El reloj de “La Ítalo” no marca la hora hace 30 años

El reloj de “La Ítalo” no marca la hora hace 30 años

La máquina se puso en funcionamiento en 1953 y fue un emblema de otra época. Cómo andaba y qué hace falta para arreglarlo.

SEÑAL DE ÉPOCA. El reloj marca las 9.26 desde hace 20 años. LA GACETA / FOTO ANALIA JARAMILLO. SEÑAL DE ÉPOCA. El reloj marca las 9.26 desde hace 20 años. LA GACETA / FOTO ANALIA JARAMILLO.

En algún momento fue sinónimo de innovación en un Tucumán muy diferente al que hoy conocemos. Frente a “la plaza” se consagró como uno de los elementos más importantes del centro. Hasta que empezó su derrotero: la caída de sus primeros dueños, la falta de cuidado, el desinterés y los modernos reemplazos que inundaban la provincia sellaron su destino. Siguió, sólo, como pudo, hasta que a principios de 1993 dijo basta. Su mecanismo se frenó a las 9.26 y sus agujas jamás volvieron a moverse. Hoy sólo es un recuerdo, que todavía podés apreciar si tan solo levantás la cabeza. En la intersección de 24 de septiembre y 9 de Julio, el reloj del (ex) Instituto Ítalo Argentino de Seguros Generales sigue allí. Como un vestigio de otras épocas. Algo que, quizá, algún día pueda revivir...

“La Ítalo” había sido fundada en 1911 y poco a poco se extendió a todo el país. Cuando en 1953 se construyó la sede en Tucumán, se decidió que el reloj “coronara” el edificio. La apertura se realizó en 1953; desde allí, este elemento daría la hora a varias generaciones. Según el archivo de LA GACETA, el tic-tac se escuchaba aún con el ruido de los autos sobre la calle, y cada 15 minutos se oía un gong. “Al poco tiempo, se agotó la paciencia de los vecinos, que pidieron al aleman Alex, encargado del edificio, que lo ‘tocara’ para no escuchar ese molesto sonido. Luego hubo que eliminar la campanada de la media hora”, relata un artículo de este diario. De a poco -con la crisis y posterior quiebra de la empresa- el reloj perdió importancia.

Con el tiempo se instalaron otros relojes eléctricos en auge a su alrededor y el de la Ítalo se convirtió en un objeto decorativo, nada más. “Cuando quebró la compañía se hizo un remate, por unas oficinas, que a mi me interesaban. Yo compré una en el primer piso. Cuando leí en detalle los datos de la compra me enteré que venía con el reloj”, relató por teléfono a LA GACETA Miguel López, que tiene desde 2003 la propiedad del inmueble que aloja el mecanismo.

Décadas en el olvido

“Entré en aquel momento, lo vi y le puse un candado para que nadie lo altere. Jamás volví a ir -contó-; en algún momento apareció un aficionado que quiso arreglarlo, pero no me quise arriesgar. No es un mecanismo común y es algo muy antiguo, no sé si existe una persona en Tucumán que pueda ponerlo en funcionamiento”.

Con los años, Miguel se convirtió en una especie de custodio. No por egoísmo, sino por miedo a que alguna persona sin los conocimientos suficientes destruya ese artículo, de gran valor histórico. Hace pocos días, y por primera vez en 20 años, la habitación que resguarda el equipo se abrió.

¿Podrá revivir?

LA GACETA pudo acceder a las instalaciones. La habitación está “detrás” de la fachada exterior del reloj; todos los elementos están tapados por una gran capa de polvo y las paredes están revestidas de telarañas. El tiempo pasa...

En la sala está todo: las baterías que guardaban energía ante cortes de luz, el “reloj” maestro que daba la hora, un gran reloj con péndulo, un timer para encender las luces exteriores y, por supuesto, el gran mecanismo de engranajes que mueve las agujas. Pero claro, tampoco fue tan fácil descubrir qué función tenían los artefactos. Omar Martoni (@relojeríaelpendulo2 en Instagram) es relojero especialista en máquinas antiguas; hace poco estuvo a cargo de la refacción del equipo de la Secretaría de Hacienda de la Provincia (Laprida y San Martín). Desde Salta (dónde vive) fue quien nos ayudó a comprender un poco sobre el funcionamiento del reloj, de origen británico.

“Es claramente eléctrico y debe ser de entre 1945 y 1955. Tiene un mecanismo mucho más complicados que los relojes eléctricos de hoy. Hay un reloj maestro, que da la marcha, que hace el ‘tic tac’ y que va conectado al áncora del reloj que sale a la calle”, indicó. Ese reloj maestro iba conectado al sistema, que “es todo de bovinas que tiran pulsos. Eso hace que giren las agujas; para funcionar debe estar conectado sí o sí a al reloj maestro”, explicó y detalló sobre los otros elementos: “hay válvulas para bajar la tensión a 12 voltios, porque todos esos relojes necesitaban esa tensión. Hay baterías para evitar cortes de luz y hay también un timer (temporizador) para iluminar algo, quizá el cuadrante del reloj, en el exterior”.

La pregunta de por qué dejó de funcionar no puede ser contestada, porque desde 1993 a la fecha nadie le hizo un diagnóstico. Aún así, el reloj -dijo Omar- no puede ser valuado. “Es patrimonio de la provincia -resaltó-; y no debe ser nada fácil ponerlo en funcionamiento”. Según destacó, en el país sólo existe una persona que se especializa en relojes eléctricos. Y ahí viene la respuesta a por qué jamás volvió a funcionar. “Es muy antiguo. Si llegase a aparecer alguien idóneo, yo estaría dispuesto a permitir que se arregle y vuelva a funcionar. Pero no me quiero arriesgar a que ingrese cualquier travieso y lo rompa”, reflexionó su dueño.

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