Prevenir el deterioro cognitivo es una de las claves para que los adultos mayores mantengan una buena calidad de vida. Aunque en los casos más severos el deterioro puede llevar a la demencia, anticiparse al diagnóstico y adoptar un estilo de vida saludable puede ralentizar los estadíos más avanzados de enfermedades neurodegenerativas.

La demencia es una limitación de las funciones orgánicas producto del deterioro cognitivo y conductual de una persona, según define el neurólogo tucumano Federico Nahas. Es decir que el deterioro cognitivo no implica -necesariamente- una demencia, pero sí puede derivar en ella. Para prevenir la degeneración del cerebro y las tareas que cumple, es importante atender a las señales que suelen pasar desapercibidas. Entre ellas, la depresión después de los 60 años, que tiende a interpretarse erróneamente como un estado propio del envejecimiento.

En las enfermedades neurodegenerativas, el cerebro empieza una “cascada de procesos” (generalmente lento) que puede durar años. Se caracteriza por una desmejoría progresiva que disminuye poco a poco el volumen de la corteza cerebral o de neuronas en determinadas partes del cerebro. Así, poco a poco los adultos mayores pueden empezar a perder funcionalidades.

Consulta neurológica

Nahas sugiere hacer consultas periódicas con un especialista ante cualquier sintomatología como los trastornos del movimiento -con o sin temblor- o los relacionados al equilibrio, como las caídas repetidas. Pero destaca dos aspectos a considerar. Por un lado, la periodicidad de la visita a un neurólogo, que dependerá del cuadro clínico que presente el paciente. Por otro lado, el médico atenderá más a la evolución de la sintomatología que a apresurarse a dar un diagnóstico.

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“Como son enfermedades neurodegenerativas, al inicio puede parecer una cosa, pero el médico necesita ver la evolución. No es tanto qué tiene, sino cómo evoluciona. Quizás en una consulta lo vemos y parece una cosa y en los controles siguientes no empeora. El paciente tiene que tener el seguimiento”, explica.

El mismo proceso aplica para los diagnósticos de depresión que puedan estar asociados a deterioro cognitivo. “La depresión es un síntoma que aparece antes, durante o después del inicio de la patología. Es muy común que el paciente esté con depresión o le venga en el camino”, señala Nahas.

Aunque la indicación de un diagnóstico se refinó en los últimos años, los síntomas y características que se presentan al principio pueden confundirse y llevar a un tratamiento incorrecto. El avance en la especificidad de los tratamientos llevó también a que los especialistas se enfocaran en dar diagnósticos más certeros y para ello es fundamental la observación de la persona.

“La parte del manejo de la depresión tiene mucho que ver con el entendimiento neuropsiquiátrico de la patología –y no solo neurológico o solo psiquiátrico-, porque esa depresión obedece a un mismo procedimiento neuropatológico que, si no se trata, puede llevar a síntomas de parkinsonismo”, detalla el neurólogo.

Datos científicos

Un estudio publicado en la Revista Científica de la Universidad Tecnológica Israel, de Ecuador, hizo un repaso por otras investigaciones realizadas entre 2015 y 2019. El artículo da cuenta de que, aunque hay consenso en la relación estrecha entre demencias y depresión, no hay acuerdo respecto a cuál es el causante del otro.

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“En este mismo contexto se han establecido disímiles teorías que permiten entender el vínculo presente entre el deterioro cognitivo y la depresión”, señala la publicación. A su vez destaca que “aquellos sujetos con síntomas de depresión evolucionarán a un deterioro cognitivo leve y al tratar la depresión se mejoran las funciones cognitivas”. También se indicó que las especialistas Ámbar Pérez, Diana Oviedo y Gabriella Britton, de la Universidad Católica Santa María La Antigua, Panamá, llegaron a la conclusión de que “el 55% de personas de la tercera edad con diagnóstico previo de trastorno depresivo desarrollan posteriormente deterioro cognitivo leve, reduciéndose al 44.8% luego de ser sometidos a intervenciones para disminuir la depresión durante el tiempo de un año después de iniciado el tratamiento”.

Ante los síntomas del deterioro, señalan como “lógico” que los pacientes empiecen a padecer síntomas depresivos al reconocer sus limitaciones para hacer tareas del día a día. Ante este cuadro las familias cumplen un rol fundamental que consiste en acompañar al adulto mayor lo suficiente como para cubrir sus necesidades básicas y alejarlos de potenciales peligros; pero darles, a la vez, la libertad suficiente como para que se desafíen a sí mismos a cumplir con las tareas que aún pueden desempeñar.