Oliver Proctor: “Hay muchos alumnos perdedores, desde el punto de vista educativo, por estar atados a sistemas obsoletos"

Oliver Proctor: “Hay muchos alumnos perdedores, desde el punto de vista educativo, por estar atados a sistemas obsoletos"

El rector del colegio San Jorge Norte es el diseñador de The Future of learning, un innovador programa de aprendizaje que apuesta a la autonomía del alumno y al quiebre de la verticalidad de los sistemas de enseñanza tradicionales. En esta entrevista habla sobre los cambios que requieren las propuestas educativas, reflexiona acerca del impacto de la pandemia en el ámbito escolar y comparte su visión sobre el bullying.

DESAFÍO. Los chicos y sus maestros son quienes construyen los contenidos y las currículas tradicionales son rígidas, dice Oliver Proctor. DESAFÍO. Los chicos y sus maestros son quienes construyen los contenidos y las currículas tradicionales son rígidas, dice Oliver Proctor.
19 Marzo 2023

La entrevista tiene lugar en su oficina del colegio San Jorge Norte, en Los Polvorines, en la zona norte del Gran Buenos Aires, a 33 kilómetros de Capital Federal. San Jorge Norte es un colegio hermano del San Jorge Quilmes, uno de los cien colegios más prestigiosos del mundo (único en Argentina y uno de los dos nominados de América latina) según el ranking publicado en la revista inglesa Spear´s el año pasado, confeccionado por Carfax Education, consultora líder en la materia. Oliver Proctor nació, se formó y trabajó en Inglaterra antes de afincarse en nuestro país. Entusiasta promotor de un aprendizaje que contempla el bienestar del alumno, sus inquietudes e intereses, hablamos sobre los desafíos educativos en estos tiempos turbulentos.

- ¿Qué nos dejó la pandemia en materia educativa?

- Me parece una pregunta fascinante que requiere una respuesta muy amplia. Primero pondría marcha atrás. Es cierto que la pandemia nos dejó muchos problemas y desafíos, pero muchos educadores antes de la pandemia observábamos que esos problemas en algún momento surgirían. Antes de la pandemia era evidente que había aspectos del sistema educativo que no estaban funcionando, aquí en la Argentina y a nivel global. Los chicos de hoy son muy distintos. En esto incide la aceleración de los cambios y sobre todo los tecnológicos. En San Jorge desarrollamos un proyecto que se llama The Future of Learning (el futuro del aprendizaje), en 2017, que nació a partir de mi experiencia en Londres desde 2010. Nuestro colegio atravesó mejor que otros la pandemia por contar con profesores ya capacitados en el uso de herramientas como las que proporciona Google, pero las herramientas son solo una parte de un proyecto mucho más profundo. Por debajo de todo está el vínculo entre el profesor y el alumno. Después de la pandemia los chicos vienen más distraídos, aparecen muchos más desafíos en su aprendizaje. El colegio ya no es un lugar en donde uno deja a sus hijos y se olvida. La educación es cada vez más un trabajo en comunidad. La pandemia nos hizo reflexionar más profundamente sobre estos temas, nos obligó a vernos frente a un espejo. En la educación de hoy se respira otro ambiente y estamos todos aprendiendo. Por eso yo uso la palabra “learners” (aprendices); todos lo somos. Profesores, maestras y alumnos, aprendemos juntos en sociedad. Cada día es una experiencia, una indagación, un descubrimiento, no solamente una serie de clases de matemáticas o lengua. Este es el nuevo paradigma que tenemos que seguir; no importa el prestigio o el presupuesto de la institución. El alumno hoy no aprende escuchando un monólogo. El sistema victoriano que teníamos –y que muchos colegios todavía tienen-, de escucha pasiva, hace tiempo que no funcionaba. Lo que planteamos es invertir el sistema, transformar la educación en algo activo, en una guía de los alumnos, buscando que sean protagonistas con un pensamiento crítico. Nuestro sistema tiene en su centro al alumno y su bienestar. Antes la mirada se limitaba a lo académico pero el trabajo debe ser mucho más holístico. Un alumno es más que su intelecto; hay que tener en cuenta su corazón, su energía, su cuerpo… Hace un tiempo hablé con profesores de Oxford y Cambridge para ver cómo les iba a los egresados de mi colegio en Inglaterra. Académicamente les iba muy bien pero muchos se caían tiempo después por falta de capacidad emocional o psicológica para adaptarse a un contexto diferente.

- Fernando Reimers, director de Iniciativa para la innovación educativa de la Universidad de Harvard, resalta la importancia de plantear desafíos cognitivos al alumno y estimular su autonomía. ¿Cuán importantes son estos aspectos?

- Para empezar con esta respuesta lo mejor es hablar del IB (Bachillerato Internacional). El IB es un sistema que viene desde hace 50 años, diseñado originalmente para chicos que cambiaban periódicamente de país de residencia junto con sus padres -hijos de diplomáticos, por ejemplo- y necesitaban la misma currícula en distintos lugares. Hoy, en el mundo, hay casi tres millones de estudiantes que hacen el IB. Entendemos el espíritu del IB como una currícula basada en conceptos y no en contenidos. El concepto se baja a áre’as de investigación, áreas muy globales: ¿quién soy?, ¿dónde estamos parados en el tiempo? Los chicos y sus maestros son quienes construyen los contenidos. Las currículas tradicionales son rígidas. En cuarto grado, por ejemplo, toca la Revolución de Mayo. En cambio, con el nuevo esquema se pueden abordar los cambios en los sistemas políticos, y comparar lo que ocurrió en otros países con lo que ocurrió en la Argentina. Para los maestros supone un gran desafío porque están capacitados de otra forma. En el nuevo enfoque, el contenido no es solamente más flexible e interesante, también le ofrece al alumno la posibilidad de ser protagonista. A esto se suma la riqueza que aportan las nuevas tecnologías. En la Argentina hoy hay muchos alumnos perdedores, desde el punto de vista educativo, por estar atados a sistemas obsoletos. Aunque muchos colegios no tienen los recursos que implica un IB, sí se puede comenzar a cambiar algunos paradigmas para brindarle al alumno una mayor participación y protagonismo, dirigir la currícula con un enfoque más conceptual, en un mundo en donde las distintas disciplinas trabajen juntas para intentar encontrar un abordaje a los grandes problemas irresueltos como el hambre, el cambio climático, etc. En el IB las distintas disciplinas de secundaria se juntan para diseñar proyectos transdisciplinarios en los que los chicos pueden armar conexiones entre, por ejemplo, matemáticas y geografía.

- La pospandemia nos ofrece un mundo mucho más volátil, incierto, amenazado por la guerra en Ucrania, con democracias frágiles, sociedades polarizadas y países, como el nuestro, acosados por las distorsiones inflacionarias y el crecimiento de la desigualdad. ¿Cómo se abordan estos problemas desde la educación? ¿En qué medida lo que aprenden los alumnos es relevante para pensar estos desafíos?

- Hay que mantener abiertas las puertas del colegio. Se puede aprender mucho abriéndonos al mundo para tener muchas más voces que aporten otras miradas. Trayendo profesores de afuera, currículas de afuera, conectándonos con grupos de educadores, con otros colegios, trabajando de manera transdisciplinaria. La educación tradicional fue siempre muy lineal y vertical, una mirada que puede funcionar cuando uno está enfocado en eficiencia y efectividad. Es importante armar proyectos con alumnos para que salgan de la burbuja y conozcan otras comunidades, otras realidades, que tengan vínculos con otros colegios. Los viajes, por ejemplo, abren mucho la cabeza de los chicos.

-La reciente tentativa de suicidio de las gemelas argentinas en España (saltaron desde un tercer piso, una murió y la otra sobrevivió) conmovió a la opinión pública. El caso reinstaló el debate sobre protocolos y formas de neutralizar el bullying escolar. ¿Cuál es su visión y su experiencia con el tema?

-No hay que tener tolerancia con el bullying. Si salimos de esta línea, estamos en problemas. La comunidad del San Jorge sabe que hay cero tolerancia. Pero entre esto y donde tenemos que estar hay un proceso profundo. La transparencia es clave, hacer todo lo más transparente posible. Lo que nosotros planteábamos hace unos años, y tiene bastante éxito en el mundo, lo tomamos de la ONU; la justicia restaurativa. En lugar de castigar directamente, abrimos una conversación a largo plazo en un marco de seis semanas. La primera semana, el acosador y la víctima se juntan con el mediador; la otra semana se juntan con padres; la siguiente, con un grupo de profesores y finalmente con todo el grupo. A través de este proceso de conversación, se saca el foco del caso y lo transformamos en un tema más conceptual dentro del grupo. De ese modo forma parte de algo educativo, transformando algo negativo en positivo. Ese es el diseño y tiene sus aspectos buenos como también sus fallas. Pero es un marco que nos está ayudando. Es importante que se genere un ambiente en el que cada alumno se sienta cómodo para expresarse, habilitados para pedir ayuda. Y no solo los alumnos, sino que los padres se sientan cómodos para hablar con el colegio. Es un tema muy complejo que no tenemos del todo resuelto. Pero sí tenemos equipos muy calificados, que trabajan juntos, y tienen espacio para hacer lo que tienen que hacer. Hay que responder al bullying con una comunicación clara y realista.

Perfil

Oliver Proctor estudió en Haileybury College en Hertford (Inglaterra). Tiene un título de grado en Teatro de la Universidad de Manchester, un master en Liderazgo educativo de la Universidad de Roehampton y un master en Negocios del Quantic School in Business and Tecnology. Desde 2017 es rector del colegio San Jorge Norte, en la provincia de Buenos Aires. Fue director de Artes creativas en el colegio San Andrés (Buenos Aires) y en el Southbank International School (Londres). Es el diseñador del proyecto educativo The future of Learning. Trabajó con la ONG Cause4 en cárceles y barrios populares en la India y en Africa.

Por Daniel Dessein

Para LA GACETA

BUENOS AIRES

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