EEUU: cuando los jueces ven con un solo ojo

EEUU: cuando los jueces ven con un solo ojo

05 Junio 2023

Carlos Duguech

Columnista invitado

Lo aseguran los oftalmólogos: no se puede percibir adecuadamente la distancia y profundidad como las que brinda la visión binocular. En el caso del estrepitoso avance sobre el Capitolio de los seguidores de Trump, e instados por él desde la Casa Blanca (60/01/2021). En ello se advierte una percepción de los jueces que actuaron en los juicios incoados contra más de 700 acusados que sólo vieron con una visión monocular. Trump, el instigador, quedó fuera. No por sus fueros (valga aquí la cacofonía obligada) sino por la visión menguada de los juzgadores. Sí suscribieron, ceremoniosamente. 71 condenas que recayeron sobre los participantes de la violenta arremetida a la sede del Capitolio. Un edificio que no estaba vacío sino que en ese Día de Reyes albergaba a los integrantes del cuerpo legislativo de EEUU ocupados en certificar los resultados electorales que le adjudicaban la ventaja al candidato demócrata Joe Biden. Impedir esa certificación fue el objetivo supremo de los seguidores de Trump. Fue el propio presidente que los alentó y les dio las directivas. Cuasi precisas. Fue el “GPS” que orientó a los exaltados seguidores que, esperando el triunfo del supermillonario presidente para su reelección, se dieron contra el muro Biden, que los trajo a la realidad. No fue en secreto, ni a escondidas, la arenga de Trump. A plena luz. Directamente de persona a personas

Washington: monumento

Desde temprano, frente a una masiva concentración de sus simpatizantes en la zona que generó un acto del que participó el propio Trump, los manifestantes marcharon hacia el Capitolio. Les transmitió a sus enojados seguidores los supuestos fraudes en algunos estados que culminaron con otorgarle ventajas a su competidor Biden. No alcanzó, vale señalarlo. En ninguna de las denuncias pudo aportar pruebas de sus asertos. No se quedó en eso sólo. Arremetió con gruesas acusaciones a los de su partido, tildándolos de débiles y hasta de patéticos. ¿Cuál razón para semejantes calificativos?: que desoyeron su pedido de que le apoyaran en su pretensión -que nunca dejó de sostener- de impedir la certificación en el Capitolio de los votos que consagraban a su oponente Biden.

Tal fue la verborragia de Trump -enojado y dispuesto a jugar todas las cartas posibles- que lanzó su arenga por la que, entre otras cosas, lo responsabilizaron del asalto al Capitolio por un grupo violento de sus seguidores: “Caminaremos hasta el capitolio y vitorearemos a nuestros valiente senadores y congresistas”. Agregó, aunque no fue en esa marcha a la que instaba porque se recluyó en la casa Blanca, “Caminaremos y estaré allí con ustedes”. No estuvo. Sí en su “bunker” oval.

“Luchar como demonios”

Aunque suene demasiado ajeno al lenguaje de un presidente en funciones en un país potencia como los EEUU, lo que sigue fue -lo que entre otros dichos- expresó Trump a sus simpatizantes. “Si no luchamos como demonios ya no van a tener país”. Palabras dramáticas justo en un momento en el que sus seguidores abrigaban la esperanza, urgidos y alentados por su presidente, nada menos, de revertir el resultado electoral. Y para ello, dadas las circunstancias, era necesario actuar donde se estaba gestando la certificación de los votos ganadores de Biden. Era el lugar donde debía librarse la “batalla”, conforme lo suponían.

La irrupción de los que pugnaban por detener la certificación de los votos que consagraban al líder demócrata fe violenta. Estaban armados y muchos de ellos con chalecos antibalas y hasta llevaban amarras y elementos para inmovilizar a sus eventuales secuestrados. No son pocos los medios y los analistas que -a la luz de documentos y e informaciones reveladas- suponen que entre los objetivos se incluían asesinatos de algunos legisladores señalados como traidores, entre otras calificaciones.

Si los responsables de la seguridad interna del Capitolio no actuaban a tiempo hubieran llegado los asaltantes hasta el despacho del propio vicepresidente Mike Pence. Es notorio ya, transcurridos los hechos, que muchos de los congresistas demócratas expresaran que temieron por su vida en semejante y dislocada situación en el asalto al Capitolio. Sólo con tomar en cuenta los cinco muertos y cerca de 140 agentes heridos da motivos para una investigación a fondo de los organismos de seguridad de los EEUU. Trump, citado por el Senado, zafó en el segundo juicio político porque no se alcanzaron los números para declararlo responsable de instigar el asalto al Capitolio.

Si no fuera por Trump

La semilla la sembró y la abonó el propio Trump, desde los últimos días de su gestión presidencial. Si hubiera persuadido a sus seguidores ese 6 de enero que había aceptar la derrota electoral pese a las sospechas –nada más que sospechas de fraude parcial-no hubieran muerto esas cinco personas y no se hubieran herido esos 140 agentes en el Capitolio. Fue necesario que el presidente electo Biden le exigiera que sus simpatizantes cesen las violentas protestas. Sólo con tener presente que Trump seguía por televisión en directo lo que estaba ocurriendo en el Capitolio con el asalto violento de sus seguidores nada deplorable hubiera ocurrido utilizaba su poder presidencial. Quien tiene -el único- hasta el poder de utilizar las claves exclusivas para un bombardeo nuclear tiene de sobra los medios para hacer intervenir en lo interno a todos los organismos que se ocupan de la seguridad en Estados Unidos. En Washington. En el Capitolio, en ese momento esencial y supremo del sistema democrático: la certificación de un presidente electo. Nada hizo Trump cuando debió hacerlo. Y cuando pudo hacerlo. Un pedido a las huestes asaltantes llegó más tarde de lo que debido. Mucho más tarde.

Apología del delito

Cuando inicia su campaña parta presidente el 23 de marzo último Trump comete un error político que, a la vez, podría ser catalogado como una apología del delito. Al llegar al aeropuerto de Waco en Texas, da comienzos a un mitin que tiene una particularidad digna de ser atendida: una canción “Justice for All” (Justicia para todos) intercalada con el himno interpretada por un coro de quien en fueron encarcelados por su probada participación en el asalto al Capitolio. A la vez en una pantalla gigantesca se sucedían imágenes del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. El apoyo a los asaltantes era directo. Casi “patriotas” que defendían la nación y su democracia, en el pensamiento trumpiano. Denostó a la justicia que lo investiga y hasta señaló que existe una utilización política del sistema al que se atrevió- Trump se atreve a cualquier desafío- como que es víctima de un renovado “estalinismo”. Descalificó aún más las investigaciones asumiéndolas como propias de “una república bananera”.

No sólo en este suelo argentino tanto se menciona a la justicia incurriendo en avances sobre el poder político y a éste sobre la justicia.

Alguna vez dijimos de Trump como el más imprevisible de los presidentes previsibles de EEUU. Pero nos sorprendió (no tanto, en verdad) cuando expresó en ese mitin en el aeropuerto texano: “Bajo Joe Biden, los patriotas americanos están siendo arrestados y mantenidos en cautiverio como animales”, además de agregar que la cárcel donde estaban era “un infierno”.

Además de ese apoyo a los asaltantes del Capitolio, Trump ha dedicado buena parte del mitin para hablar de las investigaciones de las que es objeto.

Algunos condenados. Para muestra.

Siete años de cárcel para primer condenado en juicio por asalto (De extrema derecha)

-Cuatro años y medio de cárcel para el asaltante del Capitolio que puso los pies en el escritorio de Nancy Pelossi (Presidenta de la Cámara de representantes),

-Condenaron a un manifestante a más de cinco años de prisión por asalto…

-Ocho años y medio de prisión al cabecilla del asalto.

-Culpable de sedición por asalto al Capitolio al líder ultraderechista de EEUU, profesional de derecho y fundador de Oath…

En conclusión, el poder político y la justicia son dos pesos pesados en el juego de las relaciones entre ellos. Saben cómo protegerse, así sea vulnerando normas con interpretaciones con aplicaciones sui generis.

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