Los hiperpadres: el reto de criar hijos perfectos

Los hiperpadres: el reto de criar hijos perfectos

Según los especialistas, sobreproteger, controlar mucho a los chicos y recargar sus agendas termina afectando su desarrollo emocional y su autonomía. Problemas para manejar la frustración o hacer frente a los contratiempos.

“Hasta hace unos años, cuando hablábamos de los tipos de crianza, solíamos decir que un padre era autoritario o permisivo”, describe Melisa Sáenz, antes de empezar a contar lo que le ocurrió durante la entrevista para el jardín del colegio al que manda su hijo Benjamín. La docente le pidió que señalara con qué perfil se sentía más identificada como madre: la lista incluía a los progenitores “helicóptero”, constantemente sobrevolando a su hijo; los “koalas”, que mantienen a su hijo cerca; el “faro”, guiando el camino; el “tigre”, estricto, exigente y centrado en el logro.

A la lista de nuevas formas de llamar la crianza se suman los papás “agenda”, aquellos que son guardianes de cada obligación académica (y extra académica) del niño; los “apisonadores”, que allanan el camino de sus hijos, y los “bocadillo”, que persiguen a sus pequeños con el almuerzo, la merienda o la cena en la mano.

La mayoría de estos términos podrían englobarse dentro de lo que la escritora Eva Millet describe como “hiperpaternidad”. Según la autora, es el tipo de crianza que consiste en estar encima del niño o niña constantemente, atendiendo o anticipando cada uno de sus deseos, estructurándoles sus jornadas, ocio incluido, y solucionándoles cada problema que surja.

Estimulación precoz, agendas repletas y enfrentamientos con los maestros que cuestionan las supuestas maravillas del pequeño son algunas de las características de la hiperpaternidad. Las consecuencias de querer criar hijos perfectos son familias cada vez más estresadas y niños tan sobreprotegidos que tienen más miedos y menos autonomía, dicen los expertos. Si bien los niños sobreprotegidos siempre han existido, los especialistas consideran que tras la pandemia el número de casos que ven en los consultorios aumenta cada vez más.

Cecilia López, psicóloga especialista en niños y adolescentes, explica que la sobreprotección de un hijo es la otra polaridad del abandono del niño. “Las consecuencias emocionales en un hijo son las mismas. Sentirá una falta de estabilidad emocional, inseguridad, falta de confianza en sí mismo, etcétera”, apunta.

Según la profesional, los hiperpadres, normalmente, tienen miedo del futuro de sus hijos y buscan prepararlos de la mejor forma posible: los llevan a los mejores colegios, les compran los mejores juguetes y los inscriben a todas las actividades extraescolares posibles para asegurarles un brillante porvenir.

“Buscan el hijo perfecto y lo tienen que ‘construir’ lo antes posible. Esto habla un poco de la frustración de ellos como padres; es decir, ponen sobre su hijo su propio deseo frustrado. Consideran la infancia como el deseo de su propia infancia”, explica.

“Asimismo, son padres que no permiten que sus hijos se frustren y no asumen que tengan miedos o preocupaciones, aunque el temor, en realidad, sea una consecuencia de dicha sobreprotección”, añade.

Dos aspectos

El fenómeno de la hiperpaternidad -que surgió en Estados Unidos- tiene dos aspectos principales a destacar, remarca López. “Por un lado, se encuentran los padres que están orbitando alrededor de los niños todo el tiempo (helicópteros). Y otra parte están los que allanan constantemente el camino de los hijos para que no se topen con dificultades (apisonadores)”, señala. ¿Cómo afecta esto el futuro de un hijo?, le consultamos. Y la psicóloga nos dio una lista:

• Lo vuelve dependiente emocional en todos los vínculos afectivos que entable (familia, amigos, parejas a futuro, etcétera.)

• Vive siempre en una marea de desconfianza permanente sobre sí mismo y el entorno.

• Le crea una personalidad insegura para asumir objetivos propios y personales.

• Le cuesta asumir responsabilidades afectivas sobre el entorno y objetivos.

• Le cuesta la socialización y por ende los valores que vienen con ella: empatía, solidaridad, compañerismo, etcétera.

• Suelen ser egocéntricos y competitivos.

• Tienen baja tolerancia a la frustración desde pequeños: no les gusta perder en nada.

Características

La gran mayoría de los padres no quiere afectar en forma negativa a un hijo. “Sin duda, quien se encuentra a cargo de la crianza de niños o niñas en una familia, pretende cumplir adecuadamente con su rol y ejecutar acertadamente sus funciones. Es una gran responsabilidad, que enfrenta a constantes desafíos, ya que se trata de una tarea en permanente transformación, producto de cambios temporales, histórico, sociales y evolutivos”, aclara Natalia Gronda, psicóloga especialista en infancias.

 - ¿Qué cosas caracterizan a los padres sobreprotectores?

- El estilo sobreprotector se caracteriza por un padre, madre o cuidador que mantiene un elevado nivel de control, supervisión y vigilancia; muestra dificultades para separarse del niño o niña, y no fomenta el comportamiento autónomo. Entendemos que lo que motiva a estas mamás o papás es la pretensión de evitar a toda costa el sufrimiento o las malas experiencias a sus hijos. En general escuchamos a estos adultos referirse al niño como “muy pequeño para…”, que “no sabe o no puede…”. Piensan que son indispensables para él y sienten culpabilidad (que excede a la responsabilidad) sobre lo que les pueda ocurrir. En consecuencia, evitan que sus hijos realicen actividades que consideran arriesgadas o peligrosas, les proveen de numerosas instrucciones sobre cómo actuar, advirtiendo permanentemente sobre riesgos o peligros, y tienden a resolver todo por ellos.

- ¿Qué consecuencias tiene para los hijos este tipo crianza?

- Este estilo de crianza limita la autonomía del niño o niña y le genera una dependencia que no les permite adaptarse. Esto puede redundar en retrasos en el aprendizaje de las habilidades adaptativas; como por ejemplo, adquisición de rutinas y hábitos de autocuidado personal; y sociales, dificultades en el establecimiento de vínculos o vínculos dependientes caracterizados por la búsqueda de aprobación; carencia de iniciativa o de proactividad; falta de responsabilidad ante los asuntos que le conciernen o baja tolerancia a la frustración, dada la costumbre de que resuelvan todo por ellos.

- ¿Qué consejos les darías a los padres?

- La cuestión vital es ayudar a los adultos a cargo de la crianza a encontrar una forma adecuada de relacionarse y educar a sus hijos, un estilo que acompañe los tiempos que corren, intentando adaptarse y adoptar una forma que contemple las características y las necesidades de los niños, niñas y adolescentes, priorizando el afecto, el respeto y la tolerancia, ejerciendo la escucha y posibilitando el diálogo. Todo esto sin dejar de considerar la importancia que tienen los límites en la constitución del individuo y de las relaciones familiares y sociales. Un adulto capaz de fomentar la autonomía es aquel que atiende, potencia, guía y reconoce a sus hijos en sus capacidades y limitaciones. Es importante tratarlos de acuerdo a su edad, ofreciéndoles responsabilidades que sean acordes a sus posibilidades y dándoles la oportunidad de que busquen por sí mismos la solución a las dificultades. Es importante que aprendan a pedir ayuda cuando la necesiten, y está bien ayudarlos cuando así sea, pero sin resolverlo por ellos.

“Estoy harta”

Cómo y cuándo surgió el término “padres helicópteros”

El concepto de “padre helicóptero” fue descripto en 1969 por el psicólogo y pedagogo Haim G.Ginott. Durante una consulta, una adolescente confesó estar harta de que su madre le sobrevolara todo el día como un helicóptero.

Desde entonces, el término quedó registrado y comúnmente empleado para definir a un tipo de padre concreto: aquel pendiente de todos los movimientos y necesidades de su hijo.

¿Qué cosas los caracterizan?

• Colocan al hijo en una especie de altar, alrededor del cual orbita la vida de sus progenitores.  

• Les resuelven sistemáticamente los problemas a los hijos y siempre los están supervisando.

• Los sobreprotegen. Nadie puede hablar mal de ellos; son intocables. Además, los justifican todo el tiempo.

• Los estimulan en forma permanente. Desde pequeños buscan convertirlos en genios. Para ello, les sobrecargan las agendas con exigentes actividades.

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