Hay inquietud en el mercado y en el cierre de las operaciones de este viernes se evidenció la mano del Estado. Las regulaciones del Banco Central tienen un solo sentido: mantener a rayas el tipo de cambio antes del proceso electoral del domingo 7 de septiembre en Buenos Aires, la pelea de semifondo de este año. El resultado de esa contienda preocupa a los inversores en un territorio en el que el peronismo sigue siendo fuerte. Las restricciones (no cepo) para que los bancos operen con la divisa estadounidense no tiene incidencia en los individuos. Esos bancos, desde ayer, no pueden comprarla en el último día hábil de cada mes. En otros términos, implica que las entidades no pueden cubrirse de dólares en ese período.
Con el estrés financiero que se observa en el mercado, el equipo que lidera el ministro de Economía, Luis Caputo, despliega esta batería de medidas, con el fin de llegar, sin grandes contratiempos monetarios y cambiarios, hasta fines de octubre, cuando ya se conozca el resultado de los comicios parlamentarios nacionales. Caputo acepta pagar tasas elevadas con tal de aspirar la billonaria cantidad de pesos y, con ese esquema, desalentar la dolarización de carteras. El objetivo es clave: un reajuste en el tipo de cambio implica un traslado a precios (pass through), con el consecuente cambio de humor político de la sociedad a las puertas del test electoral. De acuerdo con las estimaciones de las consultoras privadas, el rubro Alimentos evidenció reajustes durante la última semana de agosto, producto de los vaivenes del dólar y de las tasas. El consenso entre las principales consultoras es que la inflación de agosto se ubicaría por encima de 2%, levemente por encima de julio.
Según la economista Marina Dall Poggetto, la volatilidad de las tasas tiene al menos tres efectos sobre el esquema económico:
* Aumenta la carga de intereses que paga el Tesoro y acorta peligrosamente los plazos de la deuda en un país que sigue sin acceso al crédito internacional y ya no tiene cepo.
* Pone un freno abrupto a la expansión del crédito, que, venía siendo el principal driver de la economía y mete presión sobre la mora, que ya había empezado a subir en la cartera de los bancos.
* Dificulta el ajuste deflacionario de la economía, en un contexto donde el freno observado en el nivel de actividad desde febrero empieza a afectar la recaudación. Sobre todo, cuando aumenta la presión para bajar la presión impositiva normativa y para subir el gasto en pos de recomponer las pérdidas de ingresos generadas.
Ahora el mercado se pregunta a qué velocidad se flexibilizaría la política monetaria para estimular la economía real, sin que eso afecte al dólar y a la inflación una vez transcurrido el tiempo de las elecciones. Por el momento, Caputo logró el objetivo de evitar que el dólar se dispare. En agosto se reajustó 1,1% contra el 14% de julio. Para saber cómo fue la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC) habrá que esperar hasta el miércoles 10 de septiembre, de acuerdo con el calendario difundido por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). La gestión económica de Javier Milei, con Caputo a la cabeza, paga un alto costo para sostener estas variables: un menor nivel de actividad económica que, cotidianamente, se percibe en la calle, con menos consumo y menos dinero en el bolsillo de la sociedad.