El 26 de noviembre de 2004, el juez Víctor Agustín Aráoz fue asesinado de 10 disparos en su casa de Yerba Buena. No fue un caso más para la historia policial y judicial de la provincia, ya que tuvo una instrucción y un desenlace polémico. Hubo tres condenados, pero sólo dos cumplieron la pena y el tercero, Alejandro Darío Pérez, se mantuvo más de una década prófugo, hasta que fue detenido en las últimas horas, en Lules.
Pérez junto a otros cuatro policías fueron investigados y, luego de dos procesos judiciales, fue condenado a prisión perpetua, junto a Ema Gómez, por el homicidio agravado de Aráoz. Pese a que el ahora ex prófugo siempre sostuvo su inocencia, en la etapa de investigación surgieron diferentes hipótesis que llevaron al tribunal, integrado por Pedro Roldán Vázquez, Carlos Norry y Emilio Páez de la Torre, a dictarle 18 años de prisión y 13 a su ex compañera en la fuerza.
La teoría que guió la investigación giró alrededor de un crimen pasional, ya que Gómez habría mantenido una relación con Aráoz y con Pérez. Luego de que se confirmara que el cuerpo de la víctima había sufrido lesiones compatibles con una pelea, la Justicia fundamentó la sentencia asegurando que “el oficial Pérez, persona de carácter agresivo, machista, y seguramente resentido por la relación paralela que lo mortificaba, escuchó los gritos de Gómez. Percibió que había una lucha física e ingresó a la casa. Impulsado por sus sentimientos, viendo a su amante en una situación de lucha con su odiado rival (el juez Aráoz), dio rienda suelta a su hostilidad, comenzando a disparar, concluyendo cuando vio a su enemigo caído, inmóvil y sangrando profusamente”.
Los condenados habían pasado cuatro años bajo prisión preventiva y habían llegado al juicio en libertad. Gómez y Pérez debían presentarse una vez al mes para demostrar su disposición ante la Justicia. Lo hicieron de manera regular los primeros meses, hasta que Pérez fue declarado prófugo. Ni siquiera llegó a escuchar cuando la sala I de la Cámara Penal l lo condenó en primera instancia.
Desde ese momento, diferentes grupos de la Policía iniciaron su búsqueda, pero todas las veces esas tareas arrojaron resultados negativos. Se sabía que había abandonado el país por alguno de los numerosos cruces fronterizos clandestinos. Algunas versiones sostuvieron, a lo largo de estos años, que se habría radicado en Tarija, Bolivia, y que solía recorrer la noche de Bermejo.
Los investigadores nunca le perdieron la pista y, como sucede en muchos casos, Pérez cometió el error de regresar hace unos días a Lules, su ciudad natal. Una visita a su familia lo dejó en evidencia y en las últimas horas fue detenido y puesto a disposición de la Justicia.
En todos estos años de clandestinidad, Pérez estuvo ajeno a las decisiones de la Justicia, que en octubre de 2015, bajo un tribunal compuesto por los jueces María Elisa Molina, Alfonso Zóttoli y Carlos Caramutti, determinó que él y Gómez debían cumplir la pena de cadena perpetua.
El asesinato del juez Aráoz
El juez Aráoz fue ultimado en una noche de viernes, cuando se encontraba en su casa de avenida Aconquija. Había pasado la tarde con uno de sus nueve hijos. Alrededor de las 20 se habría desatado la escena del crimen. Recibió 10 disparos y la autopsia reveló que falleció desangrado.
Además de Pérez y Gómez, el tercer policía condenado por el caso fue Andrés Fabersani, que cumplió la pena de cinco años le impusieron los dos tribunales. No fue a la cárcel porque estuvo alojado en la Dirección General de Bomberos de la Policía. Debido a su conducta ejemplar, recuperó la libertad y hoy es empresario.