Ganar en Tucumán y nacionalizar el resultado

Ganar en Tucumán y nacionalizar el resultado

Más votos que excusas. Es lo que necesita el Frente de Todos, por lo menos en el Congreso, para suspender las primarias abiertas. La concreción depende de la suma de voluntades de los propios, de los eventuales aliados y de opositores que están expresándose contra las PASO. Están a pocos votos; dice un opositor que observa atentamente las maniobras de los oficialistas para acotar los márgenes electorales de Juntos por el Cambio sacando del juego una herramienta clave no sólo para ordenar la oferta opositora, sino también para que se encolumnen detrás un mismo referente de cara a las generales.

Hoy las PASO no constituyen una necesidad instrumental para el Gobierno nacional puesto que, como están las cosas, prácticamente está obligado a consensuar una fórmula presidencial con el menor desgaste electoral posible. Si es Massa, si es Cristina, si va Manzur o si aparece otro candidato posible, eso dependerá de lo que suceda con la economía y con la gestión nacional en los próximos meses. Porque, hoy por hoy, la sensación que predomina es que quien encabece el binomio oficialista hará un aporte testimonial sólo para perder, para validar el supuesto triunfo que ya se canta en Juntos por el Cambio.

Entonces, si no vas a ganar, o si tenés pocas posibilidades de imponerte con una dupla aún consensuada, por lo menos hay que dificultar el trámite opositor. Básico. Para eso, lo mejor es suspender las primarias, porque así les impide a los opositores fortalecerse a través de una compulsa interna y salir mejor parados de cara a las generales. La cantidad de anotados en JxC determina para ellos la necesidad de ir a las PASO para ordenarse puertas adentro, para dirimir liderazgos y juntar la mayoría opositora detrás de una fórmula victoriosa. Contagiar al resto.

Si el Gobierno no las necesita, ¿para qué brindarles a los adversarios un medio para hacerse más fuertes? Mejor es que compitan directamente en las generales con varias fórmulas enfrentándose entre sí: Macri, Rodríguez Larreta, Bullrich, Morales, Cornejo y Manes. De esta manera, el consenso, en el hipotético caso de suspensión de las PASO, sería más difícil de encarar para los amarillos y correligionarios; máxime cuando muchos ya se ven sentados en el sillón de Rivadavia.

En suma, los sistemas electorales, de acuerdo a las circunstancias políticas y sociales, son manejados por el oficialismo a su antojo -Tucumán es un ejemplo-, como ocurrió en 2008 cuando Cristina promovió las PASO o cuando el PJ creó el sistema de acople y lo incorporó en la Constitución en 2006. Así pasó, sorprendentemente, en San Juan, donde Sergio Uñac resolvió eliminar las primarias y reinstalar el sistema de lemas.

Resulta curioso que el sanjuanino, un dirigente que se menciona como un posible presidenciable del peronismo, revele de esa manera el “temor” a la posible derrota en sus pagos. No es tanta la repercusión puertas adentro de la provincia como el mensaje irradiado hacia el país de parte del mandatario: que ningún gobernador peronista está seguro de imponerse en su territorio con la realidad nacional, donde poco y nada colabora el poder central con su gestión.

Los compañeros, además, tienen que rezar para que Massa acomode algunas variables, aun con la ayuda del círculo rojo, que ve en el tigrense a un hombre de confianza. Confianza que debe ser insoportable para Cristina y para sus muchachos camporistas, porque no les debe agradar que su suerte quede en manos del ex presidente de la Cámara de Diputados.

En suma, los gobernadores peronistas están cercando sus territorios, alejándose de la influencia negativa de la administración de Alberto Fernández, porque ellos no tienen tiempo ni pueden esperar el milagro de Massa para encarar sus propios procesos electorales. Deben ir definiendo sus reglas de juego desde ya, como está ocurriendo en varias provincias; porque es una forma de tener una certeza, por lo menos en cuanto al sistema de votación a ser usado, ya que la incertidumbre sobre lo que se viene es la característica que marca las conductas políticas.

Nadie está seguro de lo que pueda llegar a ocurrir, si todo mejorará o si empeorará, o si se producirán eventos inimaginables que puedan alterar el panorama, y que presenten nuevos escenarios. Nadie podía prever, por ejemplo, un intento de magnicidio; un atentado contra la vicepresidenta que, de mínima, sirvió para que el oficialismo se uniera tras una misma causa. En medio de ese clima de incertidumbre, para el oficialismo no pintan necesarias las PASO; sí, en cambio son imperiosas para la oposición. Deberán trabajar en el Congreso para no verse sorprendidos por alguna maniobra imprevista de oficialismo que, como se dijo, no tiene los votos; sí las excusas para sacar las primarias: son caras, lo mismo que se dice cada vez que se apunta contra las PASO, sea cual sea el signo del Gobierno de turno.

A nivel nacional, detrás del ataque a Cristina, se hizo más evidente que la única alternativa que le queda al oficialismo es pactar una nómina presidencial, mientras que para Juntos por el Cambio las primarias son la vía para solucionar sus conflictos internos y para dirimir un nuevo liderazgo a futuro.

En esa interna serán clave las sociedades políticas, los consensos mínimos para armar los binomios con precandidatos y, en ese marco, lo razonable sería que las duplas queden integradas por un referente radical y por otro del PRO para ampliar la base de sustentación. Y para que no confronten entre sí esas expresiones políticas.

¿Rodríguez Larreta-Morales? Los ataques del jujeño a Macri parecen ir en esa línea; cada vez que puede, Morales sale a cuestionar al ex presidente, y lo hace en su condición de titular de la UCR, lo cual es significativo. En cambio, su relación con el jefe de Gobierno de la CABA transcurre en buenos términos; se visitan y comparten actos públicos juntos, como ocurrió el 9 de julio en la Casa Histórica en Tucumán.

En medio de ellos aparece Germán Alfaro quien, en pocos días, se reunió con ambos dirigentes: con Morales -acompañado por José Cano- y con Rodríguez Larreta, compartiendo una foto de familia, donde el porteño mostró territorialidad nacional en su carrera por la presidencia. Expuso que su influencia alcanza a todo el país exponiendo a un centenar de dirigentes que lo acompañarán en su aspiración; un mensaje para sus contrincantes internos, especialmente los del PRO.

¿Alfaro juega de intermediario entre ellos? Por el momento el intendente capitalino es más larretista que moralista, pero no descuida la relación con el radical, porque el jujeño puede llegar a jugar un rol clave en la interna tucumana para resolver quién será el candidato a gobernador y quién el compañero de fórmula.

Al aceptar el convite del jefe de Gobierno para compartir la multitudinaria foto, Alfaro se blanqueó como compañero de ruta de Rodríguez Larreta y se convirtió en su referente en la provincia. A su vez, el porteño lo presentó al país como su candidato a gobernador en Tucumán; un respaldo del que no puede volver atrás y que lo compromete a involucrarse en la interna opositora en la provincia. ¿En sociedad con Morales?

Si una de las alternativas para resolver la integración de la fórmula opositora en Tucumán pasa por una bendición nacional, no pinta equivocado atender esas relaciones, máxime si entre aquellos podría haber un acuerdo previo de cara a 2023. Además, en función del adelantamiento de la elección provincial que promueve el Gobierno -para desacomodar a la oposición local, principalmente-, la mejor opción electoral de la oposición es acordar y evitar una interna desgastante que deje heridas que compliquen luego la votación general.

La primaria abierta, que sirve para resolver las diferencias internas, no es posible en Tucumán porque la ley orgánica de partidos políticos no contempla tal posibilidad, sólo concibe las internas cerradas, ya sea en partidos o en alianzas. Es decir, los independientes no pueden participar; sólo pueden hacerlo los afiliados de esas estructuras políticas. Razón de más para que se piense alguna forma de calmar las ansiedades y acomodar las ambiciones conformando una fórmula sin ir a la disputa electoral. Un desgaste menos.

Sin embargo, en la oposición no todos parecen comulgar con el mismo propósito, por diferencias personales e ideológicas y por intereses disímiles, por lo que la manera en la que resolverán esos conflictos es aún un misterio. Aunque nadie se queda quieto y menos callado. Unos quieren a tal candidato a gobernador, otros quieren interna, otros no quieren acompañar a tal o cual dirigente, algunos reniegan de las bendiciones y otros rechazan que las encuestas resuelvan quiénes son los mejores postulantes a la gobernación.

En ese escenario complicado deberían ir pensando en un plan B, de resolución rápida de sus diferencias, a causa de la convocatoria a elecciones que debe realizar el Poder Ejecutivo. Jaldo avisó que se harán en junio, pero también la puede convocar para abril, marzo o mayo, si es que quiere.

La fecha está sujeta a los objetivos de Manzur y de Jaldo, que a su vez están atados a la gestión nacional. De hecho, distanciar en el tiempo los calendarios electorales, el nacional y el provincial, parte de evitar la incidencia de la campaña proselitista nacional por las primarias en la votación tucumana.

Ahora bien, ¿qué pasaría si se suspenden las PASO?, ¿qué pasaría con la convocatoria provincial?, ¿se votaría en junio o se retrasaría para agosto? El oficialismo tucumano, por más que no haya primarias abiertas, podría igualmente convocar a una votación anticipada, no sólo para desarticular a la oposición local sino para entregarle al Frente de Todos una votación tempranera y exitosa en el interior; lo que necesita el PJ si quiere continuar en el poder central.

Además, hay que considerar las posibles pretensiones de Manzur de querer ofrendar una victoria para ser tenido en cuenta como un potencial candidato nacional. La necesita. La fecha dependería, entonces, de las necesidades del Gobierno nacional y también de las pretensiones conjuntas del jefe de Gabinete y del gobernador interino.

Pero atención, si el PJ tucumano aspira a regalarle una victoria tempranera al Frente de Todos, la oposición debería tener en cuenta el valor que tendría nacionalmente una eventual victoria en las tierras del jefe de Gabinete. Como para poner toda la carne en el asador, pactos de por medio, para jugar la elección tucumana como si fuera una final. La elección de 2015, donde Cambiemos perdió y que terminó en la Justicia, sirvió para la posterior victoria macrista en el país.

Las acciones dependerán de las ambiciones, si se reducen al plano personal, o si se amplían a los intereses del conjunto.

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