Debemos hacer más silencio
30 Abril 2023

Hace 27 años la Organización Mundial de la Salud (OMS) instauró el Día Internacional de la Conciencia sobre el Ruido, a partir de una iniciativa del Centro para la Audición y Comunicación.

Se conmemoró este 27 de abril, aunque sin hacer mucho ruido.

Se supone que es una jornada para alertar y crear conciencia en la población sobre los riesgos que tiene el ruido excesivo en los trastornos auditivos y su impacto en la salud.

La mayoría de las personas no son conscientes de los efectos que produce el ruido en nuestro entorno. Por ejemplo, cuando no podemos dormir o cuando hay un ruido fuerte puntual. Muchas veces dejamos pasar estas molestias, lo cual va causando un deterioro progresivo en nuestra salud física y mental, al estar sometidos a niveles de ruido constantes.

La contaminación acústica afecta a las personas mientras intentan descansar o cuando efectúan alguna actividad.

Es un problema complejo y multicausal, sobre todo en las grandes ciudades, con grandes volúmenes de tráfico, industria o sector turístico y de ocio.

Las legislaciones varían según el distrito. En Tucumán existen leyes provinciales y ordenanzas municipales, en la capital, que regulan esta problemática y penalizan con fuertes multas a las personas, empresas o instituciones que generen ruidos molestos o excesivos. Sin embargo, no se cumplen ni se controlan.

Las motos aturdiendo a toda hora y en todas partes son el mejor ejemplo de que la ciudadanía ignora o no respeta estas pautas de convivencia y que el Estado, municipal y provincial, se ausenta de su rol protector de la salud, física y mental.

El ruido es un sonido inarticulado, sin armonía ni ritmo que tiende a ser desagradable y molesto al oído. Es, en pocas palabras, un sonido no deseado.

Más allá de la molestia que nos pueda causar, el ruido es un problema que afecta nuestra salud y al medio ambiente.

Según la OMS la exposición a más de 70 decibeles durante un período de tiempo prolongado puede producir daños graves en el oído, con consecuencias irreversibles.

Un estudio de la Universidad Nacional de Tucumán, publicado hace un lustro, informaba que en algunas esquinas del microcentro tucumano se registraban ruidos constantes y persistentes de más de 100 decibeles, principalmente proveniente de los vehículos no adecuados a las normas, como colectivos, motos y autos.

La contaminación acústica, cuando se prolonga en el tiempo y el espacio, perjudica considerablemente la audición, genera trastornos del sueño, enfermedades cardiovasculares como la cardiopatía isquémica y problemas cognitivos. Algunos estudios han revelado que podría estar asociado con la obesidad y la diabetes.

La OMS agrega otros trastornos a la salud provocado por el ruido: Socioacusia (déficit auditivo provocado por el ruido ambiental); cambios en la regulación del sistema nervioso central; cefalea; alteración del sueño; estrés; alteraciones momentáneas en la conducta, como irritabilidad; fatiga, neurosis y depresión; alteración del sistema circulatorio y digestivo; aumento de secreciones hormonales (tiroides y suprarrenales); y disfunción sexual.

Este problema, lejos de solucionarse, aumenta cada día, a medida que las ciudades crecen. La mayoría de los ciudadanos que generan estos ruidos no son conscientes del daño que producen, y el Estado se ha retirado de su rol protector, con lo que, más grave aún, promueve la degradación sanitaria.

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