Sexualmente hablando: Necrofilia

Sexualmente hablando: Necrofilia

Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer. Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer. FOTO TOMADA DE INFOBAE.COM

Desde su estreno hace poco más de un mes, “Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer” está entre las miniseries más vistas. Protagonizada por Evan Peters y creada por Ryan Murphy, expone la vida y los crímenes del famoso asesino serial norteamericano, también conocido como “El Caníbal de Milwaukee”, autor de casi una veintena de muertes entre 1978 y 1991.

Muchos de sus horribles asesinatos involucraron, además de canibalismo, necrofilia. Pero… ¿en qué consiste esta espeluznante atracción?

Nada menos que en mantener prácticas sexuales con cadáveres (lo cual puede incluir o no su mutilación). Porque el necrofílico no es necesariamente un asesino: su placer sexual deriva de interactuar con un cuerpo sin vida. Pero lo cierto es que poco se sabe de este trastorno, quizás por ser muy infrecuente. Lo padecen por lo general varones que sufren otros problemas mentales graves.

Necrofilia alude también a la fascinación erótica por la muerte. Un ejemplo de esta segunda acepción fue el de la célebre actriz francesa Sarah Bernhardt (1845-1923), que dormía a menudo en un ataúd al que, confesaba, había llevado más de un amante.

Algunos no pasan del nivel de la fantasía. Otros llegan a pagar a una prostituta para que simule estar muerta. Por eso dicen que existen prostíbulos sofisticados que cuentan con una cámara mortuoria completa, con sala de exequias y ataúdes incluidos.

Algunas referencias

Se tienen noticias de que la necrofilia existía en el antiguo Egipto. Según Herodoto, se montaban guardias durante varios días para cuidar los cuerpos recién embalsamados a fin de evitar las violaciones. En la Edad Media se enterraba a muchas mujeres con el mismo cinturón de castidad que habían llevado en vida. Otra referencia está en Aquiles, el héroe mitológico griego, quien mató a Pentesilea, reina de las amazonas, atravesando su pecho con una lanza. Al verla morir, sobrecogido por su belleza, mantuvo relaciones con el cadáver y luego lo enterró a orillas del río Escamandro. En los Evangelios apócrifos se relata que Juan se dirigía con Andrónico, hombre principal de Éfeso, al sepulcro de Drusiana, esposa de este último, quien había fallecido tres días antes. Iban con la intención de celebrar la fracción del pan. Llegaron al lugar cuando el cadáver de Drusiana estaba a punto de ser violado por el joven Calímaco, su enamorado.

Lo común es que quienes tienen estas tendencias intenten buscar trabajos en lugares que les faciliten el acceso a cadáveres: funerarias, morgues, cementerios. Algo curioso es que muchos países –incluido el nuestro- carecen de legislación en lo tocante a la necrofilia. Y, llegado el caso, quienes incurren en estas prácticas sólo pueden ser demandados por haber causado daños en una propiedad privada (como ser un monumento o un ataúd). Sólo la Ley N° 11.179 del Código Penal define en su artículo 171 que “sufrirá prisión de dos a seis años el que sustrajere un cadáver para hacerse pagar su devolución”.

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