La exitosa temporada de Fátima Miris en Tucumán

La exitosa temporada de Fátima Miris en Tucumán

La recordada transformista italiana se presentó en el teatro Alberdi a sala llena en octubre de 1912

PRECURSORA. La artista italiana podía llegar a hacer más de 100 transformaciones durante sus presentaciones.  PRECURSORA. La artista italiana podía llegar a hacer más de 100 transformaciones durante sus presentaciones.


A lo largo del tiempo la cartelera teatral tucumana presentó a las compañías teatrales nacionales e internacionales más reconocidas. Actrices y actores de renombre iluminaron la cartelera. Estamos en octubre de 1912 y el escenario del flamante teatro Alberdi, se había inaugurado en mayo de ese mismo año, recibe a la famosa transformistas italiana, Fátima Miris quien actuó durante dos semanas a sala llena. El público le tributó sus más entusiastas aplausos.

Las crónicas tanto de LA GACETA como de El Orden reconocen la capacidad de la artista que a lo largo de su espectáculo se transformaba de varón o mujer casi al instante cambiando su tono de voz de acuerdo al personaje que interpretara. Nuestro diario expresaba que “sigue llamando la atención del público” y agregaba que “el teatro noche a noche adquiere llenos completos y la actriz es muy aplaudida”. Por su parte El Orden expresaba en referencia a sus presentaciones que “la eximia transformista reveló una vez más sus altas cualidades artísticas”. Además se informaba que tras actuar en el Jardín de la República se presentó en Santiago del Estero y luego en Salta y Jujuy.

Precursora

Miris era una, sino la mejor, representante del arte de transformase en diversos personajes en aquel entonces. Ella, muchos años antes que la famosa Marlene Dietrich elevase a la categoría de icono contracultural la imagen de la mujer vestida con traje de etiqueta masculino recorría los escenarios del mundo con gran éxito. Los teatros de su Italia natal la recibieron con expectación de allí se impulsó al mundo. Los teatros españoles la recibieron con aplausos y ovaciones. De acuerdo al diario La Tribuna de Toledo la mujer se presentó en febrero de 1912 en esa ciudad española y reseñó que “Conocemos, por el semanario La Campana Gorda, que su espectáculo comenzaba con un monólogo en castellano al que seguían varios números. El primero era ‘La princesa divina’, al que seguían ‘Una lección de transformismo’, ‘París Concert’ -que incluía monólogos y canciones en inglés y francés, además de su italiano natal- y ‘La Gran Vía’. Fátima Miris actuaba acompañada al violín por su hermana, la concertista Emilia Frassinesi”.

Fátima Miris era el seudónimo de María Frasinessi, nacida el 27 de octubre de 1882 Chiusa di Pesio (Cuneo-Italia). Era hija de era del capitán Arturo y de la condesa Anna Pullè de Módena. En nuestra provincia al igual que en el resto del mundo Miris actuó junto a su hermana Emilia cuya actuación fue reconocida por nuestros colegas de entonces. “La señorita Frassinesi es una artista de mérito que puede competir con violinistas como Leech, Thompson, Schovary, Pareto y Ramirez”. Destacaban la ductilidad para interpretar las obras “Habanera y Jota de Sarasate, Nocturno de Chopin junto a otras obras de Paganini, Max Bruch, Basch, Popper y Catallani” y consideraban que “posee una ejecución admirable y toca con un gusto exquisito”. Sus presentaciones fueron acompañadas al piano por el profesor Luis Lorenzi.

En casa

De acuerdo sus biógrafos María comenzó: “montando espectáculos domésticos para miembros de la familia, tomando prestada la ropa que encontraba en casa, interpretando diferentes papeles al mismo tiempo. Eran los “ensayos generales” del transformismo, o, como ella misma explicó, de la capacidad de cambiar numerosos personajes sobre el escenario “con tal rapidez que el público tiene la ilusión de presenciar una actuación realizada por varias personas”. Del marinero a la cantante, del payaso al cura ya la geisha: pasó hábilmente de un lado a otro, dando la impresión de que múltiples actores se turnaban. Era un tipo de espectáculo muy de moda en Italia en ese momento”. La actuación del transformista italiano Leopoldo Frégoli la impresionó y se decidió por seguir sus pasos.

El diario “Il travaso”, sobre una de sus actuaciones en el Olympia de Roma en 1904, escribió: “Esta joven que parece un niño, se hace pasar por Fátima Miris pero en realidad es una Fregoli”. Su habilidad, combinada con el conocimiento de cinco idiomas le abrió el mundo. Su vida aventurera la llevó por lugares insospechados destacándose la travesía del río Amazonas con 63 baúles de ropa, escenas y pelucas a cuestas o sobre su estancia en Egipto durante la cual tuvo la oportunidad de conocer al bajá Teofic o sobre su amistad con el embajador japonés.

A pesar de tener un diploma de profesora, prefirió dedicarse al espectáculo, alentada por el actor Emilio Zago y también por su padre, que le escribió algunas comedias, entre las cuales destacan “Ero e Leandro: comedia musico-trágico-cómico-sensacional”. Su debut tuvo lugar en 1903: el 7 de septiembre en el Teatro Brunetti (ahora Duse) de Bolonia.

Expectativa

Las actuaciones en el “Salón Pradera” de Santander en noviembre de 1910 resultaron un gran acontecimiento. Hasta el punto de que había que hacer cola con un día de antelación en taquilla para adquirir las entradas. Se llenaron todas las funciones para presenciar su novedoso y espectacular show. El público asistía asombrado a la transformación de aquella mujer, sin solución de continuidad, en uno y otro personaje (destacando por contraste los masculinos, trajeada ad hoc e imitando la voz de varios hombres). Su arte era enorme. Por tal razón se la denominaba “Reina del transformismo”. Demostraba en cada pase una extraordinaria calidad como actriz y cantante. Su gira por España fue una de las muchas que hizo alrededor del mundo, pues trabajó en diversos continentes y siempre con gran éxito.

La artista italiana dejó su huella en nuestra provincia y en nuestro país donde el empresario teatral y músico, Nicolás Messuti escribió el tango “Fátima Miris” en 1916 que era su primera composición. Messuti apenas tenía 16 años cuando lo compuso.

En la primera década del siglo XX tuvo varias presentaciones en nuestro país. En Rosario se presentó en el ya desaparecido teatro Colón. En su acto “Una festa a Tokio”, realizaba 105 transformaciones, y era muy festejada su rutina de La Geisha. Los críticos destacaban su habilidad de caracterización de personajes masculinos, su seguridad y perfección en la imitación de la voz del hombre, al igual que su coquetería en los roles femeninos.

“Hacía mucho tiempo que nuestra primera casa de espectáculos no vibraba de aplausos por una gran actuación” de esta manera el diario “A Capital” de Manaos, en Brasil informaba sobre la presentación de Fátima Miris en diciembre de 1917.

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