$S 9.600 millones que restan de la campaña. La jugada es astuta para saciar la sed verde de los inversores, pero acarrea sus propios problemas. Los gobernadores de las provincias productoras “grandes”, como Santa Fe y Córdoba, ya advirtieron que la medida es oportunista, insuficiente para reimpulsar al campo y que las retenciones deben eliminarse para siempre.
Milei agradeció a Estados Unidos: “El apoyo incondicional al pueblo argentino nos fortalece”Más allá de lo político, asoma otro riesgo que podría volver como un búmeran recargado: los productores que ya liquidaron con retenciones están que trinan. Y peor aún, se sienta un precedente. Si ya se bajaron una vez, ¿por qué no forzar al Gobierno a que lo haga de nuevo, simplemente reteniendo la cosecha? Especulaciones, quizás. Pero el que se quema con leche...
Habrá señales
Desde que asumió, Milei ha dejado claro que su brújula no solo apunta al norte en lo ideológico, sino también en lo pragmático. La dolarización, la competencia de monedas o el simple levantamiento del cepo cambiario requieren de una billetera que hoy el Banco Central no tiene. En ese contexto, el murmullo de una ayuda financiera extraordinaria de Estados Unidos se vuelve cada vez más audible en los pasillos del poder. ¿Pero de qué hablamos exactamente? Para entender su magnitud, en Washington y Buenos Aires desempolvan dos viejos manuales de historia: el del Plan Marshall y el del rescate a México tras el “Efecto Tequila”.
A primera vista, las comparaciones suenan grandilocuentes, pero son reveladoras. El paralelismo con el Plan Marshall (nobleza obliga, ya explorado por colegas como Ernesto Tenembaum) explica el porqué estratégico de la ayuda; es la lente geopolítica. Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos inyectó miles de millones no solo para reconstruir una Europa en ruinas, sino para consolidar un bloque de aliados capitalistas y frenar el avance soviético. Hoy, en otra escala, la Casa Blanca observa cómo el Gobierno argentino, con un fervor inédito, se alinea con Occidente en un continente donde la influencia de China crece sin pausa. Apoyar la “reconstrucción” económica de Milei se convierte así en una inversión estratégica: la posibilidad de forjar un aliado incondicional y un modelo de libre mercado exitoso como faro regional. Es la doctrina de la contención ideológica del siglo XXI.
Dólar hoy: se derrumbó casi $70 sin intervención del BCRA ni uso de reservasPero la urgencia manda, y la geopolítica a veces necesita el empujón de las finanzas. Aquí entra en juego el segundo espejo: el salvataje a México en 1995. Aquella crisis, bautizada como “Efecto Tequila”, amenazaba con un colapso financiero sistémico. La respuesta de Washington, liderada por el Tesoro y no por los lentos canales multilaterales, fue un audaz y masivo paquete de liquidez para estabilizar el peso y apagar el incendio. Este paralelismo nos habla del cómo podría instrumentarse la ayuda. Argentina no necesita un goteo de fondos condicionados, sino un “shock” de dólares que le permita desarmar la bomba del cepo y anclar las expectativas. Un préstamo puente o garantías directas del Tesoro, como las que salvaron a México, es el vehículo financiero que podría ejecutar esa jugada.
Es aquí donde ambos espejos se fusionan. La lógica del Plan Marshall provee la voluntad política; el manual del rescate mexicano ofrece el instrumento técnico. Una cosa sin la otra sería inviable: sin el alineamiento geopolítico, no habría interés en un rescate de alto riesgo; sin un mecanismo de emergencia, la ayuda estratégica llegaría tarde.
En definitiva, las fuerzas del cielo a las que apela el Presidente parecen tener una dirección muy terrenal en Washington. La posibilidad de una asistencia histórica no dependerá de milagros, sino del frío cálculo de si la Casa Blanca considera que la oportunidad de consolidar un aliado en el sur justifica el riesgo de apostar por el éxito de uno de los experimentos económicos más radicales de la historia. La partida está en juego y sus fichas son tan financieras como políticas.
Réplicas en Tucumán
Lo que suceda de aquí en más con la economía tendrá sus réplicas inevitables en la política nacional y, por supuesto, en la nuestra. Si Milei logra acomodar “los patitos” de su gestión, recupera la iniciativa y tranquiliza a una sociedad en vilo, es probable que su performance electoral mejore, o al menos no sea tan desastrosa como la de Buenos Aires. En Tucumán, la suerte de Federico Pelli y compañía está atada a la perinola que gira en la Casa Rosada. “Pelli es Milei en Tucumán”, reza el eslogan de algunos carteles de La Libertad Avanza por estos lares. ¿Eso es bueno o malo? Depende, todo depende.
Jaldo, sobre la ayuda de Estados Unidos: “Un nuevo crédito no es la salida para Argentina”Por lo pronto, el gobernador Osvaldo Jaldo ya lanzó ayer mismo un dardo a uno de sus contendientes para la elección del 26 de octubre, al advertir que se necesita un “Presidente que piense en cómo salir de la crisis y no uno que se endeude”. El escenario electoral se modifica de manera vertiginosa, al ritmo de una Argentina con reacciones espasmódicas, sacudones propios de un temblor de alta magnitud. Por eso, entre los dirigentes de las distintas fuerzas comarcanas, las sensaciones de victoria o derrota van y vienen como un péndulo, mientras todos ensayan discursos para relativizar un triunfo ajeno y magnificar uno propio.